28 de noviembre de 2020

ADVIENTO: SABER ESPERAR

Antes era más fácil que hoy:

“La espera desespera” como nunca.

Sin embargo, la esperanza es una virtud teologal, inseparable de la fe y del amor.

¿Habremos perdido las dos compañeras de la esperanza?

El Adviento nos pone de cara a dos esperas muy largas:

Todo el Antiguo Testamento esperando al Mesías y, por otra parte, la humanidad mirando a la Parusía, segunda venida de Jesús.

Algunos creen que ya viene el fin de los tiempos, porque Dios no puede esperar más… pero somos nosotros los impacientes.

De todas formas el Evangelio de hoy nos trae una respuesta que es “Palabra de Dios”.

Meditemos con fe, creamos y esperemos con amor.

  • Isaías

Es el profeta del Adviento.

Lo encontraremos muchas veces en este tiempo.

Hoy nos recuerda las palabras que repetiremos frecuentemente:

“Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia”.

Todos hemos sido infieles al Señor.

Sin embargo, todos debemos esperar en Él porque “Tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el Alfarero: somos todos obra de tu mano”.

Que este santo profeta nos ayude a caminar siempre en la esperanza.

  • Salmo 79

Es un grito de esperanza en este Adviento.

Recemos con mucha fe y confianza en el Señor:

“Despierta tu poder y ven a salvarnos”, a salvarnos de la pandemia y de tanta ideología inhumana.

“Ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tu hiciste vigorosa”.

Esa viña que representó a Israel y  hoy referimos a la Iglesia, según la enseñanza de Jesús: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”.

Por eso le decimos a Jesucristo:

“No nos alejaremos de ti; danos vida para que invoquemos tu nombre”.

“¡Ven, Señor Jesús!”

  • San Pablo

Hermoso mensaje de Pablo a los Corintios que hoy quiere la liturgia que lo hagamos nuestro:

En realidad Dios nos lo ha dado todo “y nos ha llamado a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro”.

Tengamos la certeza de que “Dios es fiel”.

Tengamos, pues, presente además que hemos sido “enriquecidos con todo: en el hablar y en el saber… de hecho no carecéis de ningún don”.

  • Verso aleluyático

Nos invita a confiar en el Señor y pedirle:

“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.

Esa salvación que es Jesucristo, el Mesías que viene.

  • Evangelio

Jesucristo, según San Marcos, nuestro compañero para el ciclo litúrgico B, que hoy empezamos, nos dice:

“Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: velad”.

Tengamos claro que Jesús “vino” y se ha ocultado, pero “estará con nosotros hasta el fin del mundo”.

¿Y cuándo será eso?

“Velad entonces pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.

Amigos todos, vivamos en Adviento, porque “el Señor vendrá”.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

21 de noviembre de 2020

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO


En este domingo no importa tanto el nombre, sino la realidad que celebra la Iglesia.

Se trata de que Jesús sea el Señor y nosotros sus servidores fieles.

Aunque los títulos no son tan importantes, hay que pensar, en primer lugar, en la vivencia de San Pablo, el gran apóstol.

Para él “Jesús es el primero en todo”.

Para nosotros también esto debe ser una realidad, como repetimos en nuestra asociación católica Evangelización Siempre.

De todas maneras, para la liturgia, el título de esta festividad se refiere a su realeza. De hecho Jesús habló muchas veces del Reino y el Antiguo Testamento también ve en el rey un predecesor del Mesías.

No olvidemos, pues, que el título puede cambiar pero que nuestro corazón esté claro:

En este mundo de tinieblas necesitamos seguir a Jesucristo que es “la Luz del mundo”.

  •  Prefacio

Nos presenta, apoyado por el concilio Vaticano II, en qué consiste el reino de Jesucristo y dice que su finalidad es: “consumar el misterio de la redención humana y someter al poder del Padre la creación entera, entregando a su Majestad infinita un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, al reino de la justicia, el amor y la paz”.

  •  Ezequiel

El profeta nos habla hoy de Dios que se manifiesta como el buen pastor:

“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro, como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se dispersan… Yo mismo apacentaré mis ovejas…”.

Es esta una de las facetas de Cristo Rey que dijo de sí mismo: “Yo soy el buen pastor”.

  • Salmo responsorial

Se trata del salmo 22 tan conocido.

Pero no lo dejemos de lado por conocerlo, sino más bien procuremos aplicarlo a Jesús, Buen Pastor, y a nosotros mismos como dóciles ovejas que le siguen seguras, de que nada nos faltará.

“El Señor es mi pastor nada me falta, en verdes praderas me hace recostar”.

  • San Pablo

Después de afirmar la resurrección de Cristo y cómo nos ha salvado a todos, dice el apóstol:

“Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies”.

Y al final del parrafito de hoy, añade:

“Cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos”.

De esta manera Jesucristo, como hombre verdadero que es, también se somete al Padre lo cual para nosotros no deja de ser un misterio en el que creemos porque el mismo Hombre Jesús también es Dios verdadero.

  • Verso aleluyático

Refiriéndose a unas palabras de San Marcos, nos enseña que Jesucristo es la personificación del Reino de David:

“Bendito el reino que llega, en nombre del Señor, el de nuestro padre David”.

  • Evangelio

Es nuestro muy citado capítulo 25 de Mateo en el que Jesús mismo se presenta con toda su gloria rodeado de ángeles y sentado en su trono como Rey del mundo entero.

Es Él mismo el que, llamándose Rey, felicitará a los fieles con esas palabras llenas de misericordia y bendición:

“Venid, benditos de mi padre, heredad el reino…”

En cuanto a los malos, “el rey les dirá: apartaos de mí malditos”.

El motivo más importante para esta sentencia, según el mismo Jesucristo, que justifica a unos y condena a otros, es el haber tratado o no con caridad a los hambrientos, enfermos, encarcelados… porque en cada uno de ellos está Jesús:

“Lo que hicisteis a cada uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Este domingo nos enseña el camino que hemos de seguir para que el día del juicio sea el más alegre de todos los días de nuestra vida:

Si somos fieles, será el triunfo de Jesús y el de cada uno de nosotros.

Terminamos saludando y agradeciendo a San Mateo por habernos acompañado durante el ciclo A, mostrándonos el rostro de Jesús a través de su Evangelio.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de noviembre de 2020

VIVAMOS COMO HIJOS DE LA LUZ

Prácticamente es hoy el último domingo de la secuencia del año litúrgico, ya que el próximo celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo.

Por eso hoy la liturgia nos habla otra vez de estar preparados para el fin de la vida. Todo el año ha sido recorrer, nosotros con Jesús, cómo deben vivir sus discípulos. Ahora, al final, vamos a ver cómo deben terminar para gozar eternamente con Él en la gloria.

  • Proverbios

El autor nos habla de la mujer fuerte, es decir del modelo de mujer a los ojos de Dios y la presenta como luchadora, decidida y emprendedora y también como hacendosa, es decir, la mujer que sabe gobernar una hacienda.

De esta manera la mujer perfecta es la que conduce la familia y la hacienda a la plenitud.

Podríamos decir que se trata de una mujer fuerte que vive según se describe a la sabiduría en distintos textos bíblicos.

  • Salmo 127

Nos presenta al hombre que tuvo la suerte de encontrar la mujer fuerte de la que hablan los Proverbios:

“Tu mujer como parra fecunda en medio de tu casa”. Y el fruto de la unión de ambos, los hijos: “Tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa”.

Ser un esposo bueno y trabajador y con una esposa así “es la bendición del hombre que teme al Señor”.

Esta clase de familia recibe la bendición de Dios y el premio de ver la prosperidad de Jerusalén.

  • San Pablo

En su carta a los tesalonicenses el apóstol comienza este párrafo quitando importancia a lo que es accidental, por ejemplo, el cómo y el cuándo va a suceder y pide vivir siempre en espera vigilante porque “el Señor llegará como un ladrón en la noche”.

Por eso pide Pablo que vivamos siempre en la luz del día para que no pueda sorprendernos el Señor, algo así como sorprende el ladrón que llega en la noche. Para asegurar esto, aclara:

“Todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas”.

La conclusión muy importante para este día:

“No durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados”.

El verdadero discípulo de Cristo, más que temer, se alegra pensando en el día del encuentro con el Señor.

  • Verso aleluyático

Jesús nos pide que demos fruto verdadero y abundante y para ello, una vez más, nos dice:

“Permaneced en mí y yo en vosotros”.

Estar con Jesús asegura nuestra fecundidad y felicidad para siempre.

  • Evangelio

Jesús, en esta parábola que precede al juicio final en el evangelio de Mateo, nos recuerda que todos venimos a este mundo con unos talentos o cualidades y con ellos debemos trabajar para multiplicarlos con nuestro esfuerzo. Así mereceremos ser glorificados por Dios cuando se los entreguemos al final de nuestra vida.

Nuestra alegría será inmensa si Jesucristo nos dice, entonces como en la parábola:

“Muy bien, eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo muy importante: pasa al banquete de tu Señor”.

***

Ahora nos disponemos a empezar otro año litúrgico y recordando junto a Jesús, de la mano de los cuatro evangelistas, el ideal cristiano que es imitar al Maestro, pasada la fiesta de Cristo Rey emprenderemos con San Marcos el ciclo B para seguir aprendiendo y viviendo cada vez con mayor perfección nuestra fe e ir transformándonos en la imagen de Jesucristo para gloria de Dios Padre.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

7 de noviembre de 2020

ESTÉN PREPARADOS


En los tres ciclos la Iglesia nos invita a meditar, hacia el final del año litúrgico, en los misterios del más allá, para que purifiquemos nuestra conducta y vivamos siempre de cara a Dios, buscando una eternidad feliz. Esto mismo sucede con las lecturas del día de hoy.

  • La Sabiduría

La primera pregunta es:

¿Quién es esta sabiduría a la que da tanta importancia la Escritura?

Por una parte sabemos que los santos padres la han aplicado al Logos, es decir a Jesucristo, Sabiduría de Dios.

La liturgia por su parte también ve en alguno de estos párrafos la figura de la Virgen María.

¿Y qué enseña el párrafo de hoy?

Da a entender que la Sabiduría sale al encuentro del sabio. Y el sabio, a su vez, movido por el deseo de encontrarla, sale ansioso a buscarla.

De esta manera, se hace posible y hasta fácil un encuentro entre el hombre sabio y la sabiduría.

  • Salmo responsorial

El salmo 62 nos habla también del hambre de Dios que tiene el salmista.

Es como un desahogo del corazón que tiene necesidad del Creador:

“Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti”.

Comparándolo con la tierra reseca, que se agrieta en el calor del verano, dice también:

“Mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca, agostada, sin agua”.

Día y noche tenemos la invitación de acordarnos y meditar en nuestro Dios:

“En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti”.

  • San Pablo

En su carta a los tesalonicenses, nos ofrece un motivo muy importante para vivir la esperanza en el Señor:

“Si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con Él”.

Esa es la profunda esperanza, fruto de la fe, que nos ofrece llevarnos hasta el corazón de Dios.

Y así nos pide el apóstol que nos consolemos con estas maravillosas palabras:

“Estaremos siempre con el Señor”.

  • Verso aleluyático

Se trata del gran aviso para este domingo, ya hacia el final del año litúrgico.

En él encontramos la clave para la reflexión de hoy:

“Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre”.

Una de las cosas que el mundo no quiere que pensemos es en las postrimerías, porque puede perderse a los “clientes” que las tomen en serio.

La Iglesia, por el contrario, como conoce bien que estas son una especie de motor que nos ayudará a actuar bien, sí quiere que las pensemos con seriedad y confianza al mismo tiempo. No dejemos de recordarlas:

+ La muerte, cuyo pensamiento nos ayudará a restar importancia a las cosas perecederas que nos ofrecen “el mundo, el demonio y la carne”.

+ El juicio, para que nos preparemos y quedemos bien ante el único Juez verdadero y justo que nos pedirá cuentas de cómo ha sido nuestra vida.

+ El infierno, como un peligro, muy doloroso por cierto, del que hay que huir.

+ La gloria que es el encuentro con Jesús, nuestro amor y nuestro amigo, que nos invita a vivir eternamente con Él, con el Padre y el Espíritu Santo.

Con esto te darás cuenta de que el mundo tiene sus motivos para llenarte de ruidos, vicios y distracciones con toda clase de imágenes y diversiones, para no perderte.

  • Evangelio

Nos presenta la conocida parábola de las diez vírgenes que acompañaban a los novios para celebrar las bodas.

De entre ellas cinco eran prudentes y llevaron repuesto de aceite para las lámparas con las que debían iluminar la fiesta. Las otras cinco no lo llevaron.

Cuando a medianoche oyeron que gritaban: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”,

las primeras entraron, en cambio las otras, como habían ido a buscar el repuesto de aceite, no pudieron ingresar a la celebración.

Cuando llegaron, desesperadas, gritando: “¡Señor, señor, ábrenos!”, el novio, que se había visto defraudado, les dijo:

“Os lo seguro: no os conozco”.

Y Jesús vuelve a sacar la conclusión tan importante para este domingo:

“Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora”.

Buena meditación, amigos, para este domingo treinta y dos del tiempo ordinario.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo