A eso lo llamamos bienaventuranzas y las encontramos en los salmos y, de una manera concreta, en el capítulo cinco de San Mateo.
- Sofonías
Profeta poco
conocido y también es muy poco lo que nos dejó escrito, pero hoy la liturgia
nos deja dos pensamientos especiales:
+ En el primero nos
dice qué clase de hombres quiere el Señor:
«Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su
derecho, buscad la justicia, buscad la humildad; quizá podáis resguardaros el
día del Señor».
+ En el segundo
momento nos habla del «resto de Israel», un pueblo a quien el profeta animará
con verdadera pasión. En el párrafo de hoy leemos:
«Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde que confiará en el nombre
del Señor».
Pero luego, en su
libro, añade:
«El Señor está en medio de ti valiente y salvador, se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta».
- Salmo 145
Alaba la
preferencia de Dios por los débiles y limitados y mantiene con ellos fidelidad:
«Él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego… Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino a los malvados».
- San Pablo
El apóstol examina
la asamblea cristiana y advierte que «no
hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos
aristócratas. Todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para
humillar a los sabios y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el
poder».
Todavía es más exigente
San Pablo diciendo que Dios «ha escogido
la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que
cuenta».
La finalidad que
tiene Dios en todo esto, según el apóstol, es que nadie pueda gloriarse en sí
mismo, sino que «el que se gloríe, que se
gloríe en el Señor».
Recordemos siempre que la humildad es característica del que evangeliza según Jesús, que nos dijo: «Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón».
- Verso aleluyático
Es un grito de
aliento para confirmar que la verdadera recompensa nos viene del Señor:
«Estad alegres y contestos porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
- Evangelio
Como tantas veces
hemos leído, en este capítulo cinco de Mateo, el Evangelio nos presenta a Jesús
como el legislador del Nuevo Testamento.
Se sube a una
altura, algo así como Moisés en la antigüedad, y desde allí irá anunciando con
poder sus leyes:
«Oyeron que se dijo, pero yo les digo».
Hoy la liturgia nos
presenta las bienaventuranzas. Propiamente no son leyes sino más bien las
actitudes que brotan de abrazar el Evangelio y vivir en consecuencia.
Los exegetas nos
indican también que en las bienaventuranzas encontramos como el resumen de la
vida de Jesucristo y quizá, el momento más duro y claro, sea «dichosos vosotros cuando os insulten y os
persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa».
La conclusión es
clara:
Vive el Evangelio y
en tu vida florecerán las bienaventuranzas.
José Ignacio
Alemany Grau, obispo