¿MATRIMONIO CON O SIN DIVORCIO?
Los fariseos dicen a Jesús que Moisés “permitió escribir el acta de divorcio y
repudiar a la mujer”.
Jesús les dice:
“Por vuestra dureza
dejó escrito Moisés ese precepto. Pero al principio…”
¿Qué pasó al principio?
- Génesis
Bajo unas bellísimas comparaciones el
Génesis presenta al hombre buscando, entre todos los vivientes, uno semejante
que le haga feliz.
Dios pasa ante él como en visión a todos
los animales de la tierra y Adán “les iba
poniendo nombre”, es decir, tomando posesión y dominio de todos ellos.
No olvidemos que el que pone nombre es
dueño.
Y Adán “no
halló a ninguno como él que le ayudara”.
Dios dice:
“Voy a hacerle
alguien como él que le ayude”.
Para indicar que la mujer es semejante a él
tomó una parte noble del cuerpo de Adán e hizo una “belleza” que fuera compañía
y ayuda del hombre.
El comentario bíblico es hermoso y
descriptivo:
“Por eso abandonará
el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola
carne”.
Es la entrega total del hombre a la mujer y
viceversa:
Amor y fecundidad.
¡Maravilloso!
El divorcio o repudio no tiene nada que ver
con la belleza matrimonial querida por Dios y que más tarde Jesús elevará a
sacramento en la Iglesia fundada por Él y un precioso símbolo de su amor que da
la vida por su esposa la Iglesia.
El matrimonio es bello pero con tal que
tenga los valores humanos y, entre católicos, con el sacramento que los pone en
camino de espiritualidad “en el que los dos se ayuden en la fe”.
La dureza del corazón de los hombres ha
llevado a vivir de una manera muchas veces tan contraria a la esencia del
matrimonio creado por Dios.
El pecado lo malogra todo entre los
hombres, también el matrimonio.
Dios no hizo el mal, este es fruto del
pecado que se aparta del mandato divino.
A nuestra pregunta: ¿matrimonio con o sin
divorcio?, hay que responder:
¡Matrimonio con amor!
- Hebreos
El párrafo de los Hebreos nos deja entender
que habla de otra fecundidad más profunda que la simplemente humana.
Se trata del matrimonio fruto de la
redención de Cristo que se desposó con la Iglesia para llevar “una multitud de hijos a la gloria”.
- Aleluya
El amor es la seguridad de todo lo humano y
lo divino.
El matrimonio que vive del amor no
encontrará tropiezo que lo separe.
El amor nos hace felices entre nosotros y con
Dios a través de Jesucristo:
“Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su
plenitud”.
- Evangelio
¡Cosas de niños!
El Evangelio, después de hablar del
matrimonio, bastante despectivamente por parte de los fariseos, nos habla de
los niños:
Traen a Jesús unos pequeños para que los
bendiga.
La Iglesia aprendió de Jesús a bendecir y
cuidar a los niños en la época que son más inquietos y suelen molestar
bastante.
Los discípulos quieren impedir que lleven
los niños hasta Jesús para que no le molesten.
Jesús les da una lección:
“Dejen que los niños
se acerquen a mí: no se lo impidan:
De los que son como
niños es el Reino de los cielos”.
Es lo que recordaba santa Teresa del Niño
Jesús en esta semana: la infancia espiritual.
Ese caminito de sencillez y paz con todos,
que no guarda resentimiento con nadie y… que también hace feliz al matrimonio
cristiano.
José Ignacio Alemany Grau