Necesitamos a Dios por ser criaturas suyas.
Él es nuestro
Creador.
Con amor infinito
se nos acerca de diversas maneras.
Hoy meditaremos, un día más, en su cercanía en el sacramento de la Eucaristía.
- 1 Reyes
Elías se ha tirado
bajo una retama, angustiado, porque la malvada reina Jezabel ha jurado matarlo.
En su dolor el
profeta pide a Dios: «Basta, Señor, quítame la vida, porque yo no valgo más
que mis padres».
Un ángel lo
despierta.
Hay pan caliente
sobre unas brasas y un jarro de agua: «Levántate y come».
Pero no basta. El
mismo ángel lo vuelve a despertar: «El camino es superior a tus fuerzas.
Levántate y come».
Amigos, tenemos en
este hecho un ejemplo maravilloso de la Eucaristía que necesitamos.
Tenemos que comerla
con fe porque el camino de este mundo es largo y peligroso.
Les invito a comer la Eucaristía, el pan de vida, con mucha frecuencia.
- Salmo 33
Muy bueno este
salmo para meditarlo cuando comulgamos:
«Gustad y ved qué
bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él…
Bendito el Señor en
todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Mi alma se gloría en el
Señor…
Proclamad conmigo la grandeza del Señor… Contempladlo y quedaréis radiantes».
- San Pablo
El apóstol quiere
que imitemos a Dios nuestro Padre:
«Sed imitadores de
Dios como hijos queridos y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por
nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor».
La gloria del hijo
está en parecerse a su Padre. Para ello nos da unos consejos prácticos:
«Desterrad de
vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos,
comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
En fin, no pongáis
triste al Espíritu Santo de Dios con que Él os ha marcado para el día de la
liberación final».
De esta manera San Pablo invita a los efesios, y a cada uno de nosotros, a pensar que el pecado, en cierto sentido, puede entristecer al Espíritu Santo. No porque Él pueda tener ninguna clase de tristeza, sino que nosotros pensamos que, al desobedecer a Dios, en cierto sentido, lo entristecemos.
- Verso aleluyático
Es el corazón del
Evangelio de este día: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que
coma de este pan vivirá para siempre».
Maravillosa Palabra de Dios que debemos meditar.
- Evangelio
Los judíos critican
a Jesús. Dicen que es el hijo del carpintero José. No aceptan que diga que «ha
bajado del cielo» y, menos aún, que diga que Dios es su Padre.
Alegrémonos con
estas verdades de fe que nos asegura Jesús:
«El que cree en mí
tiene vida eterna.
Vuestros padres
comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo
para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan de vida que ha bajado
del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es
mi carne para la vida del mundo».
Hermanos todos,
tengamos amor y respeto a este gran sacramento en el que recibimos a Jesús con
su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Dios y hombre verdadero.
Hay que
recibirlo con la debida preparación y en gracia de Dios.
Amigo, levántate
y come la Eucaristía, no olvides que el camino a la eternidad es superior a tus
fuerzas.
José Ignacio Alemany Grau, obispo