26 de julio de 2025

PEDIR HASTA «ABURRIR» AL AMIGO


Posiblemente todos tenemos la experiencia de que cuando uno nos pide reiteradamente alguna cosa, termina aburriéndonos y «lo mandamos a paseo».

Hoy el camino de petición que enseña Jesús es distinto.

  • Génesis

El Génesis nos cuenta cómo Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra.

Pidió al Señor, con perseverancia, por una razón muy simple: en aquellos pueblecitos de Sodoma y Gomorra que Dios iba a eliminar con el fuego, vivía su pariente Lot y quería salvarlo a toda costa.

Así fue intercediendo por aquellas ciudades hasta que, al fin, Dios por amor a diez justos, estaba dispuesto a perdonar a esas famosas ciudades.

La última vez que intercedió Abraham fue así:

«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿y si se encuentran diez justos?

Contestó el Señor: “En atención a los diez no la destruiré”.».

De hecho, el Señor sacó de la ciudad a Lot y familia antes de destruirla, gracias a la intercesión de Abraham.

  • Salmo 137

Nos habla de la confianza en el Señor y de cómo Él escucha con amor nuestras peticiones:

«Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste…

Daré gracias a tu nombre, Señor, por tu misericordia y tu lealtad».

Y a continuación, el salmista se goza en la experiencia de la misericordia del Señor:

«El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna, no abandonas la obra de tus manos».

  • San Pablo

El apóstol habla a los colosenses de la importancia del bautismo que nos transforma en hijos de Dios:

«Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con Él».

De esta manera debemos meditar en la misericordia infinita de Dios a través de la muerte en cruz de Jesucristo:

«Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio clavándolo en la cruz».

Así el Señor ha multiplicado a los renacidos, gracias al sacrificio de Jesús.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda la importancia del bautismo, el primer sacramento que recibimos para entrar en la Iglesia:

«Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: ¡Abbá, Padre!».

  • Evangelio

Nos cuenta cómo un día en que Jesús se había retirado a un lugar desierto para hacer oración, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos».

En aquel momento Jesús les enseña a rezar el padrenuestro, que según el relato de San Lucas es el siguiente:

«Cuando oréis decid: “Padre santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día nuestro pan del mañana. Perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo y no nos dejes caer en la tentación».

En esta oración tenemos lo fundamental del padrenuestro que después completará San Mateo en su evangelio y es el que rezamos diariamente.

De todas formas, Jesús, después de enseñar esta oración, les ofrece a los suyos la parábola del amigo importuno. Se trata de un señor que va a casa de su amigo a decirle:

«Amigo, préstame tres panes pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle».

Ante esta petición la respuesta del panadero es negativa porque ya está durmiendo y con sus familiares también acostados. Pero Jesús añade:

«Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite».

Con esta parábola Jesucristo nos enseña a pedir con perseverancia a Dios.

La gran lección del día es esta: La petición de Abraham y su insistencia movió «el corazón de Dios» para salvar a los familiares del gran patriarca.

Y en la parábola que sigue al padrenuestro Jesús nos enseña también a ser constantes en la oración, terminando con estas palabras:

«Si vosotros que sois malos sabréis dar cosas buenas a vuestros hijos: “¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista 

19 de julio de 2025

DIOS HA VISITADO A SU PUEBLO

No hay duda de que una de las cosas que más nos gustan a los seres humanos es recibir visitas que nos hacen felices por el hecho de compartir y, sobre todo, si hay un regalo de por medio.

  • Génesis

Es impresionante que Dios, a través de la historia de la humanidad, suele presentarse de una u otra manera en el momento más inesperado. Abraham está en el campo y de repente se presentan tres personas ante él. Si examinamos a fondo en la interpretación de los Santos Padres es fácil descubrir en aquellos tres personajes a la Santísima Trinidad que viene a ver y a regalar a Abraham.

Apenas los ve el anciano generoso les pide, por favor, que se queden con él y les ofrece una comida al estilo del campo.

Ordena a su mujer que prepare una hogaza de pan. Busca el mejor ternero y lo hace guisar. Añade al banquete cuajada y leche.

Los visitantes se alimentan y demostrando la divinidad que representan hacen una promesa al hombre anciano casado con mujer estéril:

«Cuando vuelva a ti dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».

Este era el mejor regalo que podían hacerle a Abraham que temía que su heredero fuera su siervo y no un hijo propio.

  • Salmo 14

Parece distinto del tema que viene tratando la liturgia, pero es evidentemente su complemento. Así pregunta el salmo:

«¿Quién puede hospedarse en tu tienda?».

Ahora no se trata de Dios que ingresa a la casa, sino de pensar en quién puede ser digno de recibir a Dios en su casa.

El salmo presenta una serie de condiciones que se convierten en puertas para entrar en el seno de Dios:

La honradez y práctica de la justicia, tener buenas intenciones y no calumniar, «el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino… El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente…».

  • San Pablo

Por su parte, el apóstol, nos da a conocer cómo ha profundizado en el conocimiento de Dios para poderlo compartir a todos:

«Nosotros anunciamos a ese Cristo, amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría para que todos lleguen a la madurez en su vida, en Cristo».

El plan de Dios es siempre tener las puertas abiertas para quien lo busca con sinceridad.

  • Verso aleluyático

Alaba a los que tienen un corazón noble y generoso guardando la Palabra de Dios y permitiéndole dar el fruto que lleva consigo esta Palabra.

  • Evangelio

Es maravilloso.

Ahora no es la Santísima Trinidad la que visita sino Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que entra en casa de Marta. Lo han invitado para comer con los suyos y todos se dedican a gozar de su presencia.

Marta, la dueña de casa, se preocupa por preparar los alimentos para Jesús y sus acompañantes.

La señora tiene una hermana que no solo no la ayuda, sino que, sentada a los pies de Jesús, está fascinada por su palabra.

En un momento determinado Marta se queja ante el Señor diciéndole:

«¿Señor, no te importa que mi hermana me haya dejado sola en el servicio? Dile que me ayude».

Jesús, por el contrario, rechaza más bien la actitud de Marta «que está inquieta y nerviosa con muchas cosas» y alaba a María que en su actitud de escucha ha escogido la mejor parte.

El Señor no se queja del trabajo de Marta porque de su trabajo se van a alimentar todos, sino más bien por el estar inquieta y nerviosa por las cosas externas, sin preocuparse por las palabras de vida eterna que trae el divino huésped.

En este día que la liturgia nos habla de distintas visitas, examinamos con sinceridad si realmente nos preocupamos de la visita que Dios puede hacernos, incluso a diario, por medio de la Eucaristía, y estar pendientes de sus labios como María estaba en su casita de Betania.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

12 de julio de 2025

DOS COSAS, PERO UNA MÁS IMPORTANTE

 

A nuestra sociedad le cae muy mal que le manden. Cada uno cree que es la autoridad de sí mismo y ahí acaba todo. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña un camino muy claro para seguirlo y encontrar el Reino de Dios.

  • Deuteronomio

Nos asegura que todos los seres humanos, lo reconozcamos o no, tenemos inscrito en el corazón la ley de Dios; es decir, los mandamientos que debemos cumplir.

Atendamos:

«Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandamientos… Conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma».

Por más que la humanidad se resista a obedecer a Dios, sus normas, sus mandamientos, sus leyes, están claras en cada uno de los seres humanos:

«El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo».

Aunque la humanidad sea infiel a Dios, Él no se apartará de ella porque desde dentro la conduce.

  • Salmo 68

«Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias».

El salmista nos da un consejo muy importante para todos:

«Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y revivirá vuestro corazón».

  • San Pablo

El apóstol nos presenta hoy su gran himno a Cristo que deberíamos meditar porque nos habla de la profundidad de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, «porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas, celestes y terrestres».

De esta manera la invitación del apóstol es para admirar, glorificar y reconocer la grandeza de Jesucristo. Para nosotros resulta muy importante esta afirmación de San Pablo: Jesús es «el principio, el primogénito de entre los muertos y así es el primero en todo».

En Jesucristo el Padre Dios ha querido reconciliar consigo todos los seres del cielo y de la tierra: ¡Jesús es una maravilla!

Por eso nos alegra saber que nuestro Papa León XIV ha puesto a Jesucristo como centro de unidad y amor para toda la Iglesia.

  • Verso aleluyático

Queramos reconocerlo o no, todas las criaturas tenemos que afirmar hoy con el evangelista San Juan:

«Tus palabras Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna». Jesús es Dios.

  • Evangelio

El capítulo diez de San Lucas resulta muy interesante para meditarlo en este domingo XV del tiempo ordinario:

Un maestro de la ley pregunta: «¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»

Jesús le hace dar la respuesta a él mismo, con las palabras de la Escritura, puesto que es un maestro:

«¿Qué lees en la Ley?».

El maestro responde: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo».

Jesús lo felicita y parece que ahí quedó todo. Pero aquel maestro no se contenta, quizá por vanidad o quizá porque quiere aprender y pregunta:

«¿Y quién es mi prójimo?».

Jesús aprovecha para contarnos a todos la parábola del «buen samaritano».

Este señor se encuentra por el camino con un hombre herido y despojado de todo y, aunque no es de su religión, sintió lástima de él, «se le acercó, lo vendó y echándole aceite y vino en las heridas, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a la posada y pagó. Dijo al posadero: “cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta”».

Al terminar la parábola, Jesús pregunta al maestro de la Ley: «¿Cuál te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él contestó: «El que practicó la misericordia con él».

Jesús concluyó aquel día, y sigue diciéndonos a todos, lo que le dijo al maestro de la Ley:

«¡Anda y haz tú lo mismo!».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

5 de julio de 2025

LA FUERZA DE LA EVANGELIZACIÓN EN NOMBRE DE CRISTO -Domingo XIV del tiempo ordinario-

No solamente Jesucristo anunció el Evangelio mientras estuvo en este mundo, sino que sostuvo pequeñas experiencias de evangelización con sus discípulos por los pueblos y aldeas para proclamar el reino y los caminos hacia él.

  • Isaías

En el último de sus capítulos predice un bienestar para Jerusalén e invita al pueblo de Dios a festejar a Jerusalén que es como la personificación del pueblo escogido por Dios.

Concreta su fecundidad diciendo: «Yo haré derivar hacia ella como un río la paz, como un torrente en crecida las riquezas de las naciones…».

El Señor multiplicará su fecundidad y la alegría de la paz exaltará al Señor por encima de los demás pueblos.

  • Salmo 65

Pide a toda la tierra que aclame al Señor y que le cante con júbilo porque así lo merece su gloria. Luego el salmista pide que se postre ante el Señor la tierra entera:

«Que toquen en tu honor… Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres».

Finalmente, el salmista pide «a los fieles de Dios que vengan a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo».

El salmo termina con una bendición al Señor que dice así:

«Bendito sea Dios que no rechazó mi suplica ni me retiró su favor».

  • San Pablo a los gálatas

Pablo, después de haberse convertido a Jesucristo, tiene como única gloria la cruz de Jesús en la que se siente él mismo crucificado y no entendido por el mundo.

Resalta que lo que importa es la criatura nueva que nace del compartir los sufrimientos de Cristo: «La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma, también sobre el Israel de Dios».

En adelante, la única gloria que pide para sí mismo el apóstol es llevar sobre sí los signos de la cruz de Cristo.

  • Verso aleluyático

San Pablo pide «que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: la Palabra de Cristo habite entre vosotros con toda su riqueza».

Es muy importante que la riqueza de la Palabra de Dios brille en nuestra vida.

  • Evangelio de San Lucas

Narra los consejos que da Jesucristo a los setenta y dos discípulos que irán por los pueblos anunciando la buena noticia del Evangelio.

Empieza pidiéndoles oración: «La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

La oración es sumamente importante para todo misionero, porque, sea o no consciente de ello, todo el que anuncie la Palabra de Dios tropieza, más o menos pronto, con los enemigos de Dios.

Después de pedir esta oración continúa con unos consejos concretos para los discípulos:

«Cuando entréis a una casa decid primero: “paz a esta casa”».

Si hay gente de paz entre los oyentes «descansará sobre ellos vuestra paz, si no volverá a vosotros… Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan porque el obrero merece su salario».

De todas formas, es muy serio lo que advierte Jesús:

«Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comen lo que os pongan, curad a los enfermos que haya y decid: “está cerca de vosotros el reino de Dios”».

De esta manera el misionero debe ir siempre en nombre del Señor, proclamar su Palabra con respecto al reino y prometer, a quienes escuchen su mensaje la entrada en el reino.

Amigos todos, recuerden que por el bautismo hemos recibido la hermosa misión de proclamar a Cristo a todos los pueblos; empezando por las personas cercanas con las que tenemos más obligación.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista