Hoy
veremos que Dios no solo es “la vida”
sino que nos ha creado para que vivamos y este poder lo mostró Jesucristo
devolviendo la vida a varios difuntos.
- Sabiduría
Dios
es siempre positivo: “Dios no hizo la
muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera”.
Salta
a la vista una pregunta:
¿Y
por qué tenemos que morir?
Nos
advierte el escritor sagrado que a escondidas el diablo metió la muerte entre
los hombres para que termináramos muriendo. No podía consentir que el ser
humano inferior a su naturaleza pudiera gozar y él no:
“Por la envidia del diablo
entró la muerte en el mundo”.
Si nosotros tenemos la suerte de seguir viviendo eternamente es puro regalo de Jesucristo que nos dio vida eterna muriendo y resucitando por nosotros.
- Salmo 29
Nos
invita así:
“Te ensalzaré, Señor, porque
me has librado”.
Evidentemente
que sobre todo tenemos que agradecer hoy la gracia de que nos ha librado de la
muerte eterna como estamos considerando ahora.
“Escucha, Señor y ten piedad de mí. Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre”.
- San Pablo
Nos
presenta un plan social de vida interesante:
“No se trata de aliviar a
otros pasando vosotros estrecheces. Se trata de igualar. En el momento actual
vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen y un día, la abundancia de
ellos remedirá vuestra falta. Hasta ahí habrá igualdad”.
Así
enseña también la Biblia respecto al maná:
“Al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba”.
- Verso aleluyático
Con San Pablo nos invita este versículo a glorificar al Redentor porque ha sido quien ha destruido la muerte y nos ha sacado a la luz de la vida por medio del Evangelio.
- Evangelio de San Marcos
Entrelaza
dos milagros importantes en la vida de Jesús:
Se
acerca a Jesús Jairo, jefe de la sinagoga, y le pide casi con desesperación:
“Mi niña está en las últimas,
ven, pon las manos sobre ella para que se cure y viva”.
Jesús
lo acompañó enseguida pero un poco más adelante se armó un remolino en torno a
Jesucristo.
Una
mujer lo tocó disimuladamente y el Señor preguntó: “¿quién me ha tocado?”.
Con
todo aquel gentío, ¿quién era capaz de saberlo?
Pero
la mujercita apenas tocó el vestido de Jesús se sanó y poniéndose delante de Él
aclaró que había sido ella.
Jesús,
que quería hacer ver la importancia de la fe le dijo en voz alta:
“Hija, tu fe te ha curado.
Vete en paz y con salud”.
En
ese preciso momento llegan de su casa para decirle a Jairo:
“Tu hija ha muerto. ¿Para qué
molestar al Maestro?”
Jesús
le advierte a él y a todos nosotros:
“No temas, basta que tengas
fe”.
En
la entrada de la casa se armó un revuelo porque Jesús dijo:
“La niña no está muerta sino
dormida”.
Se
burlaban de Él.
Pero
al poco tiempo apareció la niña resucitada y se quedaron asustados. Jesús
siempre cariñoso y que no pierde detalles, le advirtió a la familia:
Denle
de comer a la niña.
La
gran lección que nos va a repetir de una manera muy especial San Marcos,
después de cada milagro de Jesús, va a ser:
“¡Basta que tengas fe!”
José Ignacio Alemany Grau, obispo