16 de noviembre de 2024

¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DEL MUNDO?

En este domingo XXXIII del tiempo ordinario, la liturgia nos invita a hacer una profunda meditación. Ni nuestra naturaleza humana ni la fe aceptan que todo termine con la muerte. Esto es cosa seria.

El tiempo que tanto nos atrae es algo pasajero. Hay algo más importante para los seres humanos.

Sin embargo, la mayoría vive como si todo terminara con el tiempo. Profundicemos en estos textos bíblicos:

  • Daniel

No es tan claro el tema de la resurrección de la que nos habla el profeta e incluso sabemos, por ejemplo, que los saduceos no creían en la resurrección ni en la inmortalidad del alma. Sin embargo, este texto marca el Antiguo Testamento.

Leamos y que cada uno descubra lo que pretende enseñar el profeta Daniel:

«Se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de su pueblo, serán tiempos difíciles como nunca los ha habido».

Y añade que se salvarán «unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua».

Y termina con estas palabras:

«Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad».

  • Salmo 15

Invita a pedir la protección a Dios:

«Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré…

Por eso, se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas…».

El salmista concluye con este precioso acto de confianza:

«Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

  • Carta a los hebreos

Pienso que es una fuerte invitación para agradecer a Jesucristo ya que, gracias a Él, nos hemos librado del pecado.

Jesús «ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio».

Y ahora, como decimos en el credo:

«Está sentado a la derecha de Dios.

Con una sola ofrenda perfeccionó para siempre a los que van siendo consagrados».

Finalmente, para alegría de todos nosotros, termina con esta solemne afirmación:

«Donde hay perdón no hay ofrenda por los pecados».

  • Verso aleluyático

Mantenerse en pie frente a Jesús juez supone una conciencia limpia de pecado.

Esto nos pide San Lucas:

«Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

  • Evangelio

Siempre que queremos saber cuándo será el fin del mundo nos encontramos, por una parte, con nuestra pregunta directa y, por otra, con la respuesta tajante de Jesús:

- «Cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre… Como ladrón en la noche…».

Y en este día, la respuesta de Jesús es más clara que nunca:

«El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre».

Para que no quedemos en el error tengamos muy presente que Jesús como Dios conoce lo mismo que el Padre Dios. En cuanto hombre, se atiene a los planes de salvación que ha trazado la divina providencia.

Podemos concluir así: No es conveniente preocuparnos con el «cuándo será el final del mundo», sino en preocuparnos por estar siempre preparados.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

9 de noviembre de 2024

LA PROVIDENCIA DE DIOS

En este domingo XXXII del tiempo ordinario, ya hacia el final del año litúrgico, la madre Iglesia nos invita a admirar y agradecer a Jesucristo, el Sumo Sacerdote, a quien le debemos la salvación eterna todos los seres humanos.

No hay salvación si no es en Cristo Jesús porque así lo ha determinado la providencia divina.

  • Libro de Reyes

El profeta Elías ha salido de la tierra de Israel y ha llegado a Sarepta, donde la sequía acaba con la vida de todos.

Elías ve a una ancianita recogiendo unos troncos para prender el fuego en su cocina. Dándose cuenta de la pobreza que ella padece, le pide dos cosas difíciles: un poco de agua del torrente que se agota y un poco de pan de la harina que se acaba.

La mujer confiando en el «Dios de Elías» hace ambas cosas y el profeta, de parte de Dios, le ofrece como regalo esta bendición:

«Dice el Dios de Israel: “la orza de harina no se vaciará; la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”».

La anciana se fio del profeta y Dios la bendijo largamente.

Qué bueno es fiarse de Dios, aunque los tiempos sean muy difíciles.

  • Salmo 145

El salmista nos invita a alabar a Dios. Algo muy importante para nosotros que normalmente nos dedicamos más bien a pedir:

«Alaba alma mía al Señor… que mantiene su fidelidad perpetuamente».

A continuación, el salmo va describiendo las maravillas que hace la providencia de Dios, entre otras esta frase que hace alusión a las viudas de este día:

«Sustenta al huérfano y a la viuda».

  • Carta a los hebreos

Nos habla de los dos grandes momentos de Jesucristo, Verbo de Dios encarnado, y Sumo y Eterno Sacerdote.

El primer momento es el de su sacrificio:

«Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos».

El sacrificio de sí mismo, hecho de una vez para siempre, trae la purificación y salvación a la humanidad entera.

En el segundo momento nuestro Sumo Sacerdote, «la segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan».

Es lo que repetimos en nuestro credo de la fe católica:

«Desde allí he de venir a juzgar a vivos y muertos».

Con este acto de fe, lejos de temer a Jesús, debemos alegrarnos y llenarnos de esperanza si nos hemos esforzado por cumplir sus mandatos.

  • Verso aleluyático

Una vez más, la liturgia nos recuerda que es necesario tener un corazón de pobre para acoger el reino:

«Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos»

  • Evangelio

El Evangelio de este día nos hace ver cómo acepta Dios las ofrendas que le hacemos.

(Allá en el fondo, recordamos la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel.)

Los ricos van al templo y dejan caer pesadas monedas en la alcancía de las limosnas. Cada moneda que echan llama la atención de todos los fieles.

Jesús, que observaba atentamente cómo se echaba la limosna, se da cuenta de que una ancianita echa en la alcancía dos reales, que ni suenan, pero Él que ve la intención aprovecha para advertirnos a todos:

Lo importante de la limosna no es la cantidad sino el amor y desprendimiento que lleva consigo el donativo. Por eso, Jesús termina alabando a la anciana: «que ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Aprendamos, amigos, a dar con sacrificio, tanto al prójimo como “a la alcancía del Señor” porque Dios ve las intenciones que hay en nuestro corazón.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

3 de noviembre de 2024

SOLO DIOS

Este domingo XXXI del tiempo ordinario, quiere infundir a la humanidad una nueva primavera hablándole de la cercanía del Creador, nuestro Dios.

Les invito a meditar con seriedad lo que tiene que significar Dios en nuestra vida personal y social si queremos conseguir la felicidad.

  • Deuteronomio

Nos presenta unos consejos muy especiales para que entendamos el poder de Dios, precisamente cuando la naturaleza se rebela contra el hombre, su criatura.

Meditemos este consejo que tiene unido a él una gran promesa:

«Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú y tus hijos y tus nietos mientras viváis».

Añade el texto: «Así prolongarás tu vida… para que te vaya bien y crezcas en número».

Finalmente, llega el gran mandamiento del Señor:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas».

  • Salmo 17

Es una auténtica confesión de amor, que es bueno que hoy repitamos todos en nombre de la humanidad. Leamos y meditemos:

«Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza… Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… Mi peña, mi refugio, escudo mío…».

A continuación, el salmista confirma su confianza y seguridad en Dios:

«Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos», para terminar, glorificando al Dios verdadero:

«¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! ¡Sea ensalzado mi Dios y salvador!».

  •  Carta a los hebreos

Continúa el tema de la semana anterior hablándonos del servicio maravilloso que ha hecho Jesucristo a la humanidad, con su sacerdocio especial y único.

Él es «el» sacerdote «santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y, por lo mismo, encumbrado sobre el cielo».

Jesús sacerdote «no necesita ofrecer sacrificios cada día, como hacen los sacerdotes humanos, que primero ofrecen sacrificios por sus propios pecados y después por los del pueblo… Jesús ofreció el sacrificio una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».

En este día tenemos que agradecer de una manera especial a Jesucristo, que es Dios y Redentor nuestro, por el sacrificio al que se sometió para salvarnos a nosotros.

  • Verso aleluyático

En este domingo del amor de Dios tengamos presente la gran promesa hecha por Jesús:

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él».

La maravillosa respuesta de Dios siempre está por encima de nuestra generosidad. Él mismo está con nosotros.

  •   Evangelio

El párrafo del Evangelio de San Marcos de hoy nos cuenta que un escriba que, por cierto, tenía buena voluntad, preguntó a Jesús:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

La respuesta de Jesucristo no se hizo esperar y, citando el Antiguo Testamento, afirmó:

«Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser».

Después de afirmar cómo el primero es el primer mandamiento, añade:

«El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

El escriba satisfecho termina alabando a Jesús y repitiendo el mismo pensamiento. Esto agradó a Jesús que terminó la conversación diciendo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Amigos todos, hay una eternidad feliz y conseguirla será nuestra salvación para siempre.

Coloquemos a Dios en el corazón de nuestra vida y de esta manera aprenderemos a amar y a servir al prójimo como el mismo Señor nos ha pedido.

Todo esto traerá alegría y paz para nuestra vida y para nuestra convulsionada sociedad. Si volvemos a ser «amigos» las criaturas y el Creador todos seremos felices y la naturaleza no se volverá contra las criaturas.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

27 de octubre de 2024

LA MISERICORDIA DE DIOS EN CRISTO

En este domingo XXX del ciclo B del tiempo ordinario sentimos el actuar de Dios a través de Jesucristo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. 

Examinemos la misericordia divina en tres momentos distintos de la historia.

  • Jeremías

En el Antiguo Testamento Dios trae a su pueblo del destierro a la patria de la que fue deportado. Jeremías nos descubre la satisfacción «del resto» y no de todo el pueblo, que regresa feliz a Jerusalén:

«Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por la flor de los pueblos, proclamad, alabad y decid: “El Señor ha salvado a su pueblo, a salvado al resto de Israel”».

Es importante descubrir que en esta vuelta hacia Jerusalén el pueblo reconoce que, si salieron llorando, regresan entre consuelos y lo más importante es que el resto de Israel reconoce que su regreso se lo debe a la misericordia de Dios, que ha prometido:

«Seré un padre para Israel».

  •  Salmo 17

Es la respuesta de amor del salmista al Señor cuya fortaleza reconoce:

«Yo te amo, Señor. Tú eres mi fortaleza… Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador…». Y termina gritando feliz:

«¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca!».

  • Hebreos

La Carta a los hebreos nos habla del significado de los sacerdotes en Israel y en todos los pueblos de la tierra:

«Todo sumo sacerdote escogido de entre los hombres está puesto para representar a los hombres en el culto de Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados».

Este sacerdote del pueblo, como es una de tantos, tiene que ofrecer sacrificios no solo por el pueblo sino también por sí mismo, porque tiene la misma limitación humana que los otros.

Por eso, en la Carta a los hebreos se glorifica al Sumo sacerdote Jesús, de quien dice: «Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy”...

O como dice en otro pasaje: “Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec”».

En este caso, Jesús Sumo Sacerdote que ha querido ser un hombre más, semejante a todos, menos en el pecado, no ofrece sacrificios por sí mismo, sino la ofrenda y el holocausto de sí mismo para salvarnos a todos.

  • Verso aleluyático

Es uno de los versículos más impresionantes de toda la Biblia (Jn 14,23):

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él».

  • Evangelio

El Evangelio de Marcos nos recuerda que Jesucristo no solo es el sacerdote que se sacrifica para salvarnos, sino que también es el Dios bueno que se abaja para librarnos de nuestras miserias.

En este día Jesús se encuentra a Bartimeo al salir de Jericó. Le hace llamar y le formula una de las preguntas más maravillosas que, sin duda cada uno de nosotros, querríamos que nos dijera el Señor:

«“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Maestros, que pueda ver”».

La respuesta de Jesucristo no se hizo esperar: «Anda, tu fe te ha curado».

La reacción del ciego no pudo ser mejor: «Al momento recobró la vista y le seguía por el camino».

Ojalá también nosotros, como Bartimeo, tengamos la valentía de tirar el manto (es decir toda nuestra vida pasada de limitación) y seguirle a Él que es «El Camino».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de octubre de 2024

JESÚS, SIERVO DE YAVÉ, CAUTIVO DE AMOR - Domingo XXIX del tiempo ordinario


Siete años me permitió el Señor ser misionero y párroco, en Ayabaca, en la parroquia de la Virgen del Pilar donde se rinde culto a una impresionante imagen de Jesús Cautivo.

La liturgia de hoy nos habla del amor de Dios que nos ha venido a través de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

En este día meditemos en el amor infinito de Jesús, totalmente inmerecido por nosotros.

Él bebió el cáliz de la pasión hasta la última gota.

Los suyos no lo hemos entendido, pero cuantos imitan al Señor bebiendo su cáliz gozarán del triunfo del Señor.

  • Isaías

Este maravilloso capítulo cincuenta y tres, totalmente mesiánico, describe el sufrimiento de Jesús.

Meditemos lo que dice Isaías, ocho siglos antes de que sucedan los acontecimientos:

«El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación… Por los trabajos de su alma verá la luz…».

El fruto de los sufrimientos del siervo de Yavé será este:

«Mi siervo justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos».

  • Salmo 32

Pedimos la misericordia del Señor con gran confianza:

«Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre».

De ahí brota nuestra gran confianza en el Señor:

«Nosotros aguardamos al Señor: Él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti».

  • Carta a los hebreos

Nos invita esta carta a mantener la fe en Jesús, Sumo Sacerdote, que atravesó el cielo para venir a salvarnos.

Él nos puede salvar de todas nuestras debilidades porque «ha sido probado, como nosotros en todo, menos en el pecado».

Esto nos da confianza para llevarnos al trono de la gracia, para alcanzar «misericordia y encontrar la gracia en el tiempo oportuno».

  • Verso aleluyático

Nuestro salvador, Jesús, ha venido a servir y nos pide que le imitemos en el servicio a los hermanos:

«El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por muchos».

  •  Evangelio

Cuenta San Marcos que un buen día se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir».

A la pregunta de Jesús, contestan: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús les advierte otra cosa muy distinta:

«¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?».

No creo que entendieran mucho la pregunta, pero contestaron: «¡Lo somos!».

Ahora sí, me imagino que fue muy fuerte lo que oyeron:

«El cáliz que yo he de beber lo beberéis y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo. Está ya reservado».

Esta conversación llenó de envidia al resto de los apóstoles y Jesús tuvo que apaciguarlos:

«Los jefes de los pueblos los tiranizan…».

Y ahora, viene la gran lección de Jesucristo Cautivo:

«El que quiera ser grande sea vuestro servidor y el que quiera ser primero sea esclavo de todos».

Jesús completa la escena poniéndose como ejemplo para ellos y para todos nosotros:

«El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por todos».

Muchas cosas nos ha enseñado Jesús, pero sin duda son dos cosas las fundamentales: el amor único a su Padre y el servicio al prójimo, especialmente a los más pequeños y vulnerables, por amor de Él.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

12 de octubre de 2024

PARA DIOS TODO ES POSIBLE - Domingo XXVIII del tiempo ordinario


La convicción de los israelitas, en tiempo de Jesús, era que las riquezas son el signo de la aceptación de Dios

Por eso les extraña tanto lo que Jesús enseña este día.

  • Libro de la Sabiduría

Enseña que la sabiduría es superior a todos los bienes. El escritor sagrado la pide en oración al Señor.

Se aprecia la sabiduría más que los bienes y las riquezas incalculables.

La riqueza de la sabiduría es superior a todas las riquezas que fustiga el evangelio de hoy.

Con la sabiduría «me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables».

  • Salmo 89

El salmista pide a Dios que nos sacie de su misericordia «y toda nuestra vida será alegría».

Apoyados en esta bondad del Señor, confiamos tener un corazón sensato para aprovechar los años que Dios nos regale.

Por eso, pidamos con el salmista:

«Por la mañana sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas».

Y terminamos pidiendo:

«Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos».

  •  Carta a los hebreos

Destaca la importancia de la Palabra de Dios que nosotros debemos leer para conocer, practicar y enseñar a otros.

Sobre el valor de esta Palabra, se dice: «La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu».

Esta Palabra, evidentemente se refiere a Jesús, Palabra del Padre, que «juzga los deseos e intenciones del corazón».

  • Verso aleluyático

Dichosos los de espíritu de pobre, es decir, aquellos que teniendo o no riquezas confían siempre en el Señor y dependen de Él en su vida. Ellos son predilectos de Dios: «Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos».

  • Evangelio

En el evangelio tenemos tres momentos importantes.

+ Un joven ilusionado se acerca a Jesús preguntándole:

«¿Qué haré para heredar la vida eterna?»

Jesús responde lo que es común para todo el que quiere salvarse:

«Guarda los mandamientos».

El joven contestó con sencillez que todo lo había cumplido desde pequeño.

En ese momento Jesús le propone el camino de la perfección:

«Una cosa te falta, anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo y luego, sígueme».

Como el joven no pudo entender que la riqueza era Jesús, sintió debilidad en dejar las riquezas que tenía y se marchó triste.

+ Cuando se va el muchacho, Jesús advierte a los apóstoles:

«¡Qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!».

Y como hace una exagerada comparación que asusta a los apóstoles, ellos preguntan: «¿Entonces quién puede salvarse?».

Esta es la respuesta de Jesús:

«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

De todas maneras, advirtamos que no está el peligro en las riquezas en sí, sino el apego a las riquezas por encima de todo.

+ Finalmente, vemos a Pedro que quiere aprovechar esta situación para sacar ventaja:

«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Jesús lo toma en serio y responde: «Os aseguro que quien deja casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o tierras por mí y por el Evangelio recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más… Y en la vida futura, vida eterna».

Es bueno que terminemos este domingo poniendo toda nuestra confianza en Dios y con esta seguridad adquirir las riquezas necesarias, como fruto de nuestro trabajo, pero que nunca sean ellas las que dominen nuestro corazón que es solo para su Creador.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

5 de octubre de 2024

CORAZONES DE NIÑO EN EL REINO - Domingo XXVII del tiempo ordinario


Hoy entramos en una de las páginas más lindas del Génesis: La creación de la mujer que trae la felicidad al hombre en su unión matrimonial. Veamos con qué cariño crea Dios y cómo Jesús respalda con su sacramento este matrimonio natural creado por Dios.

  • Génesis

Cuenta cómo Dios hizo pasar a todos los animales que había creado para que Adán les pusiera nombre. Poner nombre significa tener dominio de todos los animales que pasaron delante de él.

Adán comprobó que ninguno de ellos era como él, capaz de ayudarle.

Entonces, Dios crea a un ser semejante al hombre, tomado del cuerpo de Adán, y es la mujer.

Al verla, Adán se alegra y exclama:

«¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!».

Encontramos aquí una bellísima presentación poética del matrimonio.

Concluye el párrafo indicando que, de esta manera, Dios ha querido establecer el matrimonio:

«Por eso, abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».

De esta forma hemos conocido el matrimonio natural en el que un hombre y una mujer propagarán, en adelante, de una manera admirable la especie humana.

Jesús llevará a su perfección este matrimonio natural, elevándolo a sacramento con el significado precioso del amor de Cristo a su Iglesia.

  • Salmo 127

Se trata de una hermosa bendición matrimonial. El hombre que teme al Señor sigue sus caminos: «Comerás el fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien».

La mujer es comparada con «una parra fecunda en medio de la casa».

Y los hijos como «renuevos de olivo alrededor de su mesa».

Viviendo así tendrán la bendición del Señor:

«El Señor te bendiga desde Sion y que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida».

Finalmente, concreta la bendición con estas palabras: «Que veas a los hijos de tus hijos».

  • Carta a los hebreos

Nos dice esta carta cómo Dios escogió a Jesús (hombre), el grande, un poco inferior a los ángeles:

«El padeció la muerte para salvación de todos».

Ahora lo vemos glorificado como fruto de su pasión y muerte. Y así «puede llevar una multitud de hijos a la gloria».

  • Verso aleluyático

La plenitud del amor está en amarnos unos a otros, para que Dios permanezca en nosotros: «Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud».

  • Evangelio

Después de haber presentado la Escritura la belleza del matrimonio, hoy nos cuenta San Marcos que unos fariseos preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba:

«¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?».

Cuando ellos afirman que Moisés ha permitido divorciarse «dándole a la mujer un acta de repudio», Jesús aclara:

«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer, por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».

Y Jesús completa:

«Ya no son dos sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre».

Más tarde, hablando con sus discípulos en la casa, Jesús aclara:

«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Después de aclarar el valor del matrimonio y el pecado del adulterio, Jesús pone un niño en medio de los apóstoles y dice:

«Dejad que los niños se acerquen a mí… De los que son como ellos es el reino de Dios».

Esta afirmación es muy importante: «Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Será bueno que, en este día, después de hablar tantas maravillas del matrimonio, entendamos que hay que tener corazón de niño para enamorar a Dios y entrar en su reino.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

28 de septiembre de 2024

CUANDO EL QUE ACTÚA ES EL ESPÍRITU SANTO - Domingo XXVI del tiempo ordinario


En este domingo vamos a ver cómo la liturgia nos presenta la actuación del Espíritu Santo que no es comprendida por gente aparentemente buena y sencilla.

  • Libro de los Números

Nos dice que «el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos».

Ellos comenzaron a profetizar enseguida, pero sucedió algo muy interesante: dos de los ancianos que había elegido Moisés no estuvieron con el grupo y, sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento, por su cuenta.

Esto molestó a «un muchacho que fue corriendo a contárselo a Moisés».

Había en aquel momento un joven, que aparece por primera vez en la Biblia, Josué, que inmediatamente intervino diciendo:

«Señor mío, Moisés, prohíbeselo».

Lo más llamativo del caso fue la respuesta del santo caudillo:

«¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!».

No deja de ser extraño que el libro de los Números advierte que aquellos ancianos «no volvieron a profetizar».

Nos queda admirar a Moisés en su generosidad al compartir los dones de Dios.

  • Salmo 18

El salmista nos presenta la grandeza del Señor, sus mandatos que «son rectos y alegran el corazón».

El salmo alaba esta ley, diciendo: «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma… La voluntad del Señor es pura y eternamente estable».

Sin embargo, reconoce que «aunque tu siervo vigila para guardarla con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta».

Una hermosa lección de humildad para todos nosotros y una oración pidiendo a Dios que nos libre de la arrogancia.

  • Carta de Santiago

La carta del apóstol habla de los ricos cuyo enriquecimiento se debe a las injusticias que han hecho, sobre todo, con los obreros y los segadores «cuyos gritos han llegado al oído del Señor de los ejércitos».

Termina el párrafo de hoy con una gran ironía, pues dice a estos ricos que se han enriquecido injustamente: «Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo».

  • Verso aleluyático

Recuerda las palabras de Jesús en la última cena, refiriéndose a la verdad cuya personificación es el mismo Jesucristo:

«Tu Palabra, Señor, es verdad. Conságranos en la verdad».

  • Evangelio

San Marcos nos presenta dos partes bien diferenciadas.

El apóstol Juan dice a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros».

Evidentemente que este Juan actúa, más o menos, como actuó Josué con Moisés. La respuesta de Jesús también es similar a la de Moisés:

«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí».

Y saca una conclusión importante también para nuestro tiempo:

«El que no está contra nosotros, está a favor nuestro».

Queda claro que aquí se trata de la actuación del Espíritu con que ha sido ungido el Señor.

En la segunda parte, Marcos presenta unos consejos del Maestro:

«El que os dé a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa».

A continuación, Jesús habla del escándalo a los pequeños y es muy claro y enérgico:

«Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».

Esto último deberíamos pensar, sobre todo, cuando se escandaliza a la gente sencilla, especialmente por parte de los que deberían ser sus pastores, siguiendo la comparación de Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo



21 de septiembre de 2024

EL PRIMERO EN EL REINO DE LOS CIELOS - Domingo XXV del tiempo ordinario

La liturgia de este domingo busca que nos acojamos, unos a otros, hasta el sacrificio. El primero en hacerlo fue el mismo Jesús que dio su vida por nuestra salvación.

  • Libro de la Sabiduría

«Acechemos la justo…».

El libro de la Sabiduría descubre proféticamente lo que hará un día el pueblo de Dios con el Mesías.

Estremecen los detalles que describe y termina justificando a los malos en su conducta, al decir:

«Dicen que hay quién se ocupe de él».

Pues si Dios responde a tanta maldad resucitando a ese justo maltratado, según dicen los malvados:

«Si es el justo hijo de Dios lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos».

Para justificarse, se dicen también los malvados: «Lo someteremos a la prueba de la afrenta y a la tortura para comprobar su moderación y apreciar su paciencia».

  • Salmo 53

El salmista describe la confianza del hombre justo del que habla hoy la Sabiduría.

Ante todo, aparece clara la fe y la confianza que tiene en Dios el justo maltratado:

«Oh Dios, sálvame por tu nombre. Sal fiador por mí… Porque unos insolentes se alzan contra mí y hombres violentos me persiguen a muerte… Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida».

Cuántos fieles de la Iglesia de Dios, desconocidos por este mundo que está de espaldas a Dios. Sobre todo, en África donde se multiplican los mártires. Confiamos que serán semilla y, un día, la luz de la Iglesia vendrá, sobre todo, de ese continente.

  • Santiago

El apóstol nos dice:

«Busca la paz, siembra la paz y su fruto es la justicia».

Sin embargo, en el mundo hay muchas envidias y rivalidades que son la causa de tanto desorden y de toda clase de males.

Nuestras pasiones son la causa de guerras y asesinatos.

«En cambio, la sabiduría que viene de arriba es pura y amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera».

En la oración bien hecha encontraremos esa sabiduría que viene de lo alto.

  • Verso aleluyático

Si queremos gozar de la gloria de Jesús sigamos fielmente sus enseñanzas en el Evangelio:

«Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo»

  • Evangelio

La verdad es que encontramos en este párrafo evangélico grandes contradicciones.

Por un lado, Jesús profetiza:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán y, después de muerto, a los tres días, resucitará».

Los discípulos están en su mundo y no entienden o no quieren entender lo que anuncia Jesús.

Por eso, cuando llegaron a Cafarnaúm, Jesús les preguntó: «¿De qué hablaban por el camino?».

No se atrevieron a contestar porque les dio vergüenza decir que, mientras Jesús hablaba de sufrimiento, ellos discutían «quién era el más importante» en el reino del que hablaba su Maestro.

El Señor les dijo: «Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y para enseñarlo de una manera más plástica, colocó en medio de ellos a un niño, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí y el que me acoge a mí, no me acoge a mí sino al que me ha enviado».

Este será siempre el camino de la perfección: por la sencillez de un niño, llegar a través de Jesús, a la Santísima Trinidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo