28 de septiembre de 2024

CUANDO EL QUE ACTÚA ES EL ESPÍRITU SANTO - Domingo XXVI del tiempo ordinario


En este domingo vamos a ver cómo la liturgia nos presenta la actuación del Espíritu Santo que no es comprendida por gente aparentemente buena y sencilla.

  • Libro de los Números

Nos dice que «el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos».

Ellos comenzaron a profetizar enseguida, pero sucedió algo muy interesante: dos de los ancianos que había elegido Moisés no estuvieron con el grupo y, sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento, por su cuenta.

Esto molestó a «un muchacho que fue corriendo a contárselo a Moisés».

Había en aquel momento un joven, que aparece por primera vez en la Biblia, Josué, que inmediatamente intervino diciendo:

«Señor mío, Moisés, prohíbeselo».

Lo más llamativo del caso fue la respuesta del santo caudillo:

«¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!».

No deja de ser extraño que el libro de los Números advierte que aquellos ancianos «no volvieron a profetizar».

Nos queda admirar a Moisés en su generosidad al compartir los dones de Dios.

  • Salmo 18

El salmista nos presenta la grandeza del Señor, sus mandatos que «son rectos y alegran el corazón».

El salmo alaba esta ley, diciendo: «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma… La voluntad del Señor es pura y eternamente estable».

Sin embargo, reconoce que «aunque tu siervo vigila para guardarla con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta».

Una hermosa lección de humildad para todos nosotros y una oración pidiendo a Dios que nos libre de la arrogancia.

  • Carta de Santiago

La carta del apóstol habla de los ricos cuyo enriquecimiento se debe a las injusticias que han hecho, sobre todo, con los obreros y los segadores «cuyos gritos han llegado al oído del Señor de los ejércitos».

Termina el párrafo de hoy con una gran ironía, pues dice a estos ricos que se han enriquecido injustamente: «Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo».

  • Verso aleluyático

Recuerda las palabras de Jesús en la última cena, refiriéndose a la verdad cuya personificación es el mismo Jesucristo:

«Tu Palabra, Señor, es verdad. Conságranos en la verdad».

  • Evangelio

San Marcos nos presenta dos partes bien diferenciadas.

El apóstol Juan dice a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros».

Evidentemente que este Juan actúa, más o menos, como actuó Josué con Moisés. La respuesta de Jesús también es similar a la de Moisés:

«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí».

Y saca una conclusión importante también para nuestro tiempo:

«El que no está contra nosotros, está a favor nuestro».

Queda claro que aquí se trata de la actuación del Espíritu con que ha sido ungido el Señor.

En la segunda parte, Marcos presenta unos consejos del Maestro:

«El que os dé a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa».

A continuación, Jesús habla del escándalo a los pequeños y es muy claro y enérgico:

«Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».

Esto último deberíamos pensar, sobre todo, cuando se escandaliza a la gente sencilla, especialmente por parte de los que deberían ser sus pastores, siguiendo la comparación de Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo



21 de septiembre de 2024

EL PRIMERO EN EL REINO DE LOS CIELOS - Domingo XXV del tiempo ordinario

La liturgia de este domingo busca que nos acojamos, unos a otros, hasta el sacrificio. El primero en hacerlo fue el mismo Jesús que dio su vida por nuestra salvación.

  • Libro de la Sabiduría

«Acechemos la justo…».

El libro de la Sabiduría descubre proféticamente lo que hará un día el pueblo de Dios con el Mesías.

Estremecen los detalles que describe y termina justificando a los malos en su conducta, al decir:

«Dicen que hay quién se ocupe de él».

Pues si Dios responde a tanta maldad resucitando a ese justo maltratado, según dicen los malvados:

«Si es el justo hijo de Dios lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos».

Para justificarse, se dicen también los malvados: «Lo someteremos a la prueba de la afrenta y a la tortura para comprobar su moderación y apreciar su paciencia».

  • Salmo 53

El salmista describe la confianza del hombre justo del que habla hoy la Sabiduría.

Ante todo, aparece clara la fe y la confianza que tiene en Dios el justo maltratado:

«Oh Dios, sálvame por tu nombre. Sal fiador por mí… Porque unos insolentes se alzan contra mí y hombres violentos me persiguen a muerte… Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida».

Cuántos fieles de la Iglesia de Dios, desconocidos por este mundo que está de espaldas a Dios. Sobre todo, en África donde se multiplican los mártires. Confiamos que serán semilla y, un día, la luz de la Iglesia vendrá, sobre todo, de ese continente.

  • Santiago

El apóstol nos dice:

«Busca la paz, siembra la paz y su fruto es la justicia».

Sin embargo, en el mundo hay muchas envidias y rivalidades que son la causa de tanto desorden y de toda clase de males.

Nuestras pasiones son la causa de guerras y asesinatos.

«En cambio, la sabiduría que viene de arriba es pura y amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera».

En la oración bien hecha encontraremos esa sabiduría que viene de lo alto.

  • Verso aleluyático

Si queremos gozar de la gloria de Jesús sigamos fielmente sus enseñanzas en el Evangelio:

«Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo»

  • Evangelio

La verdad es que encontramos en este párrafo evangélico grandes contradicciones.

Por un lado, Jesús profetiza:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán y, después de muerto, a los tres días, resucitará».

Los discípulos están en su mundo y no entienden o no quieren entender lo que anuncia Jesús.

Por eso, cuando llegaron a Cafarnaúm, Jesús les preguntó: «¿De qué hablaban por el camino?».

No se atrevieron a contestar porque les dio vergüenza decir que, mientras Jesús hablaba de sufrimiento, ellos discutían «quién era el más importante» en el reino del que hablaba su Maestro.

El Señor les dijo: «Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y para enseñarlo de una manera más plástica, colocó en medio de ellos a un niño, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí y el que me acoge a mí, no me acoge a mí sino al que me ha enviado».

Este será siempre el camino de la perfección: por la sencillez de un niño, llegar a través de Jesús, a la Santísima Trinidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de septiembre de 2024

TÚ PIENSAS COMO LOS HOMBRES - Domingo XXIV del tiempo ordinario

Jesús, el Maestro, va por delante. Cargando una cruz dolorosa hasta morir en ella.

Pero va seguro de sí mismo y del respaldo de su Padre Dios.

Muy difícil de entender para Pedro y para todos los poderosos de hoy y de siempre.

  • Isaías

En este capítulo mesiánico Isaías nos ofrece una visión profética del Mesías.

Ante todos los sufrimientos que tuvo que pasar estaba seguro de Dios y, por eso, el párrafo está lleno de confianza.

Sufriremos en la vida, pero si lo hacemos con Dios y por Él, también podremos repetir: «Tengo cerca mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos.

¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.

Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?»

Con fe recemos el salmo 114 que abunda en el mismo pensamiento de Isaías.

  • Salmo 114

«Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte… Invoqué el nombre del Señor… El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo…

Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mi pie de la caída».

Por eso, «caminaré en presencia del Señor en el país de la vida».

  • Santiago

Nos enseña que la fe no puede ser auténtica si no va unida a la caridad.

Las tres virtudes teologales son inseparables. Por eso la lógica del apóstol Santiago: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe».

Los grandes santos que hicieron magnas obras de caridad de servicio al prójimo fueron hombres y mujeres de fe y oración.

  • Verso aleluyático

San Pablo nos enseña que para él el único motivo que tiene para gloriarse es seguir a Cristo crucificado: «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo».

  • Evangelio

San Marcos nos refiere hoy el encuentro especial de Jesús con los discípulos en Cesarea de Filipo.

Quiere saber hasta qué punto han llegado a penetrar en lo que significa la presencia de Jesús en el mundo:

+ «¿Qué dice la gente de mí?». Muy fácil respuesta. Todos hablan.

+ «¿Qué dicen ustedes?». Solo Pedro habla: «Tú eres el Mesías».

+ Jesús profetiza a los apóstoles su propio futuro: la cruz, muerte y resurrección.

+ Pedro lo lleva aparte para disuadirlo.

Jesús se vuelve hacia todos para que le oigan y corrige severamente a Pedro:

«Quítate de mi vista, satanás. Tú piensas como los hombres no como Dios» (un día Pedro lo entenderá y se dejará crucificar como su Maestro).

Si el camino de Jesús es la cruz recordemos su enseñanza:

«El que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga».

Si queremos pensar como Dios tenemos que leer y meditar frecuentemente el Evangelio de Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

8 de septiembre de 2024

TODO LO HA HECHO BIEN - Domingo XXIII del tiempo ordinario

No podemos comprender el gozo de Jesús cuando en plena agonía en la cruz, y de cara al Padre Dios, en el momento trascendental de su paso a la eternidad, pudo decir:

«Todo está cumplido».

También en vida lo dijo de Él el pueblo sencillo.

Vivamos de modo que podamos repetir lo mismo nosotros.

  • Isaías

Sabemos que sus profecías se llaman el «quinto evangelio» por la exactitud de lo que predijo.

Precisamente, el párrafo de hoy podemos aplicarlo a los tiempos y milagros de Jesús.

Isaías anima a todos a no ser cobardes de corazón:

«Sed fuertes y no temáis».

A continuación, va describiendo las maravillas que sucederán con este siervo de Yavé y que veremos que las cumple exactamente Jesús:

«Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará».

Todo esto es comparado por el profeta con un desierto reseco convertido en un manantial.

  • Salmo 145

El salmista nos invita a alabar a Dios.

Ten presente que entre las obligaciones más importantes que tenemos para con el Creador están la alabanza, la adoración, la acción de gracias…

Hoy alabamos a Dios porque mantiene su fidelidad perpetuamente.

Porque da pan a los hambrientos y liberta a los cautivos.

Las maravillas de Dios con los hombres las vemos ahora realizadas por el mismo Dios en Cristo Jesús.

  • Santiago

Nos previene para que no caigamos en la tentación de vivir la religión marcando diferencias, según las riquezas de cada uno. Nos presenta un ejemplo:

«Veis un hombre bien vestido y decís: “por favor siéntate aquí en el puesto reservado”. Al pobre, en cambio, le decís:

“Estate ahí de pie o siéntate en el suelo”».

Nos advierte el apóstol que pensemos que Dios «ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman».

  •  Verso aleluyático

Alabamos a Dios por los dos medios que empleamos a la hora de evangelizar: los milagros que atraían a los pobres, enfermos, posesos, y el anuncio del reino para todos:

«Jesús proclamaba el evangelio del reino curando las dolencias del pueblo».

  • Evangelio

Nos encontramos con un milagro contado por San Marcos con unos detalles que, sin duda, le debió contar San Pedro, que, al tener mucha imaginación, se fijaba en ellos.

Jesús hace uno de los milagros que profetizó Isaías.

Sanó a un sordo que apenas podía hablar. Lo hace de esta manera:

(1)   Lo aparta de la gente,

(2)  le mete los dedos en los oídos,

(3)  con la saliva le toca la lengua,

(4)  y dice: «¡Effetá!, esto es, “Ábrete”».

«Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad».

Admiramos la reacción de la gente sencilla que comentaba:

«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Procuremos hacer el bien, lo mejor que podamos, para imitar en algo a nuestro Señor Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo