PAZ A ESTA CASA
No
hay duda que una de las cosas que más añoramos todos es la paz.
Y
sin embargo, hacemos más por la desunión que por la unidad; y por las peleas,
muy pobres por cierto, que por la comunión.
- Isaías
El
tercer Isaías nos cuenta el regreso de los desterrados de Babilonia y hoy nos
habla de la reconstrucción de Jerusalén y la presenta como un pueblo en
crecimiento, utilizando los términos de la maternidad fecunda: “ubres abundantes”, “mamaréis a los pechos”,
“llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán”…
El
profeta presenta a Jerusalén en fiesta y resalta la promesa de Dios que dice:
“Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz”.
La
paz que todos deseamos y de una manera especial el pueblo de Israel que ha
sufrido tanto en el destierro y regresa a la capital y a la presencia de Dios
en su templo.
- Salmo responsorial 65
Es
un himno de alabanza en el que se pide a toda la humanidad que glorifique al
Señor:
“Aclamad al Señor tierra
entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria”.
No
olvidemos que siempre la alabanza produce alegría en el corazón sincero y
abierto a Dios:
“Alegrémonos con Dios, que
con su poder gobierna eternamente”.
No
hay duda que compartir las cosas de Dios y glorificarlo juntos se traduce en
paz. Por eso es bueno que los que seguimos a Jesús compartamos con frecuencia
las cosas de Dios:
“Fieles de Dios, venid a
escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo”.
- San Pablo
Hoy
nos habla, al final de la carta a los Gálatas, de cómo en su labor apostólica
ha aprendido a dar toda la gloria a Dios y no a sí mismo:
“Dios me libre de gloriarme
si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está
crucificado para mí y yo para el mundo”.
A
continuación se despide Pablo deseando la paz y la misericordia de Dios para
todos:
“La paz y la misericordia de
Dios vengan sobre todos”.
- Verso aleluyático
Nos
presenta el versículo dos deseos importantes que Pablo expresa en la carta a
los Colosenses:
“La paz de Cristo… y la
palabra de Cristo habiten entre vosotros en toda su riqueza”.
Dos
deseos que debemos compartir también nosotros con quienes convivimos y a
quienes evangelizamos.
- Evangelio
El
Evangelio de Lucas tiene diversos pensamientos entre los que resaltamos:
+
“La mies es abundante y los obreros
pocos. Rueguen al Dueño”.
Tengamos
siempre presente que el que da las vocaciones es Dios y la Iglesia las tendrá
si se las pide al Señor.
No
olvidemos que la Iglesia somos todos los bautizados y por tanto todos debemos
hacer oración para que el Señor envíe vocaciones a su mies.
+
“Pónganse en camino”.
Es
Jesús quien envía a todos los bautizados a evangelizar, como nos están pidiendo
continuamente los últimos Papas, en especial desde San Pablo VI en su preciosa
carta Evangelii Nuntiandi.
+
El saludo del misionero debe ser éste, según el pedido de Jesús:
“Cuando entréis en una casa,
decid primero la paz a esta casa”.
Es
interesante que Jesús añada que, si hay gente de paz, “descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros”.
+
Resalta también San Lucas la vuelta de los setenta y dos, que vienen muy
contentos y felices porque han visto los signos que Jesús les prometió, hasta
dominar a los demonios en los posesos.
+
Concluye el Evangelio con la advertencia de Jesús, diciendo que el motivo más
importante de nuestra alegría debe ser que “vuestros
nombres están inscritos en el cielo”.
Recordemos,
para terminar, que una de las bienaventuranzas que dejó Jesús en el sermón del
monte fue ésta:
“Bienaventurados los que
construyen la paz porque éstos serán llamados hijos de Dios”.
José Ignacio Alemany Grau, obispo