6 de julio de 2024

JESUCRISTO PROFETA, ¿FRACASA? - Domingo XIV del tiempo ordinario

En este domingo debemos robustecer la fe en Jesucristo, verdadero Dios y Creador de todo. Y, al mismo tiempo, verdadero hombre que camina junto a nosotros llevando nuestras miserias hasta el Calvario, para purificar y salvar nuestra vida.

  • Ezequiel

«El Espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que decía».

Nos cuenta Ezequiel que el Señor lo envió como profeta entre los hombres, pero al mismo tiempo, le advirtió que se trataba de un pueblo rebelde que no creerá que el envío es de Dios.

Y cuando diga: «esto dice el Señor», la respuesta dependerá de su actitud de hijos testarudos y obstinados, pero «ellos te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».

Esta actitud difícil contra el profeta Ezequiel es la que veremos en Jesús, según el Evangelio de hoy.

  • Salmo 122

Nos presenta el ideal del fiel que vive con los ojos puestos en el Señor para conocer su voluntad y cumplirla al instante, como hacen los esclavos y las esclavas con sus señores.

Con el salmista completamos diciendo: «Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios. Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos».

  • San Pablo

Reconoce que el Señor, para hacerlo humilde, le ha puesto una prueba (que Pablo llama una espina) que no sabemos en qué consiste, pero que humilla al gran apóstol y le hace confesar: «Tres veces he pedido al Señor verme libre».

Mas el Señor no le quita esta prueba, sino que le advierte: «Te basta mi gracia. La fuerza se realiza en la debilidad».

Si aprovechamos las pruebas, como Pablo, nuestras limitaciones nos engrandecerán.

El apóstol termina animándonos con su ejemplo: «Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».

Ya no importa la espina, el que importa es Jesús.

  • Verso aleluyático

Lo que caracteriza a todo profeta verdadero es la presencia del Espíritu Santo en él. Hoy Jesús nos dice: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres».

  • Evangelio

Hoy podríamos decir que Jesús es un profeta “fracasado” en su tierra y entre los suyos. Dice San Marcos que Jesús llegó con los discípulos a la sinagoga para enseñar, como era su costumbre. Él mismo se queja de que no pudo hacer los milagros que hubiera deseado.

La envidia y las rencillas del pueblo no les permitieron aceptar que un vecino suyo supiera y pudiera tanto.

Jesús salió del pueblo lamentando: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

Tengamos cuidado porque hoy también algunos, que se llaman católicos, niegan la divinidad a Jesucristo.

Nosotros, por nuestra parte, repitamos con fe: Jesús es el gran profeta enviado por Dios y es verdadero hombre y verdadero Dios, nuestro Redentor.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo