COCTEL PARA EL CAMBIO DE
AÑO
Despedida del año 2015. Bienvenido 2016.
Maternidad Divina de María. Bajada de Reyes. Epifanía: Todo en un paquete.
Gocemos de tanta riqueza en un mosaico de
pensamientos.
Adiós
2015
Con dolores y gozos de todo tipo… cada uno
conoce lo suyo. Medítalos y pon por encima toda la bondad de un Padre bueno que
te quiere a ti “como eres, para transformarte y ayudarte a crecer”.
Esto repetía Juan Pablo II y hay que
aprovecharlo porque, seamos como seamos, siempre podemos mejorar y mucho, por
cierto.
A nivel mundial no nos hemos lucido.
Como humanidad: demasiados muertos. Unos
antes de nacer, otros antes de tiempo y muchos asesinados en plena juventud.
La Iglesia ha llevado la peor parte:
Hay que reconocer que está sufriendo la
peor persecución de sus 2000 años de vida:
En nombre de una libertad malignamente
interpretada, se la quiere anular, hacer desaparecer.
Solo el poder infinito de Dios puede sacar
un futuro mejor en medio de tanta persecución.
Señor, ¡perdón!
¡Misericordia por los malvados! ¡Convierte a gobernantes y terroristas! Hazlos hombres
y mujeres más humanos.
Bienvenido
2016
Es un año nuevo. Mejora tus relaciones con
los tuyos. Siembra ternura, servicio y amor… y cosecharás una medida abundante.
Aprovecha de manera especial la
misericordia de Dios que este año, de una manera nueva y muy distinta, nos ha
ofrecido a todos, el pequeño Jesús para que descubramos en Él “el rostro de la
misericordia del Padre”.
¡Feliz año!
Hazlo nuevo para ti y
para los tuyos y renueva todo lo que pueda ayudarte por el Espíritu Santo que
nunca te abandona. Él va dentro de ti haciéndote su templo.
María
Madre de Dios (1 de enero)
Una antífona de este día para meditar
profundamente:
“¡Qué admirable intercambio! El Creador del
género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen, hecho hombre sin
concurso de varón, nos da parte en su Divinidad”.
Es cierto que cada uno engendra según su
naturaleza y María, como mujer, nunca podría engendrar a Dios.
Pero nosotros sabemos, por divina
revelación, que cuando Dios decidió entrar en la humanidad y tuvo que escoger
una puerta para hacerlo, como lo hace un hombre cualquiera, escogió a la joven
María.
Buscó una mujer bellísima para que le diera
un cuerpo.
Como a todo humano, Dios le infundió un
alma y, por un milagro que solo Él puede hacer, se metió la Persona divina en
esa criatura y de María ¡nació un hombre que era Dios!
Es misterio. Solo la fe acepta.
No basta estudiar teología o biología.
Dios es el Señor de la historia y quiso
intervenir de una manera “lujosa” y única.
María es Madre de un Hijo que es Dios.
María es Madre de Dios.
Misterio y fe.
Felicidades María.
Eres única. Eres la Madre de Dios.
Epifanía
(3 de enero)
Epifanía es la manifestación de Dios a los
hombres.
Hay una antífona que se reza en las
segundas vísperas de la fiesta que nos aclara todo lo que encierra para la
liturgia esta celebración:
“Veneramos este día santo, honrado por tres
prodigios: hoy la estrella condujo a los Magos al pesebre; hoy el agua se
convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy Cristo fue bautizado por Juan en el
Jordán para salvarnos”.
Toda esta riqueza es la epifanía.
- En efecto, en la Eucaristía meditaremos
cómo Herodes, con astucia, orienta a los Magos hacia Belén y los Magos adoran
en el pequeño a Dios.
Lo adoran sin discutir ni por la familia ni
por la pobreza ni por la casita en que viven, ni por el pueblo.
Encontraron al Niño con su Madre y
ofrecieron dones regios: oro, incienso y mirra.
Una lección:
Cuando hay un camino peligroso hay que
ingeniarse para buscar otro y llegar a la meta.
- En el bautismo el Padre dice: “Éste es mi Hijo amado”.
Lo meditaremos el próximo domingo, para
cerrar el ciclo litúrgico navideño.
- En Caná Jesús hace el primer milagro
manifestando su poder.
Bajada
de Reyes
En muchos lugares el 6 de enero se celebra
la “bajada de Reyes”.
Cuando hagamos este
tradicional compartir pidamos a Dios, mientras vayamos guardando las
“figuritas”, nos conceda vivir el año que empieza imitando las virtudes de la
familia de Jesús de Nazaret, para que tengamos un año muy feliz y podamos
celebrar juntos la Navidad el próximo año.
Feliz Año 2016, amigos todos,
porque tenemos a Dios con nosotros.
José Ignacio Alemany Grau, obispo