Reflexión homilética para el XXXIII domingo
del Tiempo Ordinario, ciclo A
En este domingo seré un poco más breve en
mi reflexión porque quiero compartirles un mensaje del Papa, aunque seguramente
todos lo conocen.
Hoy es el penúltimo domingo del año, pero
viene a ser el último, ya que el siguiente domingo XXXIV es la fiesta de Cristo
Rey, Señor de la historia.
Proverbios
El libro de los Proverbios nos presenta a
una mujer que con su vida se prepara para recibir de Dios y de los hombres la
mayor alabanza.
Puedes meditarlo con detención. Esta mujer
hace cosas muy concretas para utilizar todos sus talentos y hacer felices a los
suyos.
El marido se fía de ella porque le aumenta
las ganancias. Es una mujer laboriosa que trabaja para los suyos y no olvida al
pobre y al necesitado. Esta mujer tiene la belleza auténtica que merece la
alabanza de Dios y las felicitaciones de todos en la plaza.
Una mujer así, pregunta el mismo libro de
los Proverbios, ¿quién podrá encontrarla? “Vale
mucho más que las perlas”.
Salmo
responsorial (127)
Nos presenta la belleza de una familia en
la que todos son felices.
El hombre sigue los caminos de Dios y come
del fruto de su trabajo.
Su esposa, en medio de la casa, es como una
parra fecunda. Y los hijos, vienen a ser como una corona alrededor de la mesa.
Hoy cuando tantos matrimonios no quieren
tener hijos, deberían pensar que no hay bendición mejor que un matrimonio sano
y fecundo y unos hijos que crecen en la prosperidad y en la paz. Y son el
futuro de la familia.
San
Pablo
La carta de Pablo a los Tesalonicenses
completa la idea del domingo anterior, recalcando que “en lo referente al tiempo y a las circunstancias… sabéis… que el día
del Señor llegará como un ladrón en la noche”.
El apóstol llega a comparar la venida del
Señor al final de los tiempos con los dolores de parto de la que está encinta.
Sin embargo todo esto Pablo no lo dice para
que vivamos en el temor sino para que recordemos que “somos hijos de la luz e hijos del día”.
Una vez más, en este párrafo está presente
el consejo bíblico tantas veces repetido:
“No durmamos como los
demás, sino estemos vigilantes y despejados”.
Evangelio
Es una invitación a hacer un examen de
conciencia bajo la comparación, o parábola de los talentos.
Nos conviene pensar que Dios nos regaló, en
el momento oportuno, una serie de “talentos”, es decir, cualidades,
posibilidades, salud, talento, dones, etc.
La verdad es que nos los dio no como a
dueños sino como a administradores, esperando recoger un día el fruto abundante.
Lo más importante es que, a través de todos
los años de tu vida, te prepares para que merezcas escuchar las dulces palabras
de tu Maestro y Señor:
“Muy bien. Eres un
empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco te daré un cargo
importante; pasa al banquete de tu señor”.
Vale la pena sacrificarse y trabajar en el
Reino de Dios para oír estas palabras que llevarán consigo la felicidad eterna.
Si este año no lo has conseguido, prepárate
para que en el año que va a empezar pronto puedas doblar los talentos que Dios
te dio, como el empleado fiel.
Pedido
del Papa Francisco
“Mientras en todas las catedrales y
santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que,
como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en
toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial
de los pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los
pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46)”.
Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar
cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras
Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá
haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una genuina
forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de
la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de
la misericordia” (Misericordia et miseria, 21).
Hermosa conclusión práctica que te invito a
tener en cuenta en este domingo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo