No hay duda de que una de las cosas que más nos gustan a los seres humanos es recibir visitas que nos hacen felices por el hecho de compartir y, sobre todo, si hay un regalo de por medio.
- Génesis
Es impresionante que Dios, a través de la historia de la humanidad, suele presentarse de una u otra manera en el momento más inesperado. Abraham está en el campo y de repente se presentan tres personas ante él. Si examinamos a fondo en la interpretación de los Santos Padres es fácil descubrir en aquellos tres personajes a la Santísima Trinidad que viene a ver y a regalar a Abraham.
Apenas los ve el
anciano generoso les pide, por favor, que se queden con él y les ofrece una
comida al estilo del campo.
Ordena a su mujer
que prepare una hogaza de pan. Busca el mejor ternero y lo hace guisar. Añade
al banquete cuajada y leche.
Los visitantes se
alimentan y demostrando la divinidad que representan hacen una promesa al hombre
anciano casado con mujer estéril:
«Cuando vuelva a ti
dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Este era el mejor regalo que podían hacerle a Abraham que temía que su heredero fuera su siervo y no un hijo propio.
- Salmo 14
Parece distinto del
tema que viene tratando la liturgia, pero es evidentemente su complemento. Así
pregunta el salmo:
«¿Quién puede
hospedarse en tu tienda?».
Ahora no se trata
de Dios que ingresa a la casa, sino de pensar en quién puede ser digno de
recibir a Dios en su casa.
El salmo presenta
una serie de condiciones que se convierten en puertas para entrar en el seno de
Dios:
La honradez y práctica de la justicia, tener buenas intenciones y no calumniar, «el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino… El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente…».
- San Pablo
Por su parte, el
apóstol, nos da a conocer cómo ha profundizado en el conocimiento de Dios para
poderlo compartir a todos:
«Nosotros
anunciamos a ese Cristo, amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los
recursos de la sabiduría para que todos lleguen a la madurez en su vida, en
Cristo».
El plan de Dios es siempre tener las puertas abiertas para quien lo busca con sinceridad.
- Verso aleluyático
Alaba a los que tienen un corazón noble y generoso guardando la Palabra de Dios y permitiéndole dar el fruto que lleva consigo esta Palabra.
- Evangelio
Es maravilloso.
Ahora no es la
Santísima Trinidad la que visita sino Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que
entra en casa de Marta. Lo han invitado para comer con los suyos y todos se
dedican a gozar de su presencia.
Marta, la dueña de
casa, se preocupa por preparar los alimentos para Jesús y sus acompañantes.
La señora tiene una
hermana que no solo no la ayuda, sino que, sentada a los pies de Jesús, está
fascinada por su palabra.
En un momento
determinado Marta se queja ante el Señor diciéndole:
«¿Señor, no te
importa que mi hermana me haya dejado sola en el servicio? Dile que me ayude».
Jesús, por el
contrario, rechaza más bien la actitud de Marta «que está inquieta y
nerviosa con muchas cosas» y alaba a María que en su actitud de escucha ha
escogido la mejor parte.
El Señor no se
queja del trabajo de Marta porque de su trabajo se van a alimentar todos, sino
más bien por el estar inquieta y nerviosa por las cosas externas, sin
preocuparse por las palabras de vida eterna que trae el divino huésped.
En este día que la
liturgia nos habla de distintas visitas, examinamos con sinceridad si realmente
nos preocupamos de la visita que Dios puede hacernos, incluso a diario, por
medio de la Eucaristía, y estar pendientes de sus labios como María estaba en
su casita de Betania.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista