Con el Domingo de Ramos ingresamos a lo que la liturgia llama la Semana Santa o Semana Mayor. El motivo es que durante estos días meditaremos en los grandes misterios de nuestra salvación: la Eucaristía (Jueves Santo), la entrega y muerte de Jesús en la Cruz (Viernes Santo) y la gran ceremonia de la Resurrección del Señor en la Vigilia Pascual (Sábado en la noche).
+ En este Domingo
de Ramos meditaremos, sobre todo, la lectura de la Pasión de nuestro Señor
Jesucristo, según San Lucas.
Meditemos, ojalá, en familia esta lectura muy importante para nosotros.
- La Pasión del Señor según San Lucas
Meditamos algunos
puntos que nos pueden ayudar en nuestra meditación.
I. Institución de
la Eucaristía
«He deseado
enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os
digo que ya no volveré a comer, hasta que se cumpla en el Reino de Dios».
Jesús entrega su
cuerpo y su sangre como un milagro de su divinidad para que los suyos, comiendo
el cuerpo de su Maestro, lleguen a identificarse con Él por medio de la gracia
de este gran sacramento.
Es una pena que los hombres no seamos capaces de descubrir el amor infinito de Jesús en este sacramento.
II. En el Huerto de
los Olivos
Jesús, según su
costumbre, va al Monte de los Olivos y los apóstoles lo acompañan. Jesús hace
la gran oración de identificación de su voluntad con la del Padre Dios, y en el
dolor que siente busca el consuelo de sus discípulos que están, de hecho,
dormidos, amodorrados, por la pena que sienten por el sufrimiento de su
Maestro.
Aprendamos de Él la
gran lección:
«Velad y orad para
no caer en la tentación».
Jesús continúa su oración y los suyos siguen durmiendo… Aprendamos la oración de Jesús en medio de tanto dolor como tiene que soportar.
III. El
prendimiento
Dirigidos por uno
de los apóstoles, Judas Iscariote, un pelotón llega a prender a Jesús. Él se
deja, mientras los suyos hacen un pequeño ademán de defenderlo. Jesús se
entrega diciendo:
«¿Habéis salido con
espadas y palos como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con
vosotros y no me echasteis mano. Pero esta es vuestra hora y el poder de las
tinieblas».
Lo prendieron y ataron y llevaron a casa del sumo sacerdote.
IV. Azotado y
coronado de espinas
Aprovechando la
soldadesca un rato que tienen libre, se burlan de Jesús mientras le pegan:
«Haz de profeta:
¿quién te ha pegado?» (porque tenía Jesús los ojos cubiertos).
Se burlan
despiadadamente de Él y frente al Sanedrín quieren completar la sentencia
haciéndole confesar para poder acusarlo:
«“Si tú eres el
Mesías, dínoslo”. Jesús contestó: “Si os lo digo no lo vais a creer y si lo
pregunto, no me vais a responder”.
Desde ahora el Hijo
del hombre estará sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso».
Este será el motivo
fundamental para que aquellos lo condenen. No pueden oír que aquel hombre
maniatado afirme, con tanta valentía, que Él es Dios.
Tampoco admiten que sea el «Rey de los judíos». Sin embargo, con esto presionaron a Pilato para que, sin motivo real, lo condene a la muerte de cruz.
V. En el Calvario
Jesús, camino del Calvario,
es seguido por un «gran gentío del pueblo y de mujeres que se daban golpes y
lanzaban lamentos por Él».
Llegado al Calvario,
crucificaron a Jesús y su palabra estremeció a los oyentes:
«Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen».
Poco después se oyó
a Jesús que respondía al «buen ladrón»: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».
«Se oscureció el sol, el velo del templo se rasgó por medio y Jesús, clamando con voz fuerte, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró».
No nos queda más que
decir, amigos, solo meditar, adorar y agradecer.
Este Jesús, Dios y
hombre verdadero, es nuestro Redentor y dio su vida para que nosotros tengamos
vida eterna.
«Cristo,
por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso
Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”».
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista