«He resucitado y
aún estoy contigo».
Así saludó el Amigo
que ha cumplido todo lo que dijo:
«Todo está
cumplido».
Con alegría, rebosando de gozo pascual, celebramos el triunfo maravilloso de Jesús, Dios y hombre verdadero.
- Carta a los hebreos
San Pedro,
confirmado como el primero de los apóstoles por Jesús, tomando la palabra,
dijo:
«Conocéis lo que
sucedió en el país de los judíos cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la
cosa comenzó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la
fuerza del Espíritu Santo», que hizo mucho bien con sus milagros ante el pueblo.
Pedro se reconoce
como testigo de lo que hizo Jesús en Judea y en Jerusalén.
Y después de hacer
mucho bien a todos, «lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo
resucitó».
Todo esto sucedió
al tercer día «y nosotros, que hemos comido con Él, somos testigos de esta
resurrección».
No olvidemos que cuando Jesús asciende al cielo, encarga a todos (los bautizados) a proclamar el Evangelio por el mundo entero.
- Salmo 117
La Iglesia, llena
de alegría. repite:
«Este es el día en
que actuó el Señor».
Es el día más
importante que da sentido a toda la pasión y muerte de Jesús que hemos
celebrado los días anteriores. Por eso:
«¡Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia!».
- San Pablo
El apóstol celebra
la resurrección de Jesús con estas palabras, para nuestra meditación:
«Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba donde está Cristo sentado a la derecha de Dios».
- Secuencia
Se trata de un
hermoso himno que se canta después de la segunda lectura, y que empieza con las
siguientes palabras:
«Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza, a gloria de la víctima propicia de la Pascua… (y
termina diciendo:)
Rey vencedor apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa…».
- Verso aleluyático
Por fin la liturgia
vuelve a su canto de alabanza y glorificación al Dios bueno que ha tenido a
bien redimirnos con tanto dolor, un dolor que se ha vuelto misericordia y
felicidad para todos:
«¡Aleluya! Ha sido inmolada nuestra víctima pascual, Cristo. Celebremos la Pascua en el Señor. ¡Aleluya!».
- Evangelio
Nos cuenta San Juan
que el primer día de la semana fue María con las otras mujeres a embalsamar el
cuerpo de Jesús.
María Magdalena,
siempre inquieta, miró por todas partes. No vio el cuerpo en el sepulcro y
desesperadamente, sin pensar en la posible resurrección de que Jesús había
hablado, dijo a los apóstoles Juan y Pedro:
«Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y Juan fueron
corriendo al sepulcro. Primero entró Pedro y luego entró Juan. Y este apóstol
dice de sí mismo: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había
llegado primero al sepulcro. Vio y creyó».
El mismo Juan
atestigua que no había creído a Jesús que había predicho tantas veces su
resurrección al tercer día.
Nosotros también en
esta Pascua de Jesús Resucitado celebremos el triunfo de Él y, al mismo tiempo,
nuestra propia victoria porque su resurrección del sepulcro ha sido para
nosotros, para que después de nuestra vida participemos en su resurrección
gloriosa.
Con la liturgia
terminemos pidiendo que «seamos renovados por el Espíritu Santo para
resucitar en el reino de la luz y de la vida. Aleluya».
¡Feliz Pascua de
Resurrección para todos!
¡Con fe profunda
hagamos nuestra la resurrección de Jesucristo!
José Ignacio
Alemany Grau, obispo Redentorista