Comenzamos esta reflexión con la petición que la liturgia hace en la oración colecta de este día pidiendo un aumento en las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, para que tengamos la posibilidad de conseguir las promesas que Dios nos ha hecho.
- Éxodo
El párrafo de hoy
defiende los derechos de las clases más pobres en Israel y habla concretamente
de los emigrantes, las viudas y los huérfanos que no poseían herencia. El mismo
Señor advierte, refiriéndose a cada uno de ellos:
«Si grita a mí, yo
lo escucharé porque yo soy compasivo».
Veamos un par de
detalles interesantes de las necesidades especiales de estas personas y cómo el
Señor pide que se les trate con caridad:
+ Si se refiere a prestar
dinero, no hay que ser usurero con el pobre.
+ «Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo…».
- Salmo 17
Es una gran
cantidad de nombres los que se dan al Señor como señal de reconocer su grandeza,
y así se le llama: mi Fortaleza, mi Roca, mi Alcázar, mi Libertador, Peña mía,
Refugio mío, Escudo mío, mi Fuerza salvadora, mi Baluarte… Por todos estos
motivos, nosotros, con el salmista, decimos:
«Yo te amo, Señor».
- San Pablo
Se trata de la
Carta a los tesalonicenses, que es el texto más antiguo del Nuevo Testamento.
Escriben Pablo,
Silvano y Timoteo a la comunidad cristiana de Tesalónica.
El apóstol
manifiesta una gran alegría porque, cuando les anunció el Evangelio, lo
acogieron «no solo de palabra sino con la fuerza del Espíritu Santo y con
plena convicción».
La acogida admiró a
San Pablo porque, a pesar de las tribulaciones del momento, la aceptaron con la
alegría del Espíritu Santo y, en este sentido, considera a los de Tesalónica
como un modelo para los creyentes de Macedonia y de Acaya.
El apóstol alaba
también la difusión de esa fe «por doquier de modo que nosotros no teníamos
necesidad de explicar nada».
Los tesalonicenses para Pablo son un modelo de «conversión a Dios abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero y para vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús».
- Verso aleluyático
Una vez más la
liturgia insiste en que debemos guardar los mandamientos por amor y
especialmente lo podemos referir al Evangelio del día:
«El que me ama guardará
mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él».
No olvidemos que esa palabra es Jesús mismo y con Él viene el Padre Dios hasta nosotros.
- Evangelio
Hoy los fariseos
envían a un doctor de la ley a preguntarle a Jesús «para ponerlo a prueba».
La pregunta es capciosa porque los fariseos tenían multitud de preceptos,
además de los que directamente recoge la Escritura. Esta es la pregunta,
también importante para nuestro tiempo:
«¿Cuál es el
mandamiento principal de la ley?»
Jesús, que sabe
aprovechar todas las oportunidades para dar una enseñanza clara, les responde».
«Amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».
La respuesta del
Señor al fariseo es muy importante para nuestro tiempo cuando algunos marginan,
a veces, totalmente al Creador.
Con estas palabras
Jesús va al inicio del Decálogo, pero inmediatamente el mismo Señor continúa:
«El segundo es
semejante a él: amarás a tu prójimo como a ti mismo».
De esta manera Jesús
cierra la conversación advirtiendo:
«En estos dos
mandamientos se sostiene toda la ley y los profetas».
Buena lección para
que nosotros analicemos cómo cumplimos lo fundamental del Decálogo en nuestros
días.
José Ignacio Alemany Grau, obispo