+ Semana Santa
Hoy
nos lleva la liturgia a la «Semana Mayor» que el pueblo cristiano, en su
vivencia de fe durante tantos años, ha llamado siempre la SEMANA SANTA.
Esta
semana tiene dos partes bien distintas:
La
primera,
el DOMINGO DE RAMOS, el lunes, martes y miércoles santos y la misa crismal del
jueves.
La
segunda
parte es el TRIDUO PASCUAL que comienza con la misa vespertina del jueves y
termina con el DOMINGO DE PASCUA. El eje de estos días, evidentemente, es la
VIGILIA PASCUAL.
Durante
esta semana los invito a todos a revivir con fe el momento cumbre de nuestra
salvación que es la muerte de Jesús unida a su resurrección. Estos dos
acontecimientos son historia, pero en gratitud lo recordamos con tanta fe
porque gracias a ese momento pascual podemos estar seguros de nuestra
salvación.
Los invito a todos a renovar, una vez más este año y con toda la profundidad de que somos capaces, la muerte y resurrección de Jesucristo.
+ Sexto domingo de cuaresma
Con
esta semana cumplimos los cuarenta días de preparación.
Para la liturgia es la semana de «Pasión del Señor», como nos recordará el prefacio del día con su doble título: «La fuerza de la cruz» y «La victoria de la pasión». En este domingo meditamos «en su pasión salvadora y en su resurrección gloriosa. En ella celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención».
- Isaías
Los
Santos Padres aplican lo que el gran profeta refiere al siervo del Señor, a
Jesucristo, y es que, si examinamos los cantos del siervo, nos damos cuenta de
que tienen tal vivencia que algunos han llegado a llamar a Isaías el quinto
evangelista.
Será bueno que en estos días nos acerquemos al libro que la Biblia llama de Isaías y meditemos de una manera especial los cantos del siervo del Señor que se encuentran en los capítulos 42, 49, 50 y 52.
- Salmo responsorial
Es
el salmo 26 que empieza con una de las 7 palabras de Jesús en la cruz:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?»
Es
un salmo profundo y que fácilmente repetimos en algunos momentos de nuestra
vida. En ellos parece que acusamos a Dios, sobre todo, de los fuertes
sufrimientos que encontramos en nuestra vida y en la de nuestros seres
queridos.
Será
conveniente, y debemos pedirlo al mismo Señor, que cuando lleguen esos momentos,
aceptemos, aunque sea a ciegas, la voluntad de Dios.
Por
eso mismo el salmista termina sus quejas:
«Contaré tu
fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor
alabadlo, linaje de Jacob glorificadlo».
Que nuestra oración termine siempre con esta aceptación de humilde alabanza.
- San Pablo
Este
párrafo del Apóstol es como un resumen de todo lo que celebramos en esta Semana
Santa:
Jesús,
que es Dios verdadero, «pasó por uno de
tantos» hombres que han sufrido en este mundo, llegando Él mismo hasta la
máxima humillación de muerte de cruz.
Pero,
como ya hemos dicho que era Dios verdadero es la Divinidad misma quien manda a
la humanidad entera que le dé el nombre más perfecto con el título de «Señor»,
que en el Antiguo Testamento se refiere solo a Dios: «Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre».
Así, de una manera muy especial en la Semana Santa, debemos glorificar a Jesucristo.
- Evangelio
Propiamente
el Evangelio de hoy es la pasión del Señor contada por San Lucas.
Les
invito a meditarla en familia durante este hermoso domingo.
Nosotros
nos referiremos, por motivo de brevedad, al Evangelio que se lee antes de la
procesión de ramos, que también corresponde a San Lucas.
Una
de las escenas características de este Evangelio es cuando Jesús manda a dos de
sus discípulos que desaten el borrico que van a encontrar y «si alguien les pregunta: ¡por qué lo
desatáis?; contestadle: “el Señor lo
necesita”».
En
humildad sería bueno aplicarnos a nosotros mismos esta situación y hacer que
nuestra vida sea de verdad un servicio a Jesucristo que nos necesita a cada uno
de nosotros en su plan de salvación.
José Ignacio Alemany Grau, obispo