QUÉ
DISTINGUE LA LUZ DE LAS TINIEBLAS
Muchas veces
en mi vida me he preguntado qué tenemos los seguidores de Jesús para molestar
tanto a quienes no lo son.
Estamos
mezclados. Hacemos las mismas cosas en la sociedad: compramos, vendemos, vamos
al médico, participamos en las fiestas…
Pero a la
hora de la verdad somos odiados, marginados e incluso muchas veces
martirizados.
Esa es la
historia.
Me da la
impresión de que hoy la liturgia nos da una respuesta convincente.
- 1 Samuel
David no
conoce el Evangelio ni las enseñanzas de Jesús, pero su corazón era un tesoro
que Dios cuidaba y a pesar de sus limitaciones e incluso pecados, fue
predilecto y ungido del Señor.
Saúl, que se
muere de envidia contra David, sale con su ejército para matarlo.
David en la
noche, entra en la misma cueva donde duerme el rey.
Lo ve
durmiendo. Junto a él clavada en el suelo está la lanza.
De un golpe
podía acabar con él y así se lo pide su compañero Abner.
David se lleva
la lanza y no toca al rey.
Desde lejos
grita mostrando la lanza:
“El Señor te puso en mis manos pero yo no quise
atentar contra el ungido del Señor”.
¡Buen
“cristiano”, aunque del Antiguo Testamento!
- San Pablo
Nos habla de
dos hombres, uno terreno y otro celestial.
El segundo es
según Cristo; y añade:
“Nosotros, que somos imagen del hombre terreno,
seremos también imagen del hombre celestial gracias a Jesús”.
- Verso aleluyático
Nos presenta
la esencia de lo que debe ser el verdadero discípulo:
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros como yo os he amado”.
Y en
concreto, ¿cómo será eso?
Lo veremos en
el Evangelio.
- Evangelio
Todos
conocemos lo que suele nacernos en el corazón a la primera ante un desprecio u
ofensa.
Nos lo dice
San Lucas, te invito a leerlo en el Evangelio de hoy.
Frente a todo
eso pensemos que si en un mundo que actúa así, ¿no estorbarán los verdaderos
discípulos de Jesús?
Jesús compara
las dos actitudes con la luz y las tinieblas.
Posiblemente
todos hemos visto lo que sucede en una habitación oscura a medianoche:
encendemos la luz y desaparecen las cucarachas…
Pero qué
hermoso es lo que enseña Jesús a los suyos.
Resumamos,
aunque será bueno que tú medites con profundidad este maravilloso párrafo de
San Lucas:
+ Amar a los
enemigos.
+ Hacer el
bien a los que nos odien.
+ Bendecir a
quienes nos maldicen.
+ Orar por
los que nos injurian.
+ Al que te
pega en una mejilla, ponle la otra.
Te invito a
que sigas leyendo.
Lamentablemente
sabemos que la mayor parte de los discípulos de Jesús no cumplimos esto.
Pero si solo
amamos a los que nos aman, no tenemos ningún mérito. Eso lo hacen todos los
hombres, los de la luz y los de las tinieblas.
Por su parte
el Señor quiere llevarnos a la perfección y nos viene a decir como un resumen
de todo esto:
“Sean misericordiosos como su Padre es
misericordioso”.
Quien actúa
así, no puede agradar al maligno ni a sus secuaces.
Simplemente
estorba y lo quieren eliminar como lo hicieron con Jesús.
De todas
formas, siempre serán válidas las palabras que leímos hoy en el primer libro de
Samuel:
“El Señor pagará a cada uno según su justicia”.
Son las
palabras que David gritó a Saúl desde la cima del monte.
José Ignacio
Alemany Grau