Para poder vivir necesitamos los alimentos que nos ofrece la naturaleza.
Para la otra vida, la sobrenatural, necesitamos la Palabra de Dios que nos abre el camino.
- Isaías
Con una belleza
impresionante el profeta toma la comparación de la vida natural para hacernos
ver cómo trabaja Dios en la vida sobrenatural:
«Como bajan la
lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá sino después de empapar la
tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y
pan al que come»; de la misma manera la Palabra que sale de la boca de
Dios es fecunda en todo el que la acoge.
De ahí la importancia que tiene escuchar y poner en práctica el mensaje de Dios a la humanidad.
- Salmo 44
Es una preciosa
descripción de la obra divina en la naturaleza creada. Les invito a leer, con
sencillez y paz, y paséense por los campos en un bello atardecer de primavera
ya próximo al calorcito de verano y verán cómo Dios cuida la tierra, «la
riega y la enriquece sin medida. La acequia de Dios va llena de agua y Él
prepara los trigales.
Riega los surcos,
iguala los terrones, la llovizna los deja mullidos…».
De esta manera el
Señor hace fecunda la naturaleza para beneficio del hombre.
El salmista nos
invita a admirar los campos:
«Las praderas se
cubren de rebaños y los valles se visten de mieses que aclaman y cantan».
Admiremos la belleza de la obra de Dios en la naturaleza que nos sustenta.
- San Pablo
La naturaleza está
siendo extorsionada por el hombre. Hablamos de la «casa común», pero a pocos
les interesa con verdad la extorsión que padece la tierra maravillosa, eco de
la belleza del Creador.
San Pablo nos habla
de la extorsión de la naturaleza por parte del hombre:
«La creación entera
está gimiendo toda ella con dolores de parto. La creación entera sufre
esperando la liberación de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la
libertad gloriosa de los hijos de Dios».
Verso aleluyático
Se refiere al
evangelio del día y nos hace ver cómo la semilla de la parábola es la Palabra
de Dios que siembra Jesucristo. Quien sabe aprovecharla tendrá vida eterna:
«La semilla es la
Palabra de Dios. El sembrador es Cristo. Quien lo encuentra vive para siempre».
Evangelio
Jesús se sube a una
barca para poder hablar con más holgura a la multitud que lo acompaña. Se
sienta y la gente, desde la orilla, lo sigue hambrienta.
Jesús habla en
parábolas.
El tema es el
sembrador que sale a sembrar la semilla con abundancia. Parte cae en el camino,
otra parte entre piedras y una tercera parte entre zarzas.
Ninguna de ellas
dio fruto. El resto cayó en tierra buena y dio grano en abundancia.
A continuación,
cuenta el evangelista que los apóstoles no habían entendido gran cosa y le
preguntan por qué habla en parábolas a la multitud.
Jesús aclara que la
plenitud de la enseñanza es para sus discípulos más cercanos y les explica el
contenido de la parábola.
Empieza diciendo
cómo a los apóstoles se lo va a explicar porque tienen que conocer los secretos
del reino y la multitud no.
Antes de darles la
explicación, les dice:
«Dichosos vuestros
ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen».
Por eso, a
continuación, explica la parábola:
+ Escuchar la
Palabra sin entenderla tiene el peligro de que venga el maligno y robe lo
sembrado en el corazón.
+ Lo sembrado entre
piedras significa acoger la Palabra con alegría, pero sin raíces, sin
profundidad y con inconstancia. Cuando llegan las dificultades lo pierde todo.
+ Lo sembrado entre
zarzas es la actitud de quienes escuchan, pero tienen demasiadas preocupaciones
y riquezas que dejan estéril la Palabra.
+ Finalmente, lo
sembrado en tierra buena significa «el que escucha la Palabra y la entiende.
Este dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno».
¿En cuál de estos
«terrenos» te sientes tú implicado?
Procura esforzarte
para dar fruto, y gozar después de la recompensa de Dios.
José Ignacio Alemany Grau, obispo