La liturgia de este domingo nos habla
directamente de la humildad y el corazón de las enseñanzas podríamos
descubrirlo en el versículo aleluyático que nos dice:
“Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón”.
Por consiguiente sus discípulos debemos
descubrir en Jesucristo el modo más adecuado de vivir el Evangelio, cargando
con confianza lo que Él llama su yugo, que en realidad es el amor y por eso es
suave y ligero.
En
la primera lectura tenemos unos consejos para ser felices y alcanzar el favor
de Dios. En realidad estos versículos del Eclesiástico están entresacados del
capítulo tres, del que podríamos aprovechar estas enseñanzas:
* “En tus asuntos
procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso”.
Así lo entendemos. De hecho, cuando vemos
una persona generosa pero arrogante y la comparamos con un hombre sencillo y
humilde que está en actitud de servicio preferimos a éste.
* “Hazte pequeño en
las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios”.
Nos parece estar escuchando el Magnificat
de la Virgen en el que se reconoce engrandecida en su pequeñez por la bondad
del Señor.
* “Dios revela sus
secretos a los humildes”.
La historia de la Iglesia con sus grandes
santos nos permite entender cómo Dios los ha iluminado en la medida en que
ellos han sido muy humildes ante su Creador.
El
salmo responsorial
Nos presenta también versículos sueltos que
pertenecen al salmo 67.
* Admiramos el gozo del justo en la casa
del Señor rebosando de alegría.
* Admiramos la bondad de Dios con los
desvalidos y cómo se preocupa de los humildes: “padre de huérfanos y protector
de viudas”.
* Junto a ello Dios aparece preparando una
tierra fecunda para los pobres.
Carta
a los Hebreos
En este párrafo de hoy se expone la
diferencia del trato que Dios da en el Antiguo Testamento con la cercanía del
nuevo, a través de Cristo. Nos advierte que nosotros no nos hemos acercado al
monte Sinaí cuando Dios hablaba a su pueblo en un ambiente de “fuego encendido, densos nubarrones, la tormenta, el sonido de las
trompetas”. Todo aquello asustó a Israel que pidió a Moisés que no les
hablara Dios a ellos directamente sino que les hablara a través de su caudillo.
En cambio nosotros, en el Nuevo Testamento,
nos hemos acercado “al monte de Sión,
ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a
la asamblea de los primogénitos y al mismo Jesús, mediador de la nueva
alianza”.
Es en la Eucaristía donde de una manera
especial nos unimos a esa liturgia del Apocalipsis que se nos acaba de
describir.
El
Evangelio
Podríamos resumir la lección de san Lucas
con estas palabras: “el que se enaltece
será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Jesús aprovecha para dar dos lecciones a
los fariseos que le han invitado a comer para poder expiar su actuación.
La primera, al ver Jesús que los invitados
al banquete buscaban los primeros puestos, les enseña que es más prudente ponerse
en el último lugar. El que se ubicó en la cabecera de la mesa corre el peligro
de que el dueño de la casa le diga: “cédele
el puesto a éste”.
En cambio, si en humildad buscas los
últimos puestos, posiblemente el que te invitó te ensalce ante todos,
diciéndote: “amigo, sube más arriba”.
Aquí es donde Jesús aclara la situación con
las palabras que decíamos antes: “todo el
que se humilla será enaltecido”.
La segunda lección de hoy es:
“Cuando des una
comida o cena, no invites a tus amigos… ni a los vecinos ricos, porque ellos te
corresponderán y quedarás pagado”.
Termina diciendo Jesús que invites más bien
a pobres, lisiados, ciegos, porque ellos no podrán pagarte, pero Dios sí te
pagará en la resurrección de los justos.
Recordemos que la “humildad es andar en verdad”.
Y la verdad es que, primero es Dios en tu vida, después tu prójimo,
porque así lo quiso Dios y después tú, que así gozarás de la amistad de Dios.
¡Jesús humilde! ¡María esclava! ¿Y tú?
José Ignacio Alemany Grau, obispo