14 de septiembre de 2019

TODO LO MÍO ES TUYO

TODO LO MÍO ES TUYO


La liturgia de este día tiene una enseñanza muy concreta que debemos meditar para descubrir qué grande es la misericordia de Dios:
Israel ofende gravemente a Dios… y Él lo perdona.
Pablo nos cuenta que ha blasfemado de Dios y Dios lo escoge como su apóstol predilecto.
Los fariseos murmuran de Jesús porque acoge a los pecadores y come con ellos… Jesús les da una triple respuesta, muy emocionante por cierto.
  • Éxodo
Mientras Moisés conversa con el Señor pasan los días.
En un momento determinado el mismo Señor dice a Moisés:
“Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto”.
Es impresionante ver cómo Dios está dispuesto a castigar al pueblo y cómo intercede Moisés hasta conseguir el perdón de Dios.
El relato termina diciendo que “el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”.
Hay que entender ese arrepentirse de Dios como una manifestación de su misericordia que perdona.
  • Salmo responsorial
Mientras va repitiendo las palabras del Evangelio de hoy: “Me pondré en camino adonde está mi padre”, la liturgia nos va haciendo meditar el salmo 50 que nos habla de la misericordia de Dios:
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa”.
  • San Pablo
Desahoga su corazón con Timoteo “dando gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio”.
A continuación Pablo confiesa su actitud anterior cuando blasfemó y persiguió a Jesús. Pero Dios “tuvo compasión de mí porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía”.
Así como Dios derrochó la gracia sobre Pablo, pidamos también nosotros misericordia al Señor para que nos perdone y podamos ser, como el apóstol, personas que descubren el amor verdadero y creen en él.
  • Verso aleluyático
Con palabras de San Pablo nos invita a meditar “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo”.
Esta es la gran obra de la misericordia divina que hoy debemos meditar.
  • Evangelio
San Lucas, nuestro compañero del ciclo C, nos habla en uno de sus más hermosos capítulos, de la misericordia del Padre, manifestada a través de tres conocidas parábolas, sobre todo la tercera.
Es importante que reflexionemos en la introducción que hace el mismo evangelista para entender mejor las parábolas del Reino de los cielos:
“Solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo”.
Este  era el grupo fiel y hambriento de la Palabra, que oía a Jesucristo.
Por otra parte “los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: ese acoge a los pecadores y come con ellos”.
Ya nos damos cuenta de que la palabra “ese” es despectiva y es que, de hecho, ellos siempre buscaban desprestigiar a Jesús.
Motivado por todo ello, Jesús expone tres parábolas para que entendamos que si Dios ha venido a salvar a todos, porque todos somos pecadores, su predilección la tienen los que más lo necesitan, por tanto, los más pecadores.
La primera parábola nos habla del pastor que pierde una oveja y, dejando aseguradas las noventa y nueve, la busca y vuelve feliz disculpándola ante cuantos la ven sobre sus hombros, diciendo:
“He encontrado la oveja que SE ME había perdido”.
La segunda parábola habla de una mujer que tiene diez monedas y ha perdido una dracma de las que conforman la colección de sus arras. Y comparte le alegría de haberla encontrado.
También esta representa a Dios buscando al pecador.
Jesús termina la parábola hablando de la “alegría que habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”.
En cuanto a la tercera parábola, la más hermosa, les invito a meditarla con profundidad porque en ella Jesús retrata tanto al hijo pecador como al primogénito, muy creído por cierto, que no sabe conocer el corazón de su padre.
Sin embargo, a ambos el padre les demuestra su cariño. Leyendo el encuentro con el segundo de los hijos, hallarás la razón de mi título.

José Ignacio Alemany Grau, obispo redentorista