27 de septiembre de 2025

POR QUÉ SUFRIÓ EPULÓN Y GOZÓ LÁZARO - Domingo XXVI del tiempo ordinario

 

La liturgia de hoy nos presenta una dolorosa realidad que es la misma de siempre.

En la humanidad hay unos que tienen todo y otros que no tienen nada.

Como nos dirá Jesús en el Evangelio… mientras unos comen y tiran la comida al mar para mantener los precios o la ropa al desierto para que nadie la pueda aprovechar, otros andan medio desnudos y hambrientos.

Debemos tener las cosas claras: tener riquezas como fruto del trabajo está bien. Lo que no está bien es no compartir y ver impasibles la pobreza y hambre de otros.

Veamos algunos textos de las lecturas de hoy.

  • Amós

Vean con qué lujo vivían en su tiempo unos pocos, mientras la mayoría del pueblo pasaba hambre y necesidad de lo indispensable:

«Os sentáis en lecho de marfil arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo. Canturreáis al son del arpa, inventáis como David instrumentos musicales. Y no os doléis del desastre de José».

El castigo de Dios será el destierro, anuncia el profeta.

  • Salmo 145

Alabemos al Señor que se compadece de todos:

«El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos… Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados».

  • San Pablo

El amor al dinero, nos dice en su carta a Timoteo, es raíz de todos los males; por eso invita, en el párrafo de hoy, a actuar bien:

«Tú, hombre de Dios, huye de estas cosas (el santo busca apartarse de la enseñanza malsana y de la codicia de las que hablan los versículos anteriores), busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Combate el buen combate de la fe».

Y, finalmente, aconseja a los ricos:

«A los ricos de este mundo ordénales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de la riqueza sino en Dios que nos provee de todo en abundancia (…) Que hagan el bien, sean ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir». Esta es la mejor promesa para todos los que tienen riquezas:

«Así atesorarán un excelente fondo para el porvenir y alcanzarán aquella que es realmente la vida verdadera».

  • Verso aleluyático

Jesús, que tenía todas las riquezas, quiso compartir con nosotros hasta el punto de enseñar San Pablo: «Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza».

  • Evangelio

Epulón (comilón), tenía todo el lujo y lo demuestra Jesús hablando de su comida, porque «banqueteaba espléndidamente cada día. Además, vestía con lujo, de púrpura y lino».

Eso no era pecado, lo malo era que no tenía ni un poco de misericordia con el pobre que se moría de hambre a su puerta.

Jesús tiene una pincelada que aclara la extrema situación: «que hasta los perros se acercaban a Lázaro para lamerle las llagas».

Cuando mueren los dos, Lázaro va al seno de Abraham, es decir, el «limbo de los justos» que esperaban la resurrección de Jesús para entrar en el cielo. Y el otro fue sepultado en los infiernos.

Epulón, desde allí, gritó desesperadamente a Abraham: «Ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua porque me torturan estas llamas».

Abraham le contesta que la situación ya no tiene remedio:

«Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro, a su vez, males. Por eso encuentra aquí consuelo mientras tú padeces».

En resumen, podemos decir que debemos aprovechar el tiempo porque solo aquí se gana la eternidad.

Con la muerte ya no hay remedio.

Amigos, tengamos en cuenta que el gran regalo de Dios a la humanidad es el tiempo para que durante él podamos ganar la verdadera riqueza de la que gozaremos eternamente en el cielo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista



20 de septiembre de 2025

¿CUÁNDO LA RIQUEZA ES UN TESORO?

 

Si aparece en el mercado un nuevo invento, inmediatamente «los amigos de lo ajeno» maquinan la forma de robarlo… Un simple teléfono o una tarjeta bancaria se convierten en seguida en una fábrica de robos. Pero vayamos por partes.

  • Profecía de Amós

Nos presenta al hambriento de riquezas que sufre cuando llega un día de fiesta y no puede vender. Solo piensa en exprimir al pobre: «Despojáis a los miserables diciendo: “¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo y el salvado, para ofrecer el grano?”».

Otra forma de robar, según el mismo profeta: «Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanza con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo…».

  • Salmo 112

Es una alabanza al Señor que defiende al pobre, ya que, a diferencia de otros, el Señor tiene preferencia por los sencillos y los desposeídos:

«Alabad siervos del Señor… Bendito sea el nombre del Señor ahora y por siempre… Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo».

  • San Pablo

En la Carta a Timoteo, después de pedir oraciones por todos los hombres, advierte el apóstol que la oración es buena y grata a los ojos de Dios «que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad».

A continuación, nos asegura la bondad de Dios y su unidad. Por medio de Jesucristo la humanidad entera puede llegar a Dios:

«Para Él estoy puesto como anunciador y apóstol, (digo la verdad, no miento)». Y además se reconoce maestro de los gentiles en la fe y en la verdad.

San Pablo concluye dando este consejo: «Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos libres de ira y divisiones».

  • Verso aleluyático

Presenta una de las grandes contradicciones que nos cuesta creer, pero encierra una gran verdad: «Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza».

Por aquí hay que descubrir el secreto de la liturgia de hoy.

  • Evangelio

Creo que son muchas las interpretaciones que podemos hacer de esta escena del Evangelio de San Lucas.

Se trata de un hombre que tiene que despedir a su administrador debido a su mala gestión:

«Entrégame el balance de tu gestión porque quedas despedido».

Dejamos de lado la parábola y vamos al Catecismo Católico:

«El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el reino de los cielos» (2544).

A continuación, en el numeral 2545, citando a la Lumen Gentium (42) nos advierte: «Todos los cristianos han de intentar orientar rectamente sus deseos para que el uso de las cosas de este mundo y el apego a las riquezas no les impidan, en contra del espíritu de pobreza evangélica, buscar el amor perfecto».

Ahora te invito, querido lector, a sacar tus conclusiones:

Por parte de San Lucas tenemos la reacción del administrador que, como no tiene fuerzas para cavar ni valor para mendigar, empieza a robarle a su amo, quitando de las deudas pendientes que le tienen, una buena cantidad para esperar encontrarse luego con buenos amigos, gracias a su «maniobra administrativa».

Por su parte, Jesús termina alabando la astucia de este hombre: «El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con la que había procedido».

Nos dice también el Señor que «los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».

A pesar de todo, nosotros sacamos una conclusión que está en los mandamientos que aprendimos de pequeños: «¡No robarás!».

Jesús nos ha dejado bien claro: «“Bienaventurados los pobres de espíritu”. Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y paz.  Jesús celebra la alegría de los pobres a quienes pertenece ya el reino» (CIC 2546).

En el numeral 2547 del CIC, leemos: «El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes…».

Amigo lector, me gustaría que leyeras ahora la parábola del Evangelio de este día y sacaras tus propias consecuencias.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

14 de septiembre de 2025

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ - Domingo XXIV del tiempo ordinario

 La Iglesia en este domingo recuerda, con varias instituciones religiosas, la Exaltación de la Santa Cruz.

Evidentemente que lo que se exalta no es un simple madero, sino al Dios que quiso manifestar su amor en la humillación más grande. Meditemos hoy en el amor infinito de todo un Dios que se dejó crucificar para demostrar su amor a los hombres y salvarlos.

  • Libro de los Números

Nos encontramos con un mal momento del pueblo de Israel. El pueblo murmuró contra el Señor y contra el maná que le había dado como alimento en medio de las arenas candentes del desierto:

«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo».

A pesar de todo, sabemos que en la tradición del pueblo de Dios el maná tenía un sabor muy especial que satisfacía el hambre de cada uno.

Ante el privilegio que le concedió el Señor de tener un alimento suficiente, Dios, como castigo, les envía las serpientes venenosas «que los mordían, y murieron muchos israelitas».

El pueblo se arrepiente y pide a Moisés que suplique a Dios que lo perdone. Como respuesta Dios no los liberó de las serpientes, sino que ordenó a Moisés: «Haz una serpiente venosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

Sabemos que ese estandarte es el símbolo de la cruz de Cristo que salvaría más tarde a toda la humanidad.

  • Salmo 77

Escarmentados con el ejemplo que vivió Israel en el momento terrible de las serpientes venenosas, acudimos a la misericordia infinita de Dios pidiéndole que no olvidemos las acciones maravillosas que hizo Dios con su pueblo:

«Cuando los hacías morir lo buscaban y madrugaban para volverse hacia Dios. Se acordaban de que Dios era su roca, el Dios altísimo su redentor.

Lo adoraban con sus bocas, pero sus lenguas mentían… Dios, en cambio, sentía lástima, perdonaba su culpa y no lo destruía».

Acudamos siempre a la misericordia infinita de Dios que está más allá de nuestros pecados.

  • San Pablo

En la Carta a los filipenses nos presenta el verdadero «estandarte» de nuestra salvación:

«Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios… Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz».

Ahora también nosotros acudimos a la misericordia infinita de Jesús para pedirle perdón por nuestros pecados y proclamar que «Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre».

¡En Él está nuestra salvación!

  • Verso aleluyático

Nos invita a adorar a Cristo y bendecirlo porque es nuestro Salvador:

«Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos porque con tu cruz has redimido al mundo».

  • Evangelio de San Juan

Es la impresionante lección que Jesucristo le da a Nicodemo que acude a Él de noche, por temor a ser visto por los judíos. Haciendo alusión a la primera lectura, le dice:

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que cree en Él tenga vida eterna».

A continuación, nos habla del amor infinito de Dios que fue capaz de entregar al mundo para su salvación a su propio Hijo único.

La llegada de Jesucristo tiene una clara explicación: Dios «no mandó su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que el mundo se salve por Él».

Este es el gran regalo de la misericordia infinita de Dios.

Por eso, no adoramos la cruz como un signo de tortura (hay tantos que la llevan hoy) sino que en ella fue crucificado Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y con fe lo adoramos y aprovechamos de «su entrega» a través de su muerte y resurrección.

Con San Pablo repetimos también hoy:

«Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre…

Y toda lengua proclame: “¡Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre!”.

***

 

En este día 14 de septiembre de 2025, cumpleaños del Papa León XIV, le deseamos un día muy feliz y le prometemos nuestra sincera oración para que Dios pueda actuar por medio de él:

«¡FELIZ CUMPLEAÑOS, PAPA LEÓN!».

6 de septiembre de 2025

JESÚS RECLAMA EL PRIMER PUESTO - Domingo XXIII del tiempo ordinario

La liturgia de este domingo guarda una unidad muy importante para cada uno de nosotros, hombres y mujeres de este tiempo.

  • Libro de la Sabiduría

Nos habla de dos realidades que constituyen la persona humana. En primer lugar, nos hace una pregunta que no es fácil responder:

«¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?».

Desde aquellos tiempos el hombre tenía claro que posee razonamientos fiables por naturaleza:

«Su cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda terrestre abruma la mente que medita».

Si bien nos dice que en el ser humano hay una «mente que medita», sin embargo, hay además una gran confusión que llevamos dentro de nosotros porque «¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá el designio de Dios si Tú no le das sabiduría?».

Cuando la parte material va unida conscientemente a la parte espiritual, tenemos la grandeza del auténtico ser humano:

«Solo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que Te agrada».

  • Salmo 89

Es una invitación para que meditemos la grandeza y, al mismo tiempo, la pequeñez del ser humano: «Tú reduces el hombre a polvo diciendo: “retornad, hijos de Adán”».

Para el salmista Dios viene a ser como un sembrador: «Los siembras año por año como hierba que se renueva por la mañana, y por la tarde se seca».

El escritor sagrado se vuelve a Dios pidiéndole, y nosotros con él: «Que adquiramos un corazón sensato. Por la mañana sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo».

  • San Pablo

El apóstol nos enseña la diferencia que hay entre un bautizado y uno que no lo ha sido: Filemón, siendo pagano, tuvo a Onésimo como esclavo, pero ahora tanto Filemón como Onésimo son bautizados y es distinta la manera de relacionarse que debe tener Filemón con Onésimo.

El tiempo que hubo de separación entre los dos cambió totalmente la mirada para contemplar al mismo hombre. Por esta razón, dice San Pablo:

«Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido».

Filemón aprendió a valorar a la persona en todas sus dimensiones al recibir la fe con el bautismo y comprendió que un cristiano tiene un valor muy grande al bautizarse, por eso San Pablo mismo añade:

«Si yo lo quiero tanto, ¡cuánto más lo has de querer tú como hombre y como cristiano!».

  • Verso aleluyático

Pedimos al Señor que nos ayude a descubrir el valor de la persona humana a la luz de la fe: «Haz brillar tu rostro sobre tu siervo. Enséñame tus leyes».

  • Evangelio

El Evangelio de San Lucas, en este día, tiene varias enseñanzas muy importantes para el verdadero cristiano. Comienza Jesús diciendo:

«Si alguno se viene conmigo y no POSPONE a su padre y a su madre… incluso a sí mismo: no puede ser discípulo mío».

No hay contradicción entre estas palabras y el mandamiento del amor fraterno: «Ámense unos a otros como yo los he amado».

Tengamos siempre presente en nuestra mente y corazón: JESUCRISTO ES EL PRIMERO EN TODO.

A continuación, nos pide Jesús seguirlo a Él cargando la cruz de cada día, para que seamos auténticos discípulos y nos presenta dos parábolas que aclaran la enseñanza.

Tenemos que llegar a conocer perfectamente el valor de la vida del cristiano para que no nos suceda como al que pensaba construir una casa y por no haber previsto el dinero que necesitaba, «la gente decía: este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar».

También tenemos el caso del rey que va a la guerra con cinco mil hombres enfrentándose a su enemigo que tiene diez mil hombres. Si ve imposible la victoria, se verá obligado a pedir condiciones de paz.

La conclusión de la reflexión que nos propone la liturgia es muy clara e importante, porque el ser humano tiene dos tiempos que son dos valores muy distintos: uno terreno, temporal y material, que es la primera parte de nuestra vida en este mundo; y otro espiritual y eterno que tenemos que merecer mientras vivimos en la primera etapa de nuestra existencia.

Ánimo, amigos: con el tiempo ganamos la eternidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista