EL MISTERIO DE LA SANGRE Y EL AGUA
“Al
anochecer, estando yo en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica
blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica
sobre el pecho. De la abertura de la túnica sobre el pecho, salían dos grandes
rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor. Mi
alma estaba llena de amor, pero también de gran alegría. Después de un momento,
Jesús me dijo: pinta una imagen según el modelo que ves y firma: Jesús,
en ti confío.
Deseo
que esta imagen sea venerada primero en su capilla y después en el mundo
entero.
Quiero
que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el
primer domingo después de la Pascua de resurrección; ese domingo debe ser la
fiesta de la Divina Misericordia”.
Esto
nos cuenta santa Faustina, acontecimiento que sucedió el 22 de febrero de 1931
en su celda.
Precisamente
este domingo es el que pidió Jesús que se celebrara su fiesta.
Hoy,
como una misericordia del Dios de la Misericordia, el Papa Francisco declarará Año
Santo de la Divina Misericordia los días que van del 8 de diciembre de
2015 hasta la festividad de Cristo Rey de 2016.
¿Qué
nos dice la liturgia de este domingo que desde antiguo recoge el tema de la
misericordia e incluso la revelación del agua y sangre del costado de Cristo?
*
La oración colecta del día comienza
con estas palabras:
“Dios
de misericordia
infinita… para que comprendamos
mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha hecho renacer y de la
sangre que nos ha redimido…”
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Esto lo comprendemos mejor con la enseñanza de la carta de San Juan que nos dice hoy, hablando de Jesucristo:
“Este es el que vino con agua
y con sangre: Jesucristo. No solo con agua sino con agua y con sangre; y el
Espíritu es quien da testimonio porque el Espíritu es la verdad”.
Es
clara la conexión entre estas palabras y las de Jesús a santa Faustina. El agua
representa el bautismo y la sangre la Eucaristía.
Siguiendo
las enseñanzas de la carta de San Juan hoy, el apóstol nos pide la fe en
Jesucristo quien nos ayudará a vencer al mundo. Nos pide también que como
prueba de amor cumplamos los mandamientos:
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios; si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”.
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios; si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”.
*
Por su parte San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles nos presenta una
comunidad que vive del amor:
“En el grupo de los creyentes
todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba
suyo propio nada de lo que tenía”.
La
caridad en aquellos momentos era tan fuerte que “ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las
vendían… luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno”.
*
El salmo responsorial es el 117 tan hermoso y que en estos días últimos hemos
meditado frecuentemente, sobre todo la alegría de:
“Este es el día en que actuó
el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
Por
todo lo cual repetiremos felices:
“Dad gracias al Señor porque
es bueno, porque es eterna su misericordia”.
*
El Evangelio del día nos presenta las apariciones del Resucitado según San
Juan.
Jesús
entró, se puso en medio y dijo:
“Paz a vosotros”.
Es
la paz de Jesús, el Príncipe de la paz, que la Iglesia repite continuamente. (Estas
palabras exactamente son el saludo especial del Obispo a los fieles).
A
continuación vienen los regalos pascuales del Maestro que debemos meditar
porque la fe nos enseña que han llegado hasta cada uno de nosotros:
-
“Como el Padre me ha enviado, así también
os envío yo”.
Cristo
te quiere a ti como misionero.
-
Exhalando el aliento sobre los apóstoles les
dijo:
“Recibid
el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Este
es el gran regalo del sacramento del perdón y de la misericordia que debemos
aprovechar.
-
A
continuación San Juan, saltando 8 días, nos cuenta cómo Jesús vino a buscar al
apóstol que se había negado a aceptar la resurrección. Simplemente le parecía
imposible.
Y
Jesús nos hace otro regalo puesto que después del acto de fe que hace Santo
Tomás con aquellas hermosas palabras: “Señor
mío y Dios mío”, nos anima a todos, diciendo:
“¿Porque me has visto has
creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.
Ésta
es nuestra felicidad porque como dirá San Pedro (1P 1,8), hablándonos de
Jesucristo:
“Sin haberlo visto lo amáis
y, sin contemplarlo todavía, creéis en Él y así os alegráis con un gozo
inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de
vuestras almas”.
Este
es el gozo pascual que deseo a todos ustedes, mis amigos lectores.
José Ignacio Alemany Grau, obispo