Reflexión homilética para el XXV domingo
del Tiempo Ordinario, ciclo A
Dios es justo, aunque su manera de actuar a
veces, nos parezca extraña a los hombres.
Por eso, cuando nos hemos alejado del Señor,
la misericordia nos está esperando siempre.
El
profeta Ezequiel
Por lo visto los Israelitas en el destierro
se quejaban del proceder de Dios, teniéndolo por injusto. Ezequiel, en nombre
del Señor, les aclara que Dios actúa siempre con justicia y que si el que era justo
cambia y se obstina en el pecado, se pierde. En cambio el pecador, si se
arrepiente “ciertamente vivirá y no
morirá”.
Salmo
responsorial (24)
“La misericordia del
Señor es eterna”.
Actuemos con humildad, reconociendo
nuestros pecados y recemos al Señor con fe juntamente con el salmista: “Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus
leyes: haz que camine con lealtad… Recuerda, Señor, que tu ternura y
misericordia son eternas… El Señor es bueno y es recto”.
Esta es la idea central que nos enseña la
liturgia en este domingo: Dios es recto y justo con todos.
San
Pablo
Se trata de un párrafo muy querido para la
liturgia que nos lo recuerda con frecuencia.
Podemos meditarlo en dos partes:
La primera es el mensaje que quiere dar
Pablo a sus queridos Filipenses para que tengan los mismos sentimientos de
Cristo Jesús.
Para eso les presiona con la fuerza moral
de la amistad que le tienen y pide:
“Si queréis darme
consuelo y aliviarme con vuestro amor”.
Lo que quiere Pablo de los Filipenses es
que se mantengan siempre unidos “con un mismo
amor y un mismo sentir”.
Era lo que enseñaba Lucas de los primeros
cristianos: “el grupo de los creyentes
tenía un solo corazón y una sola alma”.
Quiere que eviten rivalidades y ostentación
y que cada uno se ocupe del bien de los demás más que del suyo propio.
Finalmente les pide que tengan entre ellos
los sentimientos propios de Cristo Jesús.
En la segunda parte les presenta cuáles son
esos sentimientos de humildad que vivió Cristo:
Era Dios y se encarnó en un cuerpo y alma
humanos manteniendo su divinidad y sin embargo pasando entre los hombres como
si fuera un cualquiera.
Se dejó matar para redimirnos con toda
suerte de sufrimientos… pero Dios que es justo y fiel lo glorificó.
Ahora Jesús, Dios y hombre, “es el Señor” al que todos debemos
adorar:
“Que toda lengua
proclame que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.
Verso
aleluyático
Nos recuerda las palabras de Jesús “mis ovejas escuchan mi voz y yo las
conozco”.
Qué bonito es que Dios conozca nuestra
verdad porque solo así puede estar en paz nuestra alma.
El
Evangelio
San Mateo nos cuenta hoy una parábola de
Jesús dirigida a los sacerdotes y ancianos del pueblo.
La verdad es que es fácil decir ‘sí voy’ y
no cumplir. Esto es muy frecuente en nuestra vida familiar, social y también
religiosa.
Por ahí va la parábola de Jesús.
El padre de dos hijos llama a uno y le
dice: “ve hoy a trabajar a la viña”.
Él contestó: “no quiero”. Pero se arrepintió y fue.
Luego llamó al segundo para que fuera
también a trabajar y le respondió: “voy
Señor, pero no fue”.
Jesús aclara juntamente con los que le
escuchan, que el que hizo la voluntad del Padre fue el primero y no el que
aparentó obedecer.
Después de la parábola Jesús hace una dura
advertencia a los dirigentes espirituales de Israel:
Ustedes que parecen los santos y directores
espirituales del pueblo de Israel tengan en cuenta que los publicanos y
prostitutas les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios.
Jesús justifica esta afirmación con un
hecho que aconteció pocos años antes:
“Porque vino Juan a
vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio los
publicanos y prostitutas le creyeron”.
Creo que entendemos mejor las palabras de
Ezequiel que nos enseñan que puede ser que el justo caiga en la maldad y que el
pecador arrepentido preceda a los demás.
Tengamos en cuenta que quienes nos creemos
buenos, generosos, predicadores excelentes, etc, a lo mejor tenemos que esperar
para entrar en el cielo porque van delante con su arrepentimiento el borracho,
el adúltero, el drogadicto…
¡Nos ganaron en el amor!
José Ignacio Alemany Grau, obispo