Ha habido muchos momentos en la historia de la humanidad en los que se ha repetido: «La Iglesia hace agua».
Por otro lado,
también hemos oído que son muchos los que repiten con alegría que «las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella».
¿Qué será de la
Iglesia?
Todo depende de Jesús que la fundó y la mantiene.
- Job
A las grandes
preguntas de Job, Dios «le responde desde la tormenta». Dios le hace
pensar en su poder y grandeza infinita que se manifiesta en la creación; y en
el párrafo de hoy, en concreto, con bellos detalles, en la creación del mar y
el dominio sobre el mismo:
«¿Quién cerró el
mar con una puerta cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse
nubes por mantilla y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con
puertas y cerrojos y le dije: “hasta aquí llegarás y no pasarás”?».
La respuesta es clara: solo Dios, su creador.
- Salmo 106
Nos invita a dar
gracias a Dios por su misericordia que hoy se nos presenta en unas naves que se
sumergen en el peligroso mar:
«Se levantó un
viento tormentoso que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al
abismo, y el estómago revuelto por el mareo».
En ese momento
clamaron al Señor y Dios apaciguó la tormenta trocándola en una suave brisa.
La experiencia
difícil terminó en alegría, con una gran bonanza que los llevó al ansiado
puerto.
De ahí su gratitud: «Dad gracias al Señor».
- San Pablo
La liturgia nos
lleva del Dios del Antiguo Testamento a Jesús, Dios y hombre verdadero, por lo
cual San Pablo afirma: «Nos apremia el amor de Cristo».
Esto debe
conducirnos a la gratitud, ya que a Él le debemos la salvación porque ha muerto
por todos «para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que
murió y resucitó por ellos».
Finalmente, el
apóstol añade: «El que es de Cristo es una criatura nueva».
Tú, amigo, ¿eres de Cristo?
- Verso aleluyático
Nos quiere recordar
las palabras del Benedictus pronunciado por Zacarías: «Un gran profeta ha
surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».
De esta manera, la liturgia nos lleva del Dios creador y magnífico del Antiguo Testamento a Jesucristo, que es el gran profeta que actuará entre los hombres.
- Evangelio
Nos cuenta San
Marcos que un buen día Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos a la otra
orilla».
Comenzaron a
navegar y muy pronto se levantó «un fuerte huracán y las olas rompían contra
la barca».
Jesús dormía en la
popa, sobre un almohadón. Muy asustados los discípulos le gritaron: «¡Maestro!
¿no te importa que nos hundamos?».
El Señor increpa al
viento y al lago: «¡Silencio! ¡Cállate!».
Dos reacciones
distintas. La primera es de Jesús que se extraña de que no tengan todavía
confianza en Él, habiendo visto tantos milagros, y les dice: «¿Por qué sois
tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?».
La segunda reacción
la encontramos al final del párrafo del Evangelio: «El espanto que cundió
entre los apóstoles que decían: pero ¿quién es este? Hasta el viento y las
aguas le obedecen».
La suerte que
tuvieron los apóstoles es que Jesús estaba en la barca. Dormido, ¡pero estaba!
Así, pues, cuando
nos digan que la Iglesia «está haciendo agua», si realmente estamos en la
Iglesia de Jesús, y con Él, no tengamos miedo. Cuando llegue el momento Él
gritará y la paz más absoluta reinará en su Iglesia.
José Ignacio Alemany Grau, obispo