30 de noviembre de 2024

ADVIENTO: MANTENEOS EN PIE ANTE EL SEÑOR - Primer domingo de Adviento

Como ya sabemos quedó atrás el año litúrgico anterior y la Iglesia empieza un nuevo ciclo, el ciclo C, que nos va a seguir presentando a Jesucristo como modelo de vida para todos nosotros.

Esto es lo que ha pretendido la Iglesia a través de los siglos, que cada año nos parezcamos un poco más a Jesús hasta, que la imagen de Cristo aparezca en cada uno de nosotros.

A este tiempo llamamos “Adviento” porque esperamos al que viene.

La primera parte del Adviento nos sigue recordando la venida de Jesús con gloria al final de los tiempos. 

Y en la segunda parte, recordaremos la llegada de Jesús en Belén y sus primeros años de vida.

Preparemos gozosos nuestro Nacimiento (Belén) a la entrada de nuestra casa o en un lugar destacado y, sobre todo, en nuestro corazón.

  • Jeremías

Poniendo las palabras en boca del Señor, nos dice que Dios cumplirá su promesa a Israel y a la casa de Judá: 

«Suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos».

  • Salmo 24

El salmista nos invita a levantar nuestra alma hacia Dios y a pedirle:

«Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad. Enséñame porque tú eres mi Dios y Salvador».

Y para invitarnos a la confianza nos advierte: «El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores… Las sendas del Señor son misericordia y lealtad».

  • San Pablo

Comienza el párrafo de Pablo a los tesalonicenses, en este día, con esta hermosa expresión:

«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».

Y continúa con este consejo:

«Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios. Pues proceded así y seguid adelante».

Y termina con estas palabras:

«Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús». 

Esto último es muy importante para los cristianos de hoy que no debemos apartarnos nunca de las enseñanzas de Jesucristo.

  • Verso aleluyático

Una vez más la liturgia pide al Señor en uno de los salmos:

«Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación».

La salvación que vendrá con Jesús llegará en este tiempo de Adviento.

  • Evangelio

Es de San Lucas y continúa el estilo escatológico de los últimos días del año anterior:

«Habrá signos en el sol, la luna y las estrellas y en la tierra angustias en las gentes…».

Entonces llegará el gran momento:

«Verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y majestad».

No olviden que si somos amigos de Jesús ese tiempo no será para nosotros de angustia sino de alegría, porque nos vamos a encontrar con nuestro Amigo y Salvador. 

De todas maneras, el evangelista nos dice: «que no os embote la mente con el vicio y la bebida», y nos advierte: «estad siempre despiertos pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Esta es la actitud de fe: seguir confiando en el Señor con la cabeza alta ante nuestro Amigo y Redentor.


José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

23 de noviembre de 2024

TÚ LO DICES: SOY REY - SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Al final del año litúrgico, la Iglesia recapitula todo el tiempo como en una gavilla y lo coloca en las manos de Jesucristo, Señor del Universo.

Pongamos también nosotros todo el año en las manos de Jesucristo, nuestro Rey y Señor, tanto en las cosas buenas como en lo que nos hayamos podido equivocar.

Pidamos perdón y agradezcamos.

  •  Daniel

El profeta nos presenta una visión en la cual ve venir un «Hijo de hombre» (título que asumirá Jesús), el cual «se acercó al anciano y se presentó ante él».

Este Hijo de hombre recibe el poder real y el dominio propio de los reyes.

Proféticamente este Hijo de hombre será respetado por todos los pueblos: «Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin».

Una profecía que nos debe servir para admirar cómo ya el Antiguo Testamento profetizó la grandeza del Mesías esperado.

  • Salmo 82

«El Señor reina vestido de majestad».

El salmo nos presenta al Señor como rey «vestido y ceñido de poder».

La presencia de este rey mantiene firme al pueblo, ya que su reino es eterno.

A continuación, añade el salmista que los mandatos de este rey son fieles y seguros y el adorno de su mansión es la santidad.

  • Apocalipsis

Canta las grandezas y fidelidad de Jesucristo a quien llama «testigo fiel y primogénito de entre los muertos».

De este gran testigo se afirma que nos ama hasta llegar a librarnos de todos nuestros pecados, por su sangre, e incluso, llegar a convertirnos en un reino y hechos sacerdotes de Dios.

Concluye nuestro párrafo de hoy glorificando a Jesucristo y nosotros hacemos nuestras las alabanzas del Apocalipsis:

«A Él la gloria y el poder por los siglos… Dice el Señor: “Yo soy el alfa y omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso”».

A Jesucristo, Rey del Universo sea dada toda la gloria y, de una manera especial, en la santa Eucaristía de este último domingo del año.

  • Verso aleluyático

Es una bendición especial tomada del Evangelio de San Marcos cuando entra Jesús en Jerusalén, y nosotros, todos los días, lo repetimos preparando la llegada de Jesús cada vez que celebramos la santa misa:

«¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!».

  • Evangelio

Nos relata San Juan el difícil interrogatorio de Pilato a Jesús.

La verdad es que, a primera vista, parece que Pilato está burlándose de aquel hombre físicamente destrozado a quien se ha acusado de creerse rey. Si esto fuera verdad Jesús estaría atentando contra el poder de Roma representado por Pilato.

Pilato comienza así su conversación:

- «¿Eres tú el rey de los judíos?»

Jesús responde de una manera difícil, preguntando:

- «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

Pilato quiere retomar el dominio de su papel como representante de Roma y pregunta:

- «¿Acaso soy yo judío?».

Y con «toda» su autoridad, añade:

- «Tu gente te ha entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

También Jesús se reviste de toda su autoridad:

- «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos».

Pilato desubicado, pregunta:

- «¿Tú eres rey?».

Nosotros en este domingo admiramos y adoramos la respuesta de Jesucristo:

- «Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

 

Busquemos, amigos, nuestra propia verdad para ver si, de hecho, y no solo de palabra, Jesucristo reina en nosotros y su verdad nos conduce.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

16 de noviembre de 2024

¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DEL MUNDO?

En este domingo XXXIII del tiempo ordinario, la liturgia nos invita a hacer una profunda meditación. Ni nuestra naturaleza humana ni la fe aceptan que todo termine con la muerte. Esto es cosa seria.

El tiempo que tanto nos atrae es algo pasajero. Hay algo más importante para los seres humanos.

Sin embargo, la mayoría vive como si todo terminara con el tiempo. Profundicemos en estos textos bíblicos:

  • Daniel

No es tan claro el tema de la resurrección de la que nos habla el profeta e incluso sabemos, por ejemplo, que los saduceos no creían en la resurrección ni en la inmortalidad del alma. Sin embargo, este texto marca el Antiguo Testamento.

Leamos y que cada uno descubra lo que pretende enseñar el profeta Daniel:

«Se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de su pueblo, serán tiempos difíciles como nunca los ha habido».

Y añade que se salvarán «unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua».

Y termina con estas palabras:

«Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad».

  • Salmo 15

Invita a pedir la protección a Dios:

«Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré…

Por eso, se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas…».

El salmista concluye con este precioso acto de confianza:

«Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

  • Carta a los hebreos

Pienso que es una fuerte invitación para agradecer a Jesucristo ya que, gracias a Él, nos hemos librado del pecado.

Jesús «ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio».

Y ahora, como decimos en el credo:

«Está sentado a la derecha de Dios.

Con una sola ofrenda perfeccionó para siempre a los que van siendo consagrados».

Finalmente, para alegría de todos nosotros, termina con esta solemne afirmación:

«Donde hay perdón no hay ofrenda por los pecados».

  • Verso aleluyático

Mantenerse en pie frente a Jesús juez supone una conciencia limpia de pecado.

Esto nos pide San Lucas:

«Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

  • Evangelio

Siempre que queremos saber cuándo será el fin del mundo nos encontramos, por una parte, con nuestra pregunta directa y, por otra, con la respuesta tajante de Jesús:

- «Cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre… Como ladrón en la noche…».

Y en este día, la respuesta de Jesús es más clara que nunca:

«El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre».

Para que no quedemos en el error tengamos muy presente que Jesús como Dios conoce lo mismo que el Padre Dios. En cuanto hombre, se atiene a los planes de salvación que ha trazado la divina providencia.

Podemos concluir así: No es conveniente preocuparnos con el «cuándo será el final del mundo», sino en preocuparnos por estar siempre preparados.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

9 de noviembre de 2024

LA PROVIDENCIA DE DIOS

En este domingo XXXII del tiempo ordinario, ya hacia el final del año litúrgico, la madre Iglesia nos invita a admirar y agradecer a Jesucristo, el Sumo Sacerdote, a quien le debemos la salvación eterna todos los seres humanos.

No hay salvación si no es en Cristo Jesús porque así lo ha determinado la providencia divina.

  • Libro de Reyes

El profeta Elías ha salido de la tierra de Israel y ha llegado a Sarepta, donde la sequía acaba con la vida de todos.

Elías ve a una ancianita recogiendo unos troncos para prender el fuego en su cocina. Dándose cuenta de la pobreza que ella padece, le pide dos cosas difíciles: un poco de agua del torrente que se agota y un poco de pan de la harina que se acaba.

La mujer confiando en el «Dios de Elías» hace ambas cosas y el profeta, de parte de Dios, le ofrece como regalo esta bendición:

«Dice el Dios de Israel: “la orza de harina no se vaciará; la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”».

La anciana se fio del profeta y Dios la bendijo largamente.

Qué bueno es fiarse de Dios, aunque los tiempos sean muy difíciles.

  • Salmo 145

El salmista nos invita a alabar a Dios. Algo muy importante para nosotros que normalmente nos dedicamos más bien a pedir:

«Alaba alma mía al Señor… que mantiene su fidelidad perpetuamente».

A continuación, el salmo va describiendo las maravillas que hace la providencia de Dios, entre otras esta frase que hace alusión a las viudas de este día:

«Sustenta al huérfano y a la viuda».

  • Carta a los hebreos

Nos habla de los dos grandes momentos de Jesucristo, Verbo de Dios encarnado, y Sumo y Eterno Sacerdote.

El primer momento es el de su sacrificio:

«Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos».

El sacrificio de sí mismo, hecho de una vez para siempre, trae la purificación y salvación a la humanidad entera.

En el segundo momento nuestro Sumo Sacerdote, «la segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan».

Es lo que repetimos en nuestro credo de la fe católica:

«Desde allí he de venir a juzgar a vivos y muertos».

Con este acto de fe, lejos de temer a Jesús, debemos alegrarnos y llenarnos de esperanza si nos hemos esforzado por cumplir sus mandatos.

  • Verso aleluyático

Una vez más, la liturgia nos recuerda que es necesario tener un corazón de pobre para acoger el reino:

«Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos»

  • Evangelio

El Evangelio de este día nos hace ver cómo acepta Dios las ofrendas que le hacemos.

(Allá en el fondo, recordamos la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel.)

Los ricos van al templo y dejan caer pesadas monedas en la alcancía de las limosnas. Cada moneda que echan llama la atención de todos los fieles.

Jesús, que observaba atentamente cómo se echaba la limosna, se da cuenta de que una ancianita echa en la alcancía dos reales, que ni suenan, pero Él que ve la intención aprovecha para advertirnos a todos:

Lo importante de la limosna no es la cantidad sino el amor y desprendimiento que lleva consigo el donativo. Por eso, Jesús termina alabando a la anciana: «que ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Aprendamos, amigos, a dar con sacrificio, tanto al prójimo como “a la alcancía del Señor” porque Dios ve las intenciones que hay en nuestro corazón.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

3 de noviembre de 2024

SOLO DIOS

Este domingo XXXI del tiempo ordinario, quiere infundir a la humanidad una nueva primavera hablándole de la cercanía del Creador, nuestro Dios.

Les invito a meditar con seriedad lo que tiene que significar Dios en nuestra vida personal y social si queremos conseguir la felicidad.

  • Deuteronomio

Nos presenta unos consejos muy especiales para que entendamos el poder de Dios, precisamente cuando la naturaleza se rebela contra el hombre, su criatura.

Meditemos este consejo que tiene unido a él una gran promesa:

«Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú y tus hijos y tus nietos mientras viváis».

Añade el texto: «Así prolongarás tu vida… para que te vaya bien y crezcas en número».

Finalmente, llega el gran mandamiento del Señor:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas».

  • Salmo 17

Es una auténtica confesión de amor, que es bueno que hoy repitamos todos en nombre de la humanidad. Leamos y meditemos:

«Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza… Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… Mi peña, mi refugio, escudo mío…».

A continuación, el salmista confirma su confianza y seguridad en Dios:

«Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos», para terminar, glorificando al Dios verdadero:

«¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! ¡Sea ensalzado mi Dios y salvador!».

  •  Carta a los hebreos

Continúa el tema de la semana anterior hablándonos del servicio maravilloso que ha hecho Jesucristo a la humanidad, con su sacerdocio especial y único.

Él es «el» sacerdote «santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y, por lo mismo, encumbrado sobre el cielo».

Jesús sacerdote «no necesita ofrecer sacrificios cada día, como hacen los sacerdotes humanos, que primero ofrecen sacrificios por sus propios pecados y después por los del pueblo… Jesús ofreció el sacrificio una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».

En este día tenemos que agradecer de una manera especial a Jesucristo, que es Dios y Redentor nuestro, por el sacrificio al que se sometió para salvarnos a nosotros.

  • Verso aleluyático

En este domingo del amor de Dios tengamos presente la gran promesa hecha por Jesús:

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él».

La maravillosa respuesta de Dios siempre está por encima de nuestra generosidad. Él mismo está con nosotros.

  •   Evangelio

El párrafo del Evangelio de San Marcos de hoy nos cuenta que un escriba que, por cierto, tenía buena voluntad, preguntó a Jesús:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

La respuesta de Jesucristo no se hizo esperar y, citando el Antiguo Testamento, afirmó:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser».

Después de afirmar cómo el primero es el primer mandamiento, añade:

«El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

El escriba satisfecho termina alabando a Jesús y repitiendo el mismo pensamiento. Esto agradó a Jesús que terminó la conversación diciendo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Amigos todos, hay una eternidad feliz y conseguirla será nuestra salvación para siempre.

Coloquemos a Dios en el corazón de nuestra vida y de esta manera aprenderemos a amar y a servir al prójimo como el mismo Señor nos ha pedido.

Todo esto traerá alegría y paz para nuestra vida y para nuestra convulsionada sociedad. Si volvemos a ser «amigos» las criaturas y el Creador todos seremos felices y la naturaleza no se volverá contra las criaturas.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista