PERDONAR DE CORAZÓN
Entre
los efectos posibles de esta pandemia pueden quedar los resentimientos y
enfrentamientos fruto de estar tanto tiempo con las mismas personas.
Pero además es frecuente, entre los seres humanos, causarse voluntaria o involuntariamente muchas heridas.
Todo esto necesita del perdón.
Y
es lo que nos quiere enseñar la liturgia este domingo. De todas maneras
debemos tener presente también cómo
Jesucristo insistió en el deber de perdonar y nos dio un ejemplo especialísimo
perdonando a los que le crucificaban.
Así lo vivieron los mártires que murieron perdonando a sus asesinos.
- Eclesiástico
Se
presta a una meditación profunda porque nosotros pedimos a Dios alegremente
perdón de nuestros pecados, pedimos también su ayuda, su gracia y nosotros no
perdonamos al prójimo:
“¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor?... Perdona la ofensa a tu prójimo y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas”.
- Salmo 102
El
salmo trata de la misericordia del Señor:
“El Señor es compasivo y misericordioso”. Él nos arropa con su bondad: “No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas”, sino que nos perdona y “aleja de nosotros nuestros delitos”.
- San Pablo
Nos
invita a tomar conciencia de lo que es Jesucristo para nosotros.
Nos
advierte que no somos para nosotros mismos, sino que como criaturas,
pertenecemos a Dios, gracias a Jesucristo que con su vida y su muerte nos ha
ganado para Dios:
“Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor”.
- Verso aleluyático
Nos
recuerda la caridad fraterna tal como la pide Jesucristo en la última cena:
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
- Evangelio
Es
una parábola genial por la fuerza que tienen las comparaciones que pone
Jesucristo entre el rey, que representa a Dios, y el empleado que representa al
hombre.
Pedro
preguntó a Jesús: “Si mi hermano me
ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?”.
Y
piensa que siete veces es suficiente.
Para
enseñar que tenemos que perdonar siempre, Jesucristo presenta esta parábola:
Un
empleado debe a su señor una cantidad fabulosa, diez mil talentos, que vienen a
ser unos cien millones de denarios.
En
cambio, la deuda de un compañero para con el empleado, es de cien denarios; es
decir lo que corresponde al sueldo de un obrero cien días. De esta manera
Jesucristo quiere que pensemos que nuestra deuda para con Dios es infinitamente
superior.
Y
lo que nos debemos unos a otros, los humanos, no es gran cosa en realidad.
Impresiona
que las palabras del deudor a su rey sean las mismas que le dice el compañero
al empleado:
“Ten paciencia conmigo y te
lo pagaré todo”.
El
rey movido a compasión perdona, en cambio el consiervo mete en la cárcel a su
compañero hasta que le pague el último centavo.
Dios
es perdón y misericordia. Si lo aceptamos en nuestra vida tenemos que aprender
el perdón sin límites para con el prójimo.
Por
eso terminará su parábola Jesucristo con esta enseñanza:
“Lo mismo hará con vosotros
mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
Por
eso nos enseñó en el padrenuestro: “Perdona
nuestras ofensas como también nosotros perdonamos”.
José Ignacio Alemany Grau, obispo