En este domingo XXXIII del tiempo ordinario, la liturgia nos invita a hacer una profunda meditación. Ni nuestra naturaleza humana ni la fe aceptan que todo termine con la muerte. Esto es cosa seria.
El tiempo que tanto nos atrae es algo
pasajero. Hay algo más importante para los seres humanos.
Sin embargo, la mayoría vive como si todo terminara con el tiempo. Profundicemos en estos textos bíblicos:
- Daniel
No es tan claro el tema de la resurrección
de la que nos habla el profeta e incluso sabemos, por ejemplo, que los saduceos
no creían en la resurrección ni en la inmortalidad del alma. Sin embargo, este
texto marca el Antiguo Testamento.
Leamos y que cada uno descubra lo que pretende
enseñar el profeta Daniel:
«Se levantará Miguel, el arcángel que se
ocupa de su pueblo, serán tiempos difíciles como nunca los ha habido».
Y añade que se salvarán «unos para vida
eterna y otros para ignominia perpetua».
Y termina con estas palabras:
«Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad».
- Salmo 15
Invita a pedir la protección a Dios:
«Tengo siempre presente al Señor, con Él a
mi derecha no vacilaré…
Por eso, se me alegra el corazón, se gozan
mis entrañas…».
El salmista concluye con este precioso acto
de confianza:
«Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».
- Carta a los hebreos
Pienso que es una fuerte invitación para
agradecer a Jesucristo ya que, gracias a Él, nos hemos librado del pecado.
Jesús «ofreció por los pecados, para
siempre jamás, un solo sacrificio».
Y ahora, como decimos en el credo:
«Está sentado a la derecha de Dios.
Con una sola ofrenda perfeccionó para
siempre a los que van siendo consagrados».
Finalmente, para alegría de todos nosotros,
termina con esta solemne afirmación:
«Donde hay perdón no hay ofrenda por los pecados».
- Verso aleluyático
Mantenerse en pie frente a Jesús juez
supone una conciencia limpia de pecado.
Esto nos pide San Lucas:
«Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
- Evangelio
Siempre que queremos saber cuándo será el
fin del mundo nos encontramos, por una parte, con nuestra pregunta directa y,
por otra, con la respuesta tajante de Jesús:
- «Cuando menos lo piensen vendrá el Hijo
del hombre… Como ladrón en la noche…».
Y en este día, la respuesta de Jesús es más
clara que nunca:
«El día y la hora nadie lo sabe, ni los
ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre».
Para que no quedemos en el error tengamos
muy presente que Jesús como Dios conoce lo mismo que el Padre Dios. En cuanto
hombre, se atiene a los planes de salvación que ha trazado la divina
providencia.
Podemos concluir así: No es conveniente
preocuparnos con el «cuándo será el final del mundo», sino en preocuparnos por
estar siempre preparados.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista