Las lecturas de
este día nos invitan a pensar en el tesoro que podemos acumular evangelizando a
tiempo y a destiempo.
- Job
Nos encontramos con
los consejos del anciano Job para que todos los mortales nos hagamos
responsables del tiempo que Dios nos regala.
Una de las características es la brevedad del tiempo en este mundo. Para nuestra meditación nos puede servir el entresacar algunas de estas comparaciones que nos aclaran la brevedad de esta vida:
+ La vida del
hombre es como el servicio y los días como los de un jornalero.
+ Como el esclavo
suspira por la sombra y el jornalero aguarda su salario.
+ Al acostarme
pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas
hasta el alba.
+ Los días corren
más que la lanzadera.
+ Mi vida es un
soplo.
Será bueno meditar sobre qué hacemos con el tiempo, que a menudo nos parece largo, cuando en realidad nos está preparando el gran regalo de la eternidad que, si queremos, será muy feliz. A esta felicidad es a la que nos invita Dios.
- Salmo 146
Nos invita a alabar
al Señor que sana los corazones destrozados:
«Alabad al Señor
que la música es buena. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa…
Él sana los
corazones destrozados, venda las heridas».
Por otro lado, nos
habla de la grandeza del Señor que «cuenta el número de las estrellas y a
cada una la llama por su nombre».
Finalmente, nos
recuerda la grandeza de nuestro Dios:
«Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida».
- San Pablo
Solamente una
persona embriagada de amor podrá evangelizar siempre, al estilo de San Pablo.
Pablo, hablando a
los corintios, dice: «Para mí predicar no es motivo de orgullo. No tengo más
remedio y: ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!».
Nos advierte el
apóstol que si él evangelizara por puro gusto eso sería su recompensa, pero «si
lo hago a pesar mío es que me han encargado este oficio».
Y ahora el gran
apóstol que evangelizó tantos pueblos pregunta:
«Y entonces, ¿cuál
es la paga? Precisamente, dar a conocer el Evangelio anunciándolo de balde, sin
usar el derecho que me da la predicación del Evangelio».
A continuación, nos
explica cómo por evangelizar se ha hecho esclavo de todos para ganar los más
posibles para el Evangelio.
Finalmente añade: «Hago todo esto por el Evangelio para participar yo también de sus bienes».
- Verso aleluyático
Nos invita a agradecer a Jesús porque «tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades» para hacernos libres de toda atadura del maligno.
- Evangelio
Nos presenta el día
de un misionero, el gran misionero, Jesucristo:
Temprano va a la
sinagoga para hacer oración y posiblemente enseñar. Después va a la casa de
Pedro y al ver que su suegra está grave, le da la mano y la cura
instantáneamente. Ella, con gratitud, se pone a servir a todos.
El día se completa
con una multitud de curaciones y liberación de posesos.
El complemento lo
presenta San Marcos diciendo «que se levantó de madrugada, se marchó al
descampado y allí se puso a orar».
Al poco tiempo, «Simón
y sus compañeros, al encontrarlo, le dijeron: “todo el mundo te busca”».
Pero Jesús
respondió: «Vamos a otra parte, a las aldeas cercanas para predicar también
allí»
Jesús inquieto no
se deja «atrapar» por nadie, sino que quiere llegar con su predicación a los
más posibles.
Es este un domingo
importante para que aprendamos a tener un corazón inquieto que busca a los más
posibles para llevarlos a Dios.
José Ignacio Alemany Grau, obispo