DIOS NOS SALVÓ EN CRISTO
Te levantas feliz y saludable. Te preguntan:
- ¿Cómo amaneciste?
Y contestas como en mi sierra:
- Biencito.
Pero, ¿qué pasó en la noche?
Jesús, en el Evangelio de hoy, te lo explicará.
Comencemos por el comentario del Evangelio que es de San Juan.
- San Juan
Empieza recordándonos un signo del Antiguo Testamento:
Cuenta el libro de Números que el pueblo se quejó de Dios y de Moisés y que el Señor los castigó con serpientes venenosas.
Se arrepintieron y Dios pidió a Moisés que hiciera una serpiente de bronce colocada sobre un estandarte. Los que la miraban “salvaban la vida”.
Jesús, hablando en la noche a Nicodemo (porque éste temía que le vieran sus compadres fariseos), hizo esta aplicación:
“Como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”.
Hablaba claramente de la redención:
Todo el que quiera salvarse, encontrará la salvación en Cristo.
Jesús no ha venido a condenar a nadie, sino a salvar a todos.
Solo pide creer en Él. Confiar en Él.
Jesús no condena, Jesús salva.
El que no quiere a Jesús no quiere la salvación, él responde de su propia condena.
No vale, pues, decir como se oye a veces:
- Dios es malo porque condena.
¡No!, Dios salva.
Pero “los hombres prefirieron la tiniebla a la luz porque sus obras eran malas”.
Eso explica que mientras tú duermes tan rico, el pecado celebra la noche y la ciudad sea tan distinta de noche y de día.
“En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz para que vean que sus obras están hechas según Dios”.
Y… benditas vigilias y adoraciones al Santísimo que ponen un poco de luz en las nocturnas del pecado.
- Libro de las Crónicas
Dios conduce la historia.
Cuando llegó el tiempo previsto por Él, suscita en el corazón del rey Ciro el deseo de construir un templo en Jerusalén:
“El Señor… me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén. Quien de vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con Él y suba!”
De esta manera Israel recupera la libertad y regresa del destierro a su patria.
- Salmo 136
Es el canto lleno de nostalgia que cantaban los israelitas en el destierro de Babilonia.
La imagen de Jerusalén no se apartaba de los ojos ni del corazón del pueblo:
“¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extraña!
¡Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha!”
- San Pablo
Tú te salvarás por pura misericordia de Dios.
Esta misericordia, Dios te la da por su Hijo, Jesús.
Con Él hemos muerto al pecado y resucitado a la gracia.
No nos debemos la salvación a nosotros mismos. ¡Ojo! Ni a nuestras obras “para que nadie pueda presumir”.
(Una frase que da mucho que meditar).
Por pura misericordia y amor de Dios podemos esperar vivir con Cristo para siempre en el seno del Padre.
“Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por el pecado, nos ha hecho vivir con Cristo (por pura gracia estáis salvados) nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con Él”.
+José Ignacio Alemany Grau