Este domingo es como la puerta a la
Navidad.
Todo se vuelve admiración ante el
nacimiento de un hombre que ha sido llamado, siglos antes, “Emmanuel”,
es decir, el “Dios con nosotros”.
Revivamos con fe y amor, en estos días, lo
que ya pasó: el misterio del Verbo encarnado.
Esta invitación nos la hace de una manera
particular el salmo responsorial (23).
Va
a entrar el Señor, Él es el Rey de la gloria
Todo cuanto existe lo ha hecho Él. Por eso
la tierra y cuanto la llena y sus habitantes y los ríos y los mares, todo le
pertenece. De ahí que toda la creación debe aclamar al que entra en el mundo
por la cueva de Belén.
El
profeta Isaías
Nos cuenta el libro de este profeta que el
rey Acaz se negó a pedir a Dios una señal de su victoria. El mismo Señor le
hace la gran promesa que ahora recordamos:
“Mirad: la virgen
está encinta y da a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa
Dios con nosotros”.
Esta señal que no quiso pedir el rey Acaz
es ahora la alegría de la humanidad:
¡Dios cumplió su palabra!
San
Pablo a los romanos
-El párrafo citado es el inicio de la
carta. En él se presenta como el apóstol del Evangelio.
Según Pablo Jesucristo lo nombró apóstol.
De ahí que tantas veces al citarlo se le llame “el Apóstol”, e incluso, sin ser
de los doce, se le incluye en la lista de los apóstoles junto a Pedro.
-Este Evangelio es el mismo que ya fue
anunciado al pueblo de Israel por los profetas en el Antiguo Testamento.
-Jesucristo es descendiente de David (hijo
del hombre) y es también hijo de Dios consagrado por el Espíritu Santo y
manifestado en la resurrección.
-Jesucristo, personificación del Evangelio,
no solamente es para los judíos sino también para los gentiles.
-A quienes acogen el Evangelio Pablo los
llama “santos” en varias oportunidades porque ellos responden al llamado de
Dios en la obediencia de la fe.
-Nosotros, como aquellos primeros gentiles
de Roma, hemos sido llamados para vivir el Evangelio y pertenecer al pueblo de
Dios.
Verso
aleluyático
Nos recuerda de una manera concisa las
palabras de Mateo que recogen las de Isaías:
“La virgen concebirá
y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros”.
Como podemos darnos cuenta este es el texto
fundamental de hoy y, como nunca sucede en la liturgia, lo encontramos citado
tres veces en la liturgia de la Palabra.
Evangelio
En el Evangelio San Mateo nos narra que “la concepción de Jesús fue de esta manera…”.
Son muchos los detalles que podemos meditar
en este importante párrafo. Nos fijamos en algunos para nuestra meditación.
-María es verdadera Madre de Jesús.
Ella estaba ya desposada con José aunque no
habían celebrado el matrimonio y por tanto no vivían juntos formando familia.
-Antes de vivir juntos María quedó encinta
por obra del Espíritu Santo.
-José, esposo verdadero, no podía entender
lo que pasaba, porque María guardaba un secreto absoluto.
-José quería mucho a María y tenía todos
los motivos para ello. Como no entendía nada decidió dejarla en secreto para
evitar la difamación:
¡Cuánta delicadeza en todas estas actitudes
de José y de María!
-El ángel del Señor aclara en sueños todo a
José:
“No tengas reparo en
llevarte a María a tu casa porque la criatura que tiene viene del Espíritu
Santo”.
El ángel pide a José que sea el padre de este
niño con estas palabras:
“Le pondrás por
nombre Jesús”.
-De nuevo encontramos el mismo texto que es
el de Isaías:
“La virgen concebirá y
dará a luz…”.
Cuando se despierta José realiza todo lo
que el Señor le había mandado por el ángel.
No se trataba de un simple sueño sino de
una manifestación clara de la voluntad de Dios que José, con el don de
discernimiento que poseía, pudo interpretar.
Este fue el medio normal de los mensajes de
Dios a José: el anuncio del ángel mientras dormía. Finalmente José, el bueno, “se llevó a casa a su mujer”.
Amigos, tomemos este texto de Isaías como
una luz para caminar en este tiempo que nos queda de adviento.
José Ignacio Alemany Grau, obispo