SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
“El que come mi carne y bebe
mi sangre habita en mí y yo en él”:
Tú
metido en Jesús y Jesús en ti.
Fácilmente
nos lleva esto a pensar en algo así como el bebito en el seno materno.
Físicamente
no es posible, pero en la fe sí, ya que Jesús no puede engañarse ni engañarnos.
Y Él lo dijo solemnemente.
- Génesis
Este
breve párrafo nos habla de Melquisedec como figura de Jesús en cuanto se
refiere al sacerdocio.
De
este personaje se dice que era “rey de
Salem”, es decir rey de paz y “sacerdote
del Dios altísimo”: se le presenta sin genealogía y no se habla de él ni
antes ni después de este episodio. Por ello han visto los Padres en él una
imagen de Cristo en la eternidad de Dios.
La
novedad y semejanza con Cristo de este personaje la explica largamente la Carta
a los Hebreos.
Jesús
tiene origen en la eternidad.
En
efecto, Melquisedec fue el primero y único sacerdote del Antiguo Testamento que
realizó su sacrificio con pan y vino,
convirtiéndose así en imagen del sacerdocio de Cristo consagrando la Eucaristía.
Por
otra parte, el Génesis habla de Melquisedec como “sacerdote del Dios altísimo” y como nadie se puede nombrar a sí
mismo sacerdote, leeremos en la citada carta y en los salmos que Jesús ha sido
nombrado sacerdote por el mismo Dios:
“El Señor lo ha jurado y no
se arrepiente: tú eres sacerdote para siempre… según el rito de Melquisedec”.
- Salmo responsorial 109
Es
un salmo mesiánico que nos repite la misma idea sobre el sacerdocio de Jesús:
“Oráculo del Señor a mi
Señor… el Señor lo ha jurado y no se arrepiente tú eres sacerdote eterno según
el rito de Melquisedec”.
Este
salmo, por consiguiente, es la confirmación del sumo sacerdocio de Cristo.
- San Pablo
En
la lectura de hoy distinguimos:
+
Primero, el origen de la enseñanza que nos da Pablo, diciendo:
“Yo he recibido una tradición
que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido”.
Es
bueno que tengamos en cuenta la importancia de la Tradición en la revelación
divina.
El
Concilio Vaticano nos enseña:
“La
Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas, manan de
la misma fuente, se unen en un mismo caudal y corren hacia el mismo fin.
La
Sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiración del
Espíritu Santo.
La
Tradición recibe la Palabra de Dios encomendada por Cristo y el Espíritu Santo
a los apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores… Ambas se han de recibir
y respetar con el mismo espíritu de devoción”.
Esta
es precisamente la enseñanza de San Pablo en las palabras citadas.
+
La segunda parte de la lectura nos relata la consagración del pan y el vino en
la última cena.
De
este texto es de donde toma la liturgia la mayor parte de las palabras de la
consagración en la Santa Misa.
- Verso aleluyático
Nos
define la divinidad de Jesús con las palabras “yo soy” y en el caso concreto se presenta como el pan que nos dará
la vida para siempre:
“El que coma de este pan
vivirá para siempre”.
- Evangelio
Nos
cuenta algo que sin duda debió convertirse en un trance difícil para los
apóstoles cuando le hablaron de la multitud hambrienta que iba siguiendo las
predicaciones del Maestro y Jesús les dice, simplemente: “Denles ustedes de comer”.
De
hecho, si tuviéramos verdadera caridad es más que cierto que la producción de
la tierra es suficiente para dar de comer a toda la humanidad. Pero el egoísmo
y el ansia de poseer hacen que haya tantos millones de hambrientos en el mundo.
Pero
de todas maneras y en especial en la fiesta de hoy, la Iglesia se refiere a la
Eucaristía que debe ser alimento para toda la humanidad.
Al
menos así es el deseo de Jesucristo que realizó el milagro dando de comer a
miles de personas en abundancia “hasta el
punto que comieron todos y se saciaron y cogieron las sobras: doce cestos”.
Hacen
faltas verdaderos misioneros que lleven el pan de la Eucaristía hasta los
últimos rincones de la tierra.
José Ignacio Alemany Grau