El Adviento camina hacia el fin. Mañana mismo es Navidad.
Hoy la liturgia nos
hace revivir las maravillas que vivió la humanidad en torno al nacimiento de
Jesús.
Preparémonos con alegría para celebrar el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo.
- Libro segundo de Samuel
David llega a su
plenitud como rey y tiene un palacio para sí y se compara con el arca de la
alianza que sigue en una tienda de campaña.
Le dice al profeta
que quiere hacer un palacio también para el arca del Señor. Aunque al principio
el profeta Natán le dice que sí, muy pronto regresa para decirle que Dios no
quiere todavía el templo para el arca de la alianza. Le corresponderá a su hijo
hacerlo.
Por su parte, Dios le hace las grandes promesas al rey David que será su predilecto, a pesar de las debilidades que cometió.
- Salmo 88
Dios hace alianza
con David para siempre.
El plan de Dios se
realizará en un descendiente suyo que vendrá después de mucho tiempo, ya que
los descendientes inmediatos de David fueron infieles a Dios.
Veamos la promesa
que se cumplió primero en David y después se cumplirá en el hijo de la Virgen
María.
En Jesús se
realizará la promesa definitiva y «su reino no tendrá fin»:
«Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades. Él me invocará: tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora. Le mantendré eternamente mi favor y mi alianza con él será estable».
- San Pablo
Terminada su
profunda y preciosa Carta a los Romanos, Pablo tiene una larga doxología
(palabras de alabanza) al Dios único para glorificarlo por la obra de la
redención que estuvo mucho tiempo en secreto y que ahora, por medio de
Jesucristo, se ha revelado a todos los hombres sin distinción, por tanto, incluyendo
también a los gentiles.
Glorificamos a la
Santísima Trinidad y le pedimos la fortaleza para mantenernos en el gran
secreto de la salvación que ya conocemos gracias a Jesús.
Debemos permanecer
en eterna gratitud porque hemos nacido cuando ya hemos sido testigos de la
salvación en Cristo Jesús.
Ahora tenemos todos los medios para salvarnos que no tuvieron las anteriores generaciones, especialmente la Palabra de Dios y los sacramentos.
- Verso aleluyático
Nos recuerda la
clave de la santidad de María que fue cumplir la voluntad de Dios y que es para
nosotros la gran enseñanza de nuestra Madre del cielo:
«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
- Evangelio
El amor de Dios
quiere acoger a la humanidad y salvarla. Para eso inventa una realidad nunca
imaginada: hacerse hombre y con esta naturaleza humana, unida a la suya,
ofrecerse Él mismo al Padre para salvación de todos.
Con una delicadeza
infinita, respetando al máximo la libertad de la mujer escogida y preparada con
grandes privilegios, le envía un ángel para preguntarle si está dispuesta a ser
su madre.
Además, le hace un
regalo precioso: le ofrece la maternidad sin perder la virginidad.
Ante esta
delicadeza y ternura de Dios la virgencita de Nazaret no tiene más que una
palabra de humildad:
«¡Aquí está la
esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra!»
Terminamos con unas
palabras de gratitud en este tiempo de Navidad. Agradecemos en primer lugar al
Padre Dios que nos dio a su Hijo y a la Virgen María que aceptó ser su Madre
para que pudiera unir la divinidad a la humanidad.
Gracias al Padre,
gracias a María y gracias a todos los que hemos recibido la fe y podemos
sentirnos bendecidos y felices en esta nueva Navidad, un cumpleaños más de
Jesús:
¡Feliz Navidad
amigos lectores!
José Ignacio
Alemany Grau, obispo