De una u otra manera, a todos nos cuesta hablar de perdón; pedir perdón y perdonar.
En este domingo la liturgia nos habla de distintas formas de la misericordia de Dios que perdona. Él es nuestro modelo para cuando tengamos que perdonar.
- Libro de la Sabiduría
Nos enseña que solamente hay un Dios
verdadero entre los muchos dioses que ha inventado la humanidad. Refiriéndose
al Dios verdadero, nos dice:
«No hay otro dios al cuidado de todo. Tu
poder es el principio de la justicia y tu soberanía universal te hace perdonar
a todos».
A continuación, nos hace ver cómo su bondad
«juzga con moderación y gobierna con gran indulgencia porque puedes hacer
cuanto quieres».
Su manera de actuar nos quiere enseñar a
todos que debemos aprender a perdonar como Él nos perdona siempre:
«Diste a tus hijos la dulce esperanza de que en el pecado das lugar al arrepentimiento».
- Salmo 85
Nos habla de la bondad y clemencia de Dios
que perdona y tiene misericordia de todos:
«Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en
misericordia con los que te invocan… Tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal».
Pidámosle que tenga compasión de todos nuestros pecados y debilidades.
- San Pablo
Nos enseña, en su Carta a los romanos, que el Espíritu Santo «intercede por nosotros con gemidos inefables» y nos invita a confiar en ese Espíritu Santo, seguros de que Él intercede por nosotros.
- Verso aleluyático
Este versículo nos invita a reflexionar que
conocer la realidad de que Dios perdona es para los sencillos de corazón, que
son los preferidos de Jesús. Por eso nos recuerda estas palabras del Evangelio
de San Mateo:
«Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla».
- Evangelio
Recoge San Mateo tres parábolas distintas y
se detiene en la primera que cuenta cómo un hombre sembró buena semilla en el
campo y de noche llegó el enemigo y sembró la cizaña. Cuando los trabajadores
vieron crecer la mala hierba entre el trigo dijeron al dueño si quería que la
arrancaran. El señor les pide que la dejen hasta el momento de la siega y
entonces separarán el trigo de la cizaña.
Los apóstoles le preguntan a Jesús cuál es
el significado de esta parábola y Él les explica con detalle:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo
del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del
reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es
el diablo, la cosecha es el fin del tiempo y los segadores los ángeles».
Aprendamos esta enseñanza para no dejarnos
engañar en este mundo donde hay tantos enemigos de Dios, y de los suyos, que
siembran la confusión para hacer caer a los discípulos de Jesús.
También nos habla hoy el Evangelio del
grano de mostaza que a pesar de su aparente pequeñez se convierte en la más
alta de las hortalizas y sirve de refugio para las avecillas:
«Aunque es la más pequeña de las semillas
cuando crece es más alta que las hortalizas. Se hace un arbusto más alto que
las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
Finalmente, se nos presenta hoy la parábola
del poco de levadura que una mujer agrega en la masa para hacerla fermentar:
«El reino de los cielos se parece a la levadura.
Una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente».
Con estas tres parábolas Jesús quiere
ayudarnos a descubrir la realidad del reino de Dios que siempre brota de la
sencillez y pequeñez aparente, pero si es auténtico, produce abundantes frutos
de conversión.
José Ignacio Alemany Grau, obispo