El día 17 de diciembre la liturgia entra en una última parte del Adviento que consiste en conducirnos directamente, día a día, hacia el nacimiento de Jesucristo.
Durante
estos días, en este tiempo, cada día se llama “feria privilegiada”, es decir,
que no permite celebrar a otros santos. La lectura del evangelio nos irá
llevando de la mano a la Navidad.
En este domingo San Lucas nos llevará a Nazaret para encontrarnos con el sublime diálogo entre el arcángel Gabriel y santa María Virgen.
- Libro de Samuel
Nos
advierte el autor sagrado que “cuando el
rey David se estableció en su palacio y el Señor le dio la paz”, llamó al
profeta Natán para pedirle consejo sobre la construcción de un templo, puesto
que Israel había pasado de ser un pueblo nómada, a una nación estable.
La
verdad es que mientras David piensa construir una casa para Dios, Dios le pide
que deje esa construcción que más adelante llevará a cabo su hijo, pero le
promete una casa real más estable para él y sus descendientes hasta que llegue
el Mesías.
Mirándolo de esta manera vemos cómo el Señor siempre va más lejos de lo que podemos pedir o imaginar.
- Salmo responsorial
Es
un canto a la misericordia de Dios que nos habla del pacto entre David y el
Señor y que la Iglesia amplía pensando en la salvación que Dios regala a la
humanidad entera:
“Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré su fidelidad por todas las edades”.
- San Pablo
La
lectura de hoy recoge las últimas palabras de la carta de San Pablo a los
Romanos, donde habla del secreto de Dios oculto “durante siglos eternos y manifestado ahora”.
Ese
secreto de algo que Dios prometió y nadie sabía cuándo iba a suceder, es la
salvación que Dios ofrece a toda la humanidad por medio de Jesucristo.
Podemos
decir que es la Navidad la que descubre este secreto, dándonos a conocer la
presencia de Dios en Cristo, nacido como hombre en el seno de una virgen por
obra del Espíritu Santo.
Esto es lo que vamos a celebrar en estos días.
- Verso aleluyático
Nos
recuerda la disponibilidad de la Virgen, de la que todos nosotros debemos
aprender, si queremos santificarnos. Como ella respondamos a Dios con
sencillez:
“Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
- Evangelio
Se
trata de una de las páginas más bellas que nos presenta el evangelista San
Lucas.
Entre
esta presentación y la de Juan, que meditamos en este tiempo, encontramos una
gran diferencia. Primero, porque el Hijo de María será Dios y hombre verdadero.
Y Juan únicamente su precursor y anunciador.
Por
otra parte, también aparece clara la diferencia de la fe de María que da su sí
a Dios generosamente y la respuesta desconfiada de Zacarías.
Los
invito ahora a profundizar en el diálogo entre Gabriel y Santa María y
encontrarán ciertamente maravillas. Por mi parte les propongo estos puntos:
+
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo”. Esto sin duda nos recuerda todo el mensaje que nos trajo el
domingo de gaudete de la semana
pasada.
Y
es que uno de los signos de la presencia de Dios en nosotros es la alegría
profunda, que podemos llamar el gozo del Espíritu Santo.
+
“No temas, María porque has encontrado
gracia ante Dios”. Todos nuestros temores deberían desaparecer si
verdaderamente estamos abiertos a Dios y tenemos su gracia en el alma.
+
“Aquí está la esclava del Señor, hágase
en mí según tu palabra”. La disponibilidad plena de la criatura ante el
Creador o lo que es lo mismo, hacer la voluntad de Dios como repetimos en el
padrenuestro, es la esencia de la santidad.
+
Finalmente el ángel le advierte a María que su prima Isabel, ya anciana, va a
tener un hijo, invitándola así a recibir a Jesucristo haciendo un gran acto de
caridad.
Alegrémonos
y pidamos al Espíritu Santo que nos prepare a la Navidad que se acerca.
José Ignacio Alemany Grau, obispo