16 de noviembre de 2024

¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DEL MUNDO?

En este domingo XXXIII del tiempo ordinario, la liturgia nos invita a hacer una profunda meditación. Ni nuestra naturaleza humana ni la fe aceptan que todo termine con la muerte. Esto es cosa seria.

El tiempo que tanto nos atrae es algo pasajero. Hay algo más importante para los seres humanos.

Sin embargo, la mayoría vive como si todo terminara con el tiempo. Profundicemos en estos textos bíblicos:

  • Daniel

No es tan claro el tema de la resurrección de la que nos habla el profeta e incluso sabemos, por ejemplo, que los saduceos no creían en la resurrección ni en la inmortalidad del alma. Sin embargo, este texto marca el Antiguo Testamento.

Leamos y que cada uno descubra lo que pretende enseñar el profeta Daniel:

«Se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de su pueblo, serán tiempos difíciles como nunca los ha habido».

Y añade que se salvarán «unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua».

Y termina con estas palabras:

«Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad».

  • Salmo 15

Invita a pedir la protección a Dios:

«Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré…

Por eso, se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas…».

El salmista concluye con este precioso acto de confianza:

«Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

  • Carta a los hebreos

Pienso que es una fuerte invitación para agradecer a Jesucristo ya que, gracias a Él, nos hemos librado del pecado.

Jesús «ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio».

Y ahora, como decimos en el credo:

«Está sentado a la derecha de Dios.

Con una sola ofrenda perfeccionó para siempre a los que van siendo consagrados».

Finalmente, para alegría de todos nosotros, termina con esta solemne afirmación:

«Donde hay perdón no hay ofrenda por los pecados».

  • Verso aleluyático

Mantenerse en pie frente a Jesús juez supone una conciencia limpia de pecado.

Esto nos pide San Lucas:

«Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

  • Evangelio

Siempre que queremos saber cuándo será el fin del mundo nos encontramos, por una parte, con nuestra pregunta directa y, por otra, con la respuesta tajante de Jesús:

- «Cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre… Como ladrón en la noche…».

Y en este día, la respuesta de Jesús es más clara que nunca:

«El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre».

Para que no quedemos en el error tengamos muy presente que Jesús como Dios conoce lo mismo que el Padre Dios. En cuanto hombre, se atiene a los planes de salvación que ha trazado la divina providencia.

Podemos concluir así: No es conveniente preocuparnos con el «cuándo será el final del mundo», sino en preocuparnos por estar siempre preparados.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

9 de noviembre de 2024

LA PROVIDENCIA DE DIOS

En este domingo XXXII del tiempo ordinario, ya hacia el final del año litúrgico, la madre Iglesia nos invita a admirar y agradecer a Jesucristo, el Sumo Sacerdote, a quien le debemos la salvación eterna todos los seres humanos.

No hay salvación si no es en Cristo Jesús porque así lo ha determinado la providencia divina.

  • Libro de Reyes

El profeta Elías ha salido de la tierra de Israel y ha llegado a Sarepta, donde la sequía acaba con la vida de todos.

Elías ve a una ancianita recogiendo unos troncos para prender el fuego en su cocina. Dándose cuenta de la pobreza que ella padece, le pide dos cosas difíciles: un poco de agua del torrente que se agota y un poco de pan de la harina que se acaba.

La mujer confiando en el «Dios de Elías» hace ambas cosas y el profeta, de parte de Dios, le ofrece como regalo esta bendición:

«Dice el Dios de Israel: “la orza de harina no se vaciará; la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”».

La anciana se fio del profeta y Dios la bendijo largamente.

Qué bueno es fiarse de Dios, aunque los tiempos sean muy difíciles.

  • Salmo 145

El salmista nos invita a alabar a Dios. Algo muy importante para nosotros que normalmente nos dedicamos más bien a pedir:

«Alaba alma mía al Señor… que mantiene su fidelidad perpetuamente».

A continuación, el salmo va describiendo las maravillas que hace la providencia de Dios, entre otras esta frase que hace alusión a las viudas de este día:

«Sustenta al huérfano y a la viuda».

  • Carta a los hebreos

Nos habla de los dos grandes momentos de Jesucristo, Verbo de Dios encarnado, y Sumo y Eterno Sacerdote.

El primer momento es el de su sacrificio:

«Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos».

El sacrificio de sí mismo, hecho de una vez para siempre, trae la purificación y salvación a la humanidad entera.

En el segundo momento nuestro Sumo Sacerdote, «la segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan».

Es lo que repetimos en nuestro credo de la fe católica:

«Desde allí he de venir a juzgar a vivos y muertos».

Con este acto de fe, lejos de temer a Jesús, debemos alegrarnos y llenarnos de esperanza si nos hemos esforzado por cumplir sus mandatos.

  • Verso aleluyático

Una vez más, la liturgia nos recuerda que es necesario tener un corazón de pobre para acoger el reino:

«Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos»

  • Evangelio

El Evangelio de este día nos hace ver cómo acepta Dios las ofrendas que le hacemos.

(Allá en el fondo, recordamos la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel.)

Los ricos van al templo y dejan caer pesadas monedas en la alcancía de las limosnas. Cada moneda que echan llama la atención de todos los fieles.

Jesús, que observaba atentamente cómo se echaba la limosna, se da cuenta de que una ancianita echa en la alcancía dos reales, que ni suenan, pero Él que ve la intención aprovecha para advertirnos a todos:

Lo importante de la limosna no es la cantidad sino el amor y desprendimiento que lleva consigo el donativo. Por eso, Jesús termina alabando a la anciana: «que ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Aprendamos, amigos, a dar con sacrificio, tanto al prójimo como “a la alcancía del Señor” porque Dios ve las intenciones que hay en nuestro corazón.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

3 de noviembre de 2024

SOLO DIOS

Este domingo XXXI del tiempo ordinario, quiere infundir a la humanidad una nueva primavera hablándole de la cercanía del Creador, nuestro Dios.

Les invito a meditar con seriedad lo que tiene que significar Dios en nuestra vida personal y social si queremos conseguir la felicidad.

  • Deuteronomio

Nos presenta unos consejos muy especiales para que entendamos el poder de Dios, precisamente cuando la naturaleza se rebela contra el hombre, su criatura.

Meditemos este consejo que tiene unido a él una gran promesa:

«Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú y tus hijos y tus nietos mientras viváis».

Añade el texto: «Así prolongarás tu vida… para que te vaya bien y crezcas en número».

Finalmente, llega el gran mandamiento del Señor:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas».

  • Salmo 17

Es una auténtica confesión de amor, que es bueno que hoy repitamos todos en nombre de la humanidad. Leamos y meditemos:

«Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza… Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… Mi peña, mi refugio, escudo mío…».

A continuación, el salmista confirma su confianza y seguridad en Dios:

«Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos», para terminar, glorificando al Dios verdadero:

«¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! ¡Sea ensalzado mi Dios y salvador!».

  •  Carta a los hebreos

Continúa el tema de la semana anterior hablándonos del servicio maravilloso que ha hecho Jesucristo a la humanidad, con su sacerdocio especial y único.

Él es «el» sacerdote «santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y, por lo mismo, encumbrado sobre el cielo».

Jesús sacerdote «no necesita ofrecer sacrificios cada día, como hacen los sacerdotes humanos, que primero ofrecen sacrificios por sus propios pecados y después por los del pueblo… Jesús ofreció el sacrificio una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».

En este día tenemos que agradecer de una manera especial a Jesucristo, que es Dios y Redentor nuestro, por el sacrificio al que se sometió para salvarnos a nosotros.

  • Verso aleluyático

En este domingo del amor de Dios tengamos presente la gran promesa hecha por Jesús:

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él».

La maravillosa respuesta de Dios siempre está por encima de nuestra generosidad. Él mismo está con nosotros.

  •   Evangelio

El párrafo del Evangelio de San Marcos de hoy nos cuenta que un escriba que, por cierto, tenía buena voluntad, preguntó a Jesús:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

La respuesta de Jesucristo no se hizo esperar y, citando el Antiguo Testamento, afirmó:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser».

Después de afirmar cómo el primero es el primer mandamiento, añade:

«El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

El escriba satisfecho termina alabando a Jesús y repitiendo el mismo pensamiento. Esto agradó a Jesús que terminó la conversación diciendo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Amigos todos, hay una eternidad feliz y conseguirla será nuestra salvación para siempre.

Coloquemos a Dios en el corazón de nuestra vida y de esta manera aprenderemos a amar y a servir al prójimo como el mismo Señor nos ha pedido.

Todo esto traerá alegría y paz para nuestra vida y para nuestra convulsionada sociedad. Si volvemos a ser «amigos» las criaturas y el Creador todos seremos felices y la naturaleza no se volverá contra las criaturas.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista