DOMINGO
DE RAMOS
La
liturgia de este día es riquísima y puede llenar nuestros sentimientos más
profundos de fe y también de amor a Jesús, que se entregó plenamente por
nosotros.
Haremos
unas breves reflexiones para ayudarnos en esta interiorización.
- Prefacio
Comenzaremos
con el prefacio que siempre centra las fiestas importantes:
“Jesús, siendo inocente, se
entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de ser contado
entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa y, al
resucitar, fuimos justificados”.
En
estas palabras nos centra la Iglesia en la Pascua del Señor, para que nunca nos
quedemos en el sufrimiento y la muerte, sino en la resurrección que nos salva.
- Evangelio antes de la Misa
Normalmente
en un lugar cercano, pero fuera de la Iglesia, se lee el Evangelio de los ramos
para centrar la celebración especial de este día que se llama, precisamente,
Domingo de Ramos.
Escucha
y medita.
Me
imagino que tú estás de pie con un ramo entre las manos. Quizá una palma
trenzada, quizá un ramo de olivo…
¿Y
ponerte así en la fila de los que van en la procesión?
Por
si acaso te advierto que eso no hace feliz.
Medita
que si tú estás ahí parado, es por un compromiso de fe, porque quieres
acompañar a Jesús confesando públicamente esa fe, y prepara de todas maneras tu
corazón para defender a Jesús cuando llegue el viernes santo.
- Isaías
Profetiza
los sufrimientos de Jesús con muchos detalles, hasta el punto que se llame a
este profeta el quinto evangelista.
Fíjate
en los detalles con que Isaías cuenta los tormentos del “siervo del Señor”.
Por
encima de todo “el siervo” reconoce la ayuda de Dios más fuerte que los
tormentos que sufre.
- Salmo responsorial 21
Es
el salmo de los por qué.
A
todos nos viene esta pregunta ante el sufrimiento. En el caso es el profeta el
que va describiendo los ultrajes que sufre el Señor, que con gran dolor,
pregunta a Dios:
“¿Por qué me has abandonado?”
Cuando
medites el salmo te encontrarás con detalles como éste que aparecerá en la
lectura del Evangelio:
“Se reparten mi ropa, echan a
suertes mi túnica”.
Por
tu parte, no dejes de preguntarte el por qué, ni dejes de preguntárselo a Dios,
pero pídele al mismo tiempo mucho amor y resignación.
- San Pablo
El
apóstol cuenta a los filipenses las humillaciones de aquel hombre que es
verdadero Dios, pero como dejando de lado su “categoría divina”, acepta la peor
muerte, la de cruz.
Sin
embargo, una vez más quiere la liturgia que hoy oigamos la exaltación de Jesús,
llegando a decir que toda lengua tiene que proclamar:
“Jesucristo es Señor para
gloria de Dios Padre”.
De
esta manera Pablo nos invita también a que, frente al que sufre, reflexionemos
pensando que Jesús se esconde en cada ser sufriente.
Ten
claro que Jesús no va a morir ni va a resucitar en esta semana.
Eso
ya sucedió, pero nos permite revivirlo en la fe y el amor y sobre todo en la celebración
de la Eucaristía.
Jesús
quiere que lo descubras hoy en cada hombre o mujer que sufre y que le ayudes en
la medida de tus posibilidades.
- Evangelio
Hoy
leemos la pasión de Jesucristo según San Lucas.
Te
invito a leerlo en tu casa. Toma la Biblia tú a solas y medita largamente y con
paz.
Piensa
cuánto sufrió Jesús y también cuánto sigue padeciendo en la humanidad de hoy y comprométete
a aliviar todo el dolor que te sea posible de los demás.
Finalmente,
mientras lees la Pasión del Señor considera con cuál de los personajes que
intervienen en el largo relato te ves tú retratado.
¿Te
sientes a gusto con el papel de Judas, de los otros apóstoles que abandonándole
huyeron, de los que gritaban: ¡muera, crucifícalo!, o de la Magdalena o quizá
con San Juan?
En
este día pide mucho amor y procura que el hecho de llevar entre tus manos la
palma te haga más valiente en el futuro.
José Ignacio Alemany Grau