La alegría es maravillosa, es acogida, es gozo, es amistad.
Podemos
decir que uno de los más bellos frutos de la alegría es la esperanza y, al
revés, la esperanza es el fruto de la alegría.
Qué distintos son los grupos de personas amargadas que gritan contra todos y contra todo, y un grupo de amigos en la fe que pasan de la oración al canto, del canto a los abrazos y a la paz.
- Sofonías
Motivos de gozo
La
liturgia, sobre todo en este día, nos da unos motivos muy importantes para que
vivamos del gozo y de la alegría. Examinemos algunos:
+
“El Señor está cerca”, siempre y de
manera especial en Navidad.
+
El Señor nos ha perdonado: “El Señor ha
cancelado tu condena”.
+
“El Señor está en medio de ti, ya no
temerás”, nos dice Sofonías.
Por otra parte, la primera lectura también nos asegura que el Señor se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, lo que produce realmente alegría en Israel, en nosotros.
- Isaías (como salmo responsorial)
El
salmo responsorial es un párrafo tomado de Isaías. Él nos invita a vivir la
alegría manifestándola con gritos de júbilo:
“El
Señor es mi fuerza y mi salvación… Dad gracias al Señor, proclamad que su
nombre es excelso… Gritad jubilosos habitantes de Sión… Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación”.
Y
como Sofonías, nos dice también: “Qué
grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
De una manera u otra, la liturgia nos está invitando a manifestar la alegría de la presencia de Dios entre nosotros.
- San Pablo
Pero
es San Pablo, en su carta a los filipenses, quien nos va a repetir, en este
domingo, la manifestación de la alegría y el porqué de la misma:
“Estad siempre alegres en el Señor, os lo
repito, estad alegres:
El Señor está cerca”.
De esa cercanía de Dios brotará la esperanza, fuente de gozo.
- Verso aleluyático
El
verso aleluyático nos repite las palabras de Jesús en la sinagoga, proclamando
que es el Espíritu Santo el que lo anima en la evangelización:
“El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha ungido para anunciar el Evangelio a los pobres”.
- Evangelio
San
Lucas nos presenta a las multitudes que acuden al Bautista.
El
Precursor pide, por una parte a todos, que aprendan a compartir:
“El que tenga dos túnicas que las reparta con
el que no tiene y el que tiene comida haga lo mismo”.
Y,
por separado, aconseja también:
+
A los publicanos que van a bautizarse: “No
exijáis más de lo establecido”.
+
A los militares, que también le preguntan aparte qué hacemos nosotros, Juan les
contesta: “No hagáis extorsión ni os
aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga”.
San
Lucas completa lo que sucedía junto al río Jordán cuando iban a bautizarse. Por
su parte el Bautista, con toda libertad y claridad, decía a todos:
“Yo os bautizo con agua, pero viene el que
puede más que yo…”.
De
esta manera distingue entre su obra -bautizar con un rito de agua- y la obra de
Jesús que bautizará con el Espíritu Santo, instaurando el bautismo sacramento.
San
Lucas explica así el apostolado de Juan:
“Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al
pueblo y le anunciaba el Evangelio”.
Exhortar
y evangelizar debe ser siempre nuestra labor, imitando la valentía de Juan y
añadiendo las enseñanzas de Jesús en su Evangelio.
Aunque
la liturgia en este día no nos habla de la Virgen
de Guadalupe, sí le pedimos a la gran evangelizadora de América, que nos
ayude a mantener viva la fe en nuestro continente, para gloria de Dios y
salvación de los hombres.
José Ignacio Alemany Grau, obispo