LA
SABIDURÍA SALE AL PASO EN CADA PENSAMIENTO
Reflexión homilética para el XXXII domingo
del Tiempo Ordinario, ciclo A
Las lecturas de
este día nos hablan de distintas formas del encuentro profundo con el Señor,
especialmente bajo la imagen de la sabiduría y del esposo.
Libro de la Sabiduría
El libro de la
Sabiduría es el más cercano cronológicamente a nosotros, del Antiguo
Testamento, porque fue escrito entre los
años 30 AC. Y 14 DC.
Nos habla de la Sabiduría
de Dios que los Santos Padres interpretan de una manera especial refiriéndola
al Espíritu Santo o bien al Hijo de Dios, Sabiduría (Palabra) engendrada por el
Padre.
Podemos leer el
párrafo como referido a Dios en el sentido de que la Sabiduría es como su personificación.
Si atribuimos la
sabiduría al Hijo, lo invocamos y pedimos que venga a nosotros con todo lo que
Él es e hizo en este mundo como Palabra del Padre y Redentor. Si lo atribuimos
al Espíritu Santo podemos invocarlo con la Iglesia que repite frecuentemente:
“¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles!”.
Lo bueno de la
Sabiduría es que “la ven fácilmente los
que la aman y la encuentran los que la buscan”.
Al párrafo de
hoy le precede una invitación importante del mismo libro que dice así:
“Desead mis palabras, anheladlas y recibiréis
instrucción”.
También advierte
el hagiógrafo que quien tiene autoridad debe buscar la sabiduría para actuar
bien.
Salmo (62)
A la sed de Dios
responde la certeza de tenerlo para siempre en la eternidad.
Este salmo viene
a confirmar la esperanza de este encuentro:
+ Gozo en la
contemplación de Dios: “¡Cómo te
contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!”
+ Ansias de
poseerlo: “Mi alma está sedienta de ti,
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”.
+ Deseo de vivir
unido a Dios día y noche: “En el lecho me
acuerdo de ti y velando medito en ti”.
+ El salmo
termina con una preciosa comparación que nos recuerda a la gallina que protege
a sus polluelos, bajo cuyas alas sienten seguridad: “a la sombra de tus alas canto con júbilo”.
Así acoge Dios a
los suyos.
Tesalonicenses
Para que no nos
desesperemos como los paganos que no tienen esperanza de resurrección, Pablo nos
habla de la muerte como un paso a la eternidad, donde encontraremos a Dios que
es Sabiduría y Esposo. El esquema del párrafo es éste:
+ No nos
aflijamos como los que no tienen esperanza.
+ Renovemos la
fe: Cristo murió y resucitó; y Dios nos llevará con Él por medio de Jesús.
+ Dios nos
convocará a todos por medio de los ángeles. Todos resucitaremos. Todos iremos “al encuentro con el Señor y así estaremos
siempre con el Señor”.
+ Finalmente nos
pide Pablo que nos consolemos mutuamente con estas palabras de fe.
¿Cuándo vas a un
velorio sabes consolar desde la fe con las palabras que sugiere San Pablo?
Verso aleluyático
Recoge el
consejo que nos da San Mateo para que no nos suceda lo que a las vírgenes
necias, que no entraron en el banquete: “Estad
en vela y preparados porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del
hombre”.
Evangelio
Es muy conocido.
Las diez jóvenes
invitadas para crear el ambiente de fiesta en la boda, esperaban al esposo.
Como tardaba se durmieron. A medianoche un grito:
“¡Qué llega el esposo, salid a recibirlo!”
Al encender las
lámparas cinco se encontraron con que no habían traído aceite de repuesto y
dijeron las sensatas que lo más práctico era que fueran a comprar para que no
les faltase a todas.
Cuando las
necias quisieron entrar, el esposo las rechazó: “Se lo aseguro: no las conozco”.
Llama la
atención que en otra oportunidad Jesús se presenta como el “Esposo”. Esta
parábola, en cambio, presenta a las
jóvenes como doncellas que acompañan al esposo.
La comparación
en el fondo es igual, porque se trata de
las bodas del Cordero.
Como conclusión
podemos sacar estás:
+ A la Sabiduría
debemos buscarla porque está cerca “y la
encuentran los que la buscan... y les sale al paso en cada pensamiento”.
Sin duda esto
nos recuerda el Apocalipsis: “Yo estoy a
la puerta llamando”.
+ En la última
comparación Dios viene como el Esposo. Para encontrarlo hay que estar
vigilantes y preparados.
Estamos al final
del año litúrgico, ¿cómo son tus relaciones con el Señor? ¿Estás preparado?
José
Ignacio Alemany Grau, obispo