26 de junio de 2021

JESÚS, DIOS DE LA VIDA

 
Hoy veremos que Dios no solo es “la vida” sino que nos ha creado para que vivamos y este poder lo mostró Jesucristo devolviendo la vida a varios difuntos.

  • Sabiduría

Dios es siempre positivo: “Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera”.

Salta a la vista una pregunta:

¿Y por qué tenemos que  morir?

Nos advierte el escritor sagrado que a escondidas el diablo metió la muerte entre los hombres para que termináramos muriendo. No podía consentir que el ser humano inferior a su naturaleza pudiera gozar y él no:

“Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo”.

Si nosotros tenemos la suerte de seguir viviendo eternamente es puro regalo de Jesucristo que nos dio vida eterna muriendo y resucitando por nosotros.

  • Salmo 29

Nos invita así:

“Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.

Evidentemente que sobre todo tenemos que agradecer hoy la gracia de que nos ha librado de la muerte eterna como estamos considerando ahora.

“Escucha, Señor y ten piedad de mí. Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre”.

  • San Pablo

Nos presenta un plan social de vida interesante:

“No se trata de aliviar a otros pasando vosotros estrecheces. Se trata de igualar. En el momento actual vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen y un día, la abundancia de ellos remedirá vuestra falta. Hasta ahí habrá igualdad”.

Así enseña también la Biblia respecto al maná:

“Al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba”.

  • Verso aleluyático

Con San Pablo nos invita este versículo a glorificar al Redentor porque ha sido quien ha destruido la muerte y nos ha sacado a la luz de la vida por medio del Evangelio.

  • Evangelio de San Marcos

Entrelaza dos milagros importantes en la vida de Jesús:

Se acerca a Jesús Jairo, jefe de la sinagoga, y le pide casi con desesperación:

“Mi niña está en las últimas, ven, pon las manos sobre ella para que se cure y viva”.

Jesús lo acompañó enseguida pero un poco más adelante se armó un remolino en torno a Jesucristo.

Una mujer lo tocó disimuladamente y el Señor preguntó: “¿quién me ha tocado?”.

Con todo aquel gentío, ¿quién era capaz de saberlo?

Pero la mujercita apenas tocó el vestido de Jesús se sanó y poniéndose delante de Él aclaró que había sido ella.

Jesús, que quería hacer ver la importancia de la fe le dijo en voz alta:

“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”.

En ese preciso momento llegan de su casa para decirle a Jairo:

“Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar al Maestro?”

Jesús le advierte a él y a todos nosotros:

“No temas, basta que tengas fe”.

En la entrada de la casa se armó un revuelo porque Jesús dijo:

“La niña no está muerta sino dormida”.

Se burlaban de Él.

Pero al poco tiempo apareció la niña resucitada y se quedaron asustados. Jesús siempre cariñoso y que no pierde detalles, le advirtió a la familia:

Denle de comer a la niña.

La gran lección que nos va a repetir de una manera muy especial San Marcos, después de cada milagro de Jesús, va a ser:

“¡Basta que tengas fe!”

 

José Ignacio Alemany  Grau, obispo

19 de junio de 2021

ÉL PUSO LOS LÍMITES AL MAR


¿Si los mares son obra suya, por qué no los va a dominar?

En efecto, el salmo 94, dice:

“Suyo es el mar porque Él lo hizo”.

Y el prólogo del evangelio de San Juan enseña:

“Sin Él no se hizo nada de cuanto fue hecho”.

Por eso no nos extrañamos de lo que sucedió en el evangelio del día.

Nuestro tema nos enseña que todo se lo debemos a Jesús que es Dios verdadero.

  • Job

De una forma poética manifiesta el poder de Dios creador. No olvidemos que Jesús es Dios. “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales?”

Dios fue quien le puso los límites diciendo: “hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas”.

  • Salmo 106

Impresiona la descripción del párrafo del evangelio de hoy ampliado a un mar abierto y a los apóstoles gritando como los comerciantes de la nave:

“Entraron en naves por el mar comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano.

Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto: subían al cielo, bajaban al abismo, se sentían sin fuerzas en el peligro. Rodaban, se tambaleaban como borrachos y no les valía su pericia, pero gritaron al Señor en su angustia y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa y enmudecieron las olas del mar”.

  • San Pablo

Nos presenta a Jesús como el único Salvador que murió y resucitó por nosotros. Por todos.

“Nos apremia el amor de Cristo al considerar que si uno murió por todos, todos murieron” y si Cristo resucitó por ellos también resucitó por todos.

Por eso, en Cristo hemos renacido como criaturas nuevas.

  • Verso aleluyático

Se cumple y nos alegramos pensando que se ha realizado en Cristo la profecía del Deuteronomio:

“Dios dijo a Moisés: Yo os suscitaré un profeta de entre sus hermanos como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá todo lo que yo le mande” (Dt 18,18).

  • Evangelio

Los apóstoles extrañados dicen:

“¿Quién es este?, ¡hasta el viento y las aguas le obedecen!”

Qué fácil es responder:

Este es el que hizo el mar y lo domina ahora para que los discípulos crean.

Sabemos que Jesús dormía en la barca y lo despertaron diciendo:

“¿No te importa que nos hundamos?”

Jesús, tranquilo, contesta:

“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”

Qué fácil es también aplicarnos a nosotros esta pregunta de  Jesús a los apóstoles, en los momentos difíciles como el que quizá estamos viviendo ahora: ¿por qué Dios no nos socorre?

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

12 de junio de 2021

LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS

Antes de reflexionar los temas de este domingo hablamos un momento de la gran solemnidad del Corazón de Jesús que celebramos el viernes.

Hay que tener presente, como una verdad hermosa, que el Corazón de Jesús es el corazón de Dios.

Sabemos que Dios eterno es puro espíritu y no tiene corazón pero también sabemos que el Verbo encarnado tiene corazón como el resto de los humanos.

Por eso al Corazón de Jesús lo adoramos por ser realmente Dios y también hombre verdadero.

¡Le debemos tanto!

Posiblemente no pensamos mucho lo que significa el Corazón de Jesús para nosotros.

La liturgia nos ha dicho:

“Con amor admirable se entregó por nosotros, y elevado sobre la cruz hizo que de la herida de su costado brotaran con el agua y la sangre los sacramentos de la Iglesia para que así, acercándose al Corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de la fuente de la salvación”.

Sí. Es fuente de salvación que físicamente nos entregó por su costado abierto, sangre y agua.

Además de esta forma se abrazó definitivamente con la Iglesia que brotó de su corazón abierto.

Digámosle con frecuencia: “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío” y recordemos que mientras vivamos, tenemos que aprender de Él que es manso y humilde de corazón, como Él mismo nos ha pedido.

Que Dios nos dé un corazón tierno con los hombres y fiel a Dios.

Comentemos la liturgia de hoy.

  • Ezequiel

El profeta, bajo una imagen preciosa de un gran cedro que tiene sus raíces en David, el rey, nos dice que llegará un día en que Dios arrancará una rama del alto cedro y la plantará en un monte elevado para que dé fruto y se haga un cedro noble, el Mesías prometido.

A él vendrán aves de toda especie; es decir, hombres de todo pueblo y raza para aprovechar la salvación.

Evidentemente que se trata de David que es el retoño de Jesé.

Alegrémonos del día en que Dios hará realidad este encuentro de todos los hombres con Jesús y por Jesús con Dios.

  • San Pablo

Nos invita a vivir de la confianza aunque sabemos que “mientras sea el cuerpo nuestro domicilio estamos lejos de Dios y caminamos sin verlo conducidos por la fe”.

Una vez más San Pablo nos repite esta idea: “preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor”, o como el apóstol decía también: “ansío morir para estar con Cristo”.

Para terminar nos invita a esforzarnos por agradar siempre a Dios recordándonos que tendremos que comparecer “ante el tribunal de Jesucristo un día para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo”.

  • Verso aleluyático

Nos prepara para el evangelio, enseñándonos que la semilla es la Palabra de Dios; es decir, el Reino de los cielos y el gran tesoro que hay que cuidar.

  • Evangelio

San Marcos nos presenta el Reino de Dios en dos parábolas:

En la primera nos dice que la semilla que nos ha regalado Dios va a ir creciendo sin interrupción sin que se dé cuenta el que la tiene. Hasta que al fin llega la cosecha que es el fruto de la semilla del Reino de Dios.

En la segunda parábola Jesús compara también el Reino con un granito de mostaza que siendo una semilla muy pequeña se hace muy alta y da cobijo a los pajaritos que anidan en ella.

Pensemos que bajo estas sencillas parábolas Jesús nos está invitando a todos a aprovechar las semillas que Dios nos ha regalado en su infinita misericordia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

5 de junio de 2021

LAS ALIANZAS Y “LA ALIANZA”

Son varias las alianzas de Dios con personajes del Antiguo Testamento. Recordamos algunas.

Primero la de Noé:

“Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo como señal de mi alianza con la tierra”.

Dios declara como signo externo de la alianza, aunque ya existía antes, el arcoíris que nos debe seguir recordando también ahora aquella alianza sin término que estableció Dios en Noé.

La otra gran alianza que tampoco tuvo ni tendrá término es la de Abraham. Dios la hizo con estas palabras:

“Esta es mi alianza contigo. Serás padre de muchedumbre de pueblos… mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua”.

Como signo externo de esta alianza Dios también deja uno que ya existía, el de la circuncisión. Que será imagen del bautismo.

De la tercera gran alianza nos habla la primera lectura de hoy.

  • Éxodo

Moisés “tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió “haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.

Entonces tomó Moisés la sangre, roció al pueblo diciendo: esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros sobre todos estos mandatos”.

El signo de esta alianza será el Decálogo.

  • Salmo 115

Nos invita a alzar la copa de la salvación invocando el nombre del Señor:

“Te ofreceré un sacrificio de alabanza invocando tu nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo”.

  • Hebreos

La Carta a los Hebreos nos presenta a Cristo como el sumo Sacerdote que ofrece a Dios su propia sangre en vez de la sangre de los machos cabríos del Antiguo Testamento. Se trata de un “sacrificio sin mancha que purificará nuestras conciencias de las obras muertas llevándonos al culto del Dios vivo”.

De esta manera Jesucristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte ha redimido los pecados cometidos durante la primera alianza “y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna”.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda las palabras de Jesús cuando prometió la Eucaristía, diciendo:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.

  • Evangelio

Llama la atención las señas que da Jesús para que puedan algunos discípulos ir a preparar la cena pascual, porque dice así:

“Id a la ciudad y encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua”.

Jesús les manda seguirlo y el hombre les preparó una sala amplia en el segundo piso.

La explicación es doble.

En primer lugar, era difícil que un hombre llevara un cántaro de agua porque solían hacerlo las mujeres.

Y, segundo, porque de esta manera Judas no podía saber dónde sería la cena pascual para adelantar ese dato a los que querían a prender a Jesús. Más seguro era llevarlos a Getsemaní, a donde iban siempre después de la cena.

Jesús celebró en el cenáculo la cena pascual adelantada y sin el cordero. El cordero será Jesús mismo, al día siguiente, al morir a la hora que se sacrificaban los corderos para la Pascua.

El momento más importante de la cena lo describe San Marcos con estas palabras:

“Mientras comían tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: tomad, esto es mi cuerpo”.

Cogiendo una copa pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron y Él les dijo: “esta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos”.

Esta es en realidad la nueva y eterna alianza en la sangre de Jesús, con las palabras que referirán los otros evangelistas.

Esta alianza sucede a todas las alianzas anteriores y es definitiva porque Jesús se sacrificó Él mismo, que es verdadero Dios, por nosotros.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo