En el tercer domingo de Adviento la Iglesia quiere resaltar la alegría de la proximidad de Jesús. Se acerca la Navidad:
«Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El
Señor está cerca».
Y nos pide que
compartamos la alegría de esta cercanía del Señor:
«Decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a nuestro Dios que viene y nos salvará».
- Isaías
Una vez más nos
invita a soñar en los tiempos mesiánicos.
A nosotros, que
vivimos tiempos tan complicados, nos resulta difícil saltar a la realidad
preciosa que promete.
Cuánta fe tenía
Isaías que vivió momentos tan duros y, sin embargo, nos invita a soñar:
«El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la
estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría».
En la segunda parte
del párrafo de hoy el profeta describe lo que Jesús aprovechará para dar a
conocer su misión:
«Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará».
- Salmo 145
El salmista nos
habla de la fidelidad de Dios que «hace
justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos…».
Parece, pues, que
el salmista está profetizando el futuro del Mesías:
«El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan…».
- Santiago
Nos recuerda la
paciencia con que el campesino entierra la semilla confiando que el cielo dará
la lluvia oportuna y el calor cariñoso del sol para que sus granos se
multipliquen.
Del mismo modo nos
pide: «Tened paciencia y manteneos firmes
porque la venida del Señor está cerca», que es lo que hoy celebramos.
Finalmente, el apóstol nos presenta el ejemplo de los profetas que, a pesar de vivir muy lejos de la llegada del Mesías, y con grandes sufrimientos «hablaron en nombre del Señor».
- Verso aleluyático
Nos recuerda el
momento bellísimo de Jesús en la sinagoga de Nazaret, cuando se siente lleno
del Espíritu Santo. Es un gran momento de gozo para Jesús y bueno para recordar
en este domingo de Gaudete:
«El Espíritu del Señor está sobre mí porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres».
- Evangelio
En la primera parte,
nos cuenta que el Bautista envió dos discípulos para preguntarle a Jesús. Yo no
creo que Juan, que se lo había jugado todo por el Mesías, dudara, sino que
quiso fortalecer la fe de sus discípulos que le preguntaron al Señor:
«¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?»
La respuesta de
Jesús debemos pensarla todos: que los que quieran saber de nuestra fe vean las
obras que hacemos:
«Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al
peregrino…».
Es lo que hace
Jesús para responder a los enviados. Les hace ver cómo se cumplen las
profecías.
En la segunda parte
del párrafo de hoy, Jesús habla a la multitud de la grandeza del Bautista:
«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el
Bautista».
Esto se cumplió
porque, poco después, Juan dio la vida por la misión que Dios le había
confiado.
Amigos, en este
domingo de la alegría, unámonos a la liturgia para recordar que por encima de
todas las pruebas siempre está el gozo del Espíritu Santo, que hemos recibido
en el bautismo y nos acompaña siempre.
José Ignacio Alemany Grau, obispo