Me gusta observar cuando comienzan a sentarse las personas que se creen bien formadas; cómo algunas se empujan para ubicarse en los primeros asientos. Con frecuencia recuerdo el Evangelio de hoy en esos momentos.
- Eclesiástico
Nos ofrece una gran
enseñanza a todos nosotros:
«Es grande la
misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes».
Corregir al humilde
siempre tiene éxito; en cambio, resalta la maldad del cínico que no tiene cura:
«Es brote de mala planta».
Pero el sabio, más bien, aprecia las sentencias de los sabios y tiene «el oído atento a la sabiduría». Este sí merece que se le escuche y que se le corrija a tiempo porque aprecia la verdadera sabiduría.
- Salmo 67
Los justos se
alegran, gozan en la presencia de Dios rebosando de alegría. El salmista alaba
a Dios, «Padre de huérfanos y protector de viudas».
De Él dice que
desde su santa morada protege a los desvalidos y libra a los cautivos.
El salmo termina alabando a Dios que derrama una copiosa lluvia que alivia la tierra extenuada.
- Carta a los hebreos
El párrafo de este
domingo comienza negando la llamada de Dios al hombre en un fuego encendido, con
nubarrones y tormenta y sonido de trompeta, con gran temor, como ocurría en el
Antiguo Testamento.
Más bien con Jesucristo, en la nueva alianza sellada con su sangre, Dios se hace cercanía: «Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta… y al Mediador de la nueva alianza, Jesús».
- Verso aleluyático
Es una invitación a
seguir de cerca a Jesús que carga con su cruz y mantiene sus enseñanzas:
«Cargad con mi yugo
y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón».
Jesús es el Maestro y debemos aprender de Él todas sus virtudes humanas y divinas, en la medida que nos corresponde, especialmente la mansedumbre y la humildad que tanto cuesta al corazón humano, rebelde y orgulloso por naturaleza.
- Evangelio
El Evangelio nos
presenta una escena muy corriente en muchos ambientes de nuestra sociedad.
Jesús se da cuenta de que los invitados pugnaban por los primeros puestos y sin
más comenzó con esta parábola:
«Cuando te conviden
a una boda no te sientes en el puesto principal, no sea que hallan convidado a
otro de más categoría que tú; y vendrá el que les convidó a ti y al otro y te
dirá: “Cédele el puesto a este”».
Jesús describe la
vergüenza del que se sentó antes de tiempo, al tener que ir a ocupar el último
lugar del banquete.
Por el contrario,
Jesús propone la humildad del que se sienta en el último lugar en la boda, y va
hasta él el señor de la fiesta y le dice: «Amigo, sube más arriba».
Son las dos
actitudes que Jesús destaca: el orgulloso que quiere ponerse en el primer lugar
y el humilde que por haber sido sacrificado y ponerse en el último lugar será
glorificado.
La gran enseñanza
de Jesús es esta:
«Cuando des una
comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes,
ni a los vecinos ricos… Invita a pobres, lisiados, cojos, ciegos: Dichoso tú
poque no pueden pagarte. Te pagarán cuando resuciten los justos».
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista