El Señor de la historia, en los distintos tiempos, ha dado la posibilidad de leer por dónde se encuentra Él, el Creador, para que los hombres de buena voluntad puedan encontrarse con Él.
Por
eso cuando se presentó el momento más importante de la historia, la llegada del
Mesías, Dios dejó grandes signos. La lectura de hoy nos presenta uno de ellos.
De todas maneras también en nuestro tiempo, en las grandes revelaciones de la creación, por ejemplo en las maravillas que hay en los astros por su cantidad y calidad, el hombre debería descubrir al Creador, si su orgullo no se lo impidiera.
- Isaías
Con sus profecías preparó el momento de Jesús. Isaías afirma:
“Sed fuertes, no temáis.
Vuestro Dios viene en persona. Resarcirá y os salvará:
Se despegarán los ojos del
ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua
del mudo cantará”.
Todos esos signos que pedían la fe de los antiguos israelitas permitirán más tarde a los judíos de buena voluntad descubrir en Jesús al Mesías salvador. Uno de estos casos los presenta el evangelio de hoy.
- Salmo 145
Nos
presenta al Señor haciendo los milagros que profetizó Isaías:
“El Señor abre los ojos al
ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el
Señor guarda a los peregrinos”.
También
habla de la multiplicación de los panes:
“El Señor da pan a los
hambrientos…”
Con
la liturgia unámonos a estos milagros del Señor diciendo:
“Alaba, alma mía, al Señor”.
- Santiago apóstol
Como
siempre es muy práctico y nos pide que no mezclemos las cosas.
Una
cosa es la fe que acepta las normas de la caridad que pide Jesús y otra muy
distinta el favoritismo que busca aprovecharse del nivel de las personas. Pone
un ejemplo muy concreto:
“Llegan dos hombres a la
reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos y el
otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: por favor, siéntate
aquí en el puesto reservado. Al pobre, en cambio: estate allí de pie o sentado
en el suelo”.
Santiago
se pregunta: “¿No sois inconscientes y
juzgáis con criterios malos?”
Y
termina advirtiéndonos que Dios muestra sus preferencias por los pobres del mundo
para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino.
Por tanto, otro signo de la presencia del Señor en el mundo son siempre los pobres, sus preferidos.
- Verso aleluyático
Nos hace ver cómo Jesús se presenta a la humanidad con los dos grandes signos predichos en la Escritura: la predicación del Reino y “las señales que lo acompañaban… curando las dolencias del pueblo”.
- Evangelio
Nos
cuenta San Lucas un signo muy especial que hizo Jesús con un sordo mudo.
En
este milagro Jesús muestra unas actitudes muy llamativas por cierto:
+
Lo separó de la gente.
+
Le metió el dedo en el oído.
+
Le tocó la lengua.
+
Miró al cielo con una oración sin duda muy especial y a continuación añadió: “Ábrete”.
Dice
San Marcos que inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua.
La
conclusión siempre es la misma: los fariseos no saben leer, aunque son los
sabios, y el pueblo ignorante decía:
“Todo lo ha hecho bien; hace
oír a los sordos y hablar a los mudos”, como profetizó Isaías.
Por
nuestra parte, hermanos, pidamos la gracia de descubrir al Creador en las
maravillas de la creación, en los pobres, sus preferidos y en la Palabra de
Dios. Para ello nos ayudará siempre la humildad.
José Ignacio Alemany Grau, obispo