JESUCRISTO ES EL SEMBRADOR
Hoy en el Aleluya encontraremos una de las
claves para entender las lecturas bíblicas de este domingo XI del tiempo
ordinario y de los siguientes, que nos traerán a reflexión muchas parábolas.
En efecto, en ellas veremos cómo Jesús, que
es el Sembrador ha venido a sembrar. La semilla significa la voluntad de Dios
manifestada en su Palabra.
Veremos cómo quien acoge la Palabra de Dios
vivirá para siempre.
- Ezequiel
Con la parábola del Señor, que humilla y
enaltece a Israel, nos hace ver que Dios es como el hortelano que poda sus
árboles como quiere, secando al fuerte, frondoso y orgulloso y haciendo
florecer al que parecía seco, pobre e inútil.
Qué bien nos viene a nosotros, siempre
creídos y soberbios, la gran lección bíblica:
“Dios humilla a los
orgullosos y enaltece a los humildes”.
- Salmo 91
Es una invitación a agradecer a Dios y
proclamar su misericordia porque exalta la vida del justo como un cedro
frondoso del Líbano. Incluso nos enseña el salmo que el justo, en la vejez,
puede seguir dando fruto para glorificar al Señor y proclamar su justicia:
“El justo crecerá
como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del
Señor crecerá en los atrios de nuestro Dios”.
- Carta a los Corintios
San Pablo nos habla de la debilidad
presente mientras vivimos en el mundo y la gloria futura que espera a quienes
han sido fieles.
Ahora caminamos “en este valle de lágrimas”
en fe y no en visión.
Aunque Pablo reconoce que está “en el cuerpo” de buen ánimo, también
reconoce que su deseo es llegar al encuentro con Cristo para siempre.
La lectura de hoy, breve pero profunda, nos
hace pensar en lo que sucederá con nosotros después de esta vida.
La teología nos habla de los estados
definitivos y ambos posibles:
O con Dios para siempre o al infierno, si
no lo aceptamos como nuestro Dios y Señor.
Hay también un tiempo de purificación para
quienes mueren en gracia pero no han sido totalmente purificados.
Esto sucederá en el purgatorio, estado de
purificación temporal que nos abrirá las puertas a la alegría de Dios.
Pablo enseña que ese estado se definirá “ante el tribunal de Cristo… para recibir
cada cual lo que haya hecho, mientras tenía este cuerpo sea en bien o en mal”.
No quiero que pase desapercibidas estas
bellísimas y profundas palabras del apóstol:
“Así pues, siempre
llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos
desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión. Pero estamos de
buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor”.
- Evangelio
Estará bien que recordemos que una parábola
es una comparación que hace Jesús, tomando las cosas temporales que conocen muy
bien sus oyentes, normalmente campesinos, y las aplica a las verdades del Reino
que Él quiere que entiendan y puedan vivir esos oyentes.
Hoy nos habla de la semilla en general y
del grano de mostaza.
En cuanto a la semilla en general, nos
encontramos con un pensamiento digno de meditación que nos vale cuando sentimos
la impaciencia porque no crecen las plantas, ni los niños, ni la empresa a la
velocidad que quisiéramos:
“El hombre echa simiente
en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y
va creciendo sin que él sepa cómo.
La tierra va
produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después
el grano”.
Después irá el campesino a cosechar.
Todo evangelizador lleva la Palabra de Dios
por el mundo, para que el Reino de los cielos crezca y llegue a todos.
El evangelizador debe sembrar y esperar con
fe que coseche Dios, que es el único Señor.
Debemos confiar siempre que esa semilla del
Reino lleva dentro el germen del Espíritu Santo que no tendrá límites.
Te invito, amigo, a profundizar en esta
temporada, en las distintas parábolas que nos propondrá la liturgia para
conocer así un poco mejor cómo se construye el Reino de Dios.
José Ignacio Alemany Grau, obispo