Este tercer domingo de Adviento tradicionalmente se celebra con clima de alegría por la cercanía del Señor.
El domingo se llama
«de gaudete», que significa alégrense.
En el fondo, esta alegría está en el Espíritu Santo que nos regala el gozo espiritual reflejado en cada una de las lecturas de este día.
- Baruc
El profeta canta la
gloria de Dios y la alegría que ella trae a Jerusalén, recordando el sufrimiento
pasado del pueblo de Dios en el destierro y cómo ahora su regreso es glorioso:
«¡Alégrate y goza
de todo corazón, Jerusalén!».
Y añade: «No
temas, Sion. No desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, está en medio de
ti».
No puede haber
promesa más maravillosa que esta, que se hará realidad con la llegada del
Mesías.
Termina Baruc
animando a Jerusalén con estas palabras:
«Dios se goza y se complace en ti. Te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta».
- Salmo tomado de Isaías 12
Es uno de los
cantos más alegres porque canta la alegría de Israel que regresa del destierro:
«¡Gritad jubilosos:
qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!».
Invita a todos a
glorificar al Señor con estas palabras:
«Dad gracias al
Señor, invocad su nombre… Proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor
que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra».
Esta es la gran alegría que produjo al pueblo de Dios el regreso del destierro a la tierra prometida.
- San Pablo
El apóstol
aprovecha para gritar a los filipenses la alegría de tener a Dios:
«Estad siempre
alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres».
Entre las
manifestaciones de esta alegría pide San Pablo:
«Que vuestra mesura
la conozca todo el mundo… El Señor está cerca».
Teniendo a Dios los
filipenses no deben preocuparse por nada, sino más bien dedicarse a la oración,
a la súplica y acción de gracias.
Quiere el apóstol
que las peticiones de los filipenses lleguen a Dios y produzcan «la paz de
Dios que sobrepasa todo juicio y custodiará sus corazones y pensamientos en
Cristo Jesús».
Buenos motivos para que nosotros aprendamos también a celebrar el gozo de la cercanía de Jesús, siguiendo los consejos de San Pablo.
- Evangelio
Nos presenta al
Bautista predicando en el desierto. Se le acercan compungidas multitudes de
personas que el evangelista Lucas describe en grupos que preguntan:
«¿Todos en general
qué hemos de hacer?».
Y el precursor
responde:
«El que tenga dos
túnicas que se las reparta con el que no tiene y el que tenga comida que haga
lo mismo».
En otro momento,
los famosos publicanos, que han ido a bautizarse con Juan, escuchan esta
respuesta:
«No exijáis más de
lo establecido».
A la pregunta que
le hacen los militares, Juan responde:
«No hagáis
extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga».
Por otra parte,
estaba en el ambiente la idea de que Juan podría ser el Mesías. Y él, con la
valentía que le caracteriza, contesta:
«Yo os bautizo con
agua, pero viene el que puede más que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego».
Finalmente, Lucas dice
que Juan «añadió otras muchas cosas y exhortaba al pueblo y le anunciaba el
Evangelio».
Maravillosa lección
para nosotros que debemos imitar a Juan Bautista siendo también evangelizadores
que preparan el camino del Señor, apoyándonos en la fe que hemos recibido en el
bautismo.
José Ignacio
Alemany Grau, obispo Redentorista