29 de abril de 2017

EL GOZO PASCUAL


Reflexión Homilética para el III Domingo de Pascua, ciclo A
La liturgia de hoy nos presenta toda la alegría de la Iglesia de Jesús con motivo de la resurrección de su Esposo amado.
*       Vamos a fijarnos primero en las frases que directamente nos hablan de este gozo:
*. “Que tu pueblo, Señor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el Espíritu y que la alegría de haber recobrado la adopción filial…” (oración colecta).
*. “Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegría, concédenos participar también del gozo eterno” (oración de ofrendas).
*. En los Hechos, Pedro cita el salmo 15 que será nuestro salmo responsorial:
“Tengo siempre presente al Señor… por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua y mi carne descansa esperanzada”.
*. En el Evangelio veremos cómo los dos de Emaús dicen “¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Era el gozo de descubrir la fidelidad de Jesús que había prometido resucitar.
*. En el salmo aleluyático, pedimos:
“Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas”.
*       Vayamos ahora a las lecturas.
*. La primera es el gran discurso de “Pedro, de pie con los once”, que habla a la multitud reunida al percibir los signos externos de la presencia del Espíritu Santo en Pentecostés.
Valientemente proclama la resurrección de Jesucristo y les echa en cara a los judíos que ellos lo “mataron en una cruz”.
Pero apoyando su afirmación en el salmo de David, les hace ver cómo “Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte”.
Por otra parte el mismo apóstol explica lo que ha sucedido en este primer Pentecostés:
“Exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo”.
En la segunda lectura, de la carta de Pedro, leemos cómo hemos sido rescatados del pecado de nuestros padres: es algo muy profundo y digno de meditarlo porque este fue el medio que utilizó el Señor para darnos la salvación, la sangre de Cristo:
“No con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto”.
El mismo Pedro nos invita hoy a poner en Dios nuestra fe y nuestra confianza.
*       Ahora quiero resaltar algunos pensamientos del Evangelio de los discípulos de Emaús:
Este pasaje ha llenado de belleza la poesía, la pintura, la arquitectura, la música religiosa…
Para ayudarles a meditar con más profundidad este espléndido pasaje les ofrezco estos pensamientos:
*. Jesús en persona se acercó a los dos que iban a Emaús y se puso a caminar con ellos.
*. No lo conocieron. Así sucede muchas veces porque Jesús acostumbra ocultarse a los ojos de los hombres para que se enriquezcan caminando en fe.
*. Iban hablando de Jesús y de los grandes acontecimientos de aquellos días. Es interesante resaltar que eran dos, al estilo de los misioneros que pidió Jesús.
*. Una vez más cumplió Jesús su Palabra: “donde hay dos o más reunidos en mi nombre en medio de ellos estoy yo”.
*. Los discípulos cuentan hasta las apariciones del Resucitado, pero regresan sin fe y con una conclusión negativa después de contar cómo las mujeres habían encontrado vacío el sepulcro:
“Pero a Él no lo vieron”.
*. Jesús explica pacientemente las Escrituras, que tantas veces ellos habían leído, pero no habían creído que se estaban cumpliendo en el Maestro.
*. Al llegar al pueblo de Emaús, Jesús hace ademán de seguir adelante pero los discípulos le invitan: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya va de caída”.
De esta manera merecieron gozar de la promesa de Jesús: “fui peregrino y me hospedaste”.
*. Se sentaron a la mesa y llegó el momento cumbre del encuentro:
Jesús “tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”.
De esta manera sencilla, Lucas nos da a entender que Jesús consagró el pan y al comerlo se les abrieron los ojos a los discípulos, pero el Señor había desaparecido.
Podemos decir, por tanto, que Jesús celebró como una gran Eucaristía con los de Emaús.
La primera parte de esa Eucaristía fue la Palabra de Dios comentada por el camino y la segunda, la consagración y comunión.
Transformados por la presencia eucarística de Jesús y llenos de fuego y prisa por su amor, regresaron a Jerusalén y se realizó el gran encuentro con los demás apóstoles y discípulos, afirmando ellos cómo lo habían reconocido al partir el pan.
¡El Señor resucitó, aleluya!

José Ignacio Alemany Grau, obispo

22 de abril de 2017

LA PAZ DE LA DIVINA MISERICORDIA



Reflexión Homilética para el II Domingo de Pascua, ciclo A 
Hoy celebramos dos grandes acontecimientos que pueden llenar nuestras reflexiones de fe:
Por una parte, todo lo que incluye la octava de pascua y por otra la fiesta de la Divina Misericordia.

*       Octava de Pascua
*. Este domingo se llama “in albis” porque los bautizados en la noche pascual se quitaban hoy las “albas”, vestidos blancos que recibieron en el bautismo de esa noche luminosa.
*. Es también el día en que Jesús resucitado se aparece a los discípulos para enriquecerlos con dones muy especiales para extender el Reino.
*. La paz. Fue el saludo pascual del Señor, que no es la paz que da el mundo, sino la paz que trae el Resucitado para sus predilectos.
*. Les compartió su misión:
“Como el Padre me ha enviado así también os envío yo”.
No es, por tanto, cualquier misión que pueden ofrecer los hombres, sino la misión salvadora que viene de la Trinidad.
*. Les dio también el Espíritu Santo y con Él el poder de perdonar:
“Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”.
*. También en este día Jesús recoge su última oveja que se negaba a creer en la resurrección, el apóstol Tomás. Él había dicho:
“Si no veo en sus manos la señal de los clavos… no lo creo”.
Ahora Jesús lo llama y le dice:
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos… y no seas incrédulo sino creyente”.
En ese momento Tomás nos enseñó esta bella oración de adoración:
“Señor mío y Dios mío”.
*. El Evangelio termina animándonos a todos a vivir de la fe:
“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.
Con esto Jesús nos animó a ti y a mí, mereciendo estas palabras de la carta de San Pedro que nos dice hoy:
“No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en Él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra salvación”.

*       La Divina Misericordia
El Papa san Juan Pablo II, como recogiendo toda la entrega de Jesús en su pasión, muerte y resurrección, nos invitó a celebrar hoy a Jesús resucitado como Divina Misericordia. Él con su sangre y agua en el Calvario firmó el perdón para todos y nos ofreció la salvación.
La verdad es que la liturgia de la octava de pascua que es muy antigua, habla directamente de la misericordia de Dios en distintos momentos:
*. La oración colecta comienza invocando al Señor y lo llama “Dios de misericordia infinita”. Como petición suplica a Dios que nos conceda:
- Crecer en los dones de su gracia.
- Comprender mejor el bautismo que nos purificó.
- Conocer el espíritu que nos ha hecho renacer.
- La sangre que nos ha redimido.
*. El salmo responsorial es precisamente el 117 que nos pide repetir:
“Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia”.
*. También San Pedro nos habla del “Padre de nuestro Señor Jesucristo que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva”.
Finalmente, en esta respuesta de amor a la Divina Misericordia, los Hechos de los apóstoles nos invitan a vivir como los primeros cristianos.
Examina este pasaje, una vez más, y lleva a tu casa, a tu comunidad o grupo, esa forma maravillosa de vida:
“Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”.
Tenemos que aprender de ellos a compartir el pan y la fe.
Les dejo como pensamiento especial en este día de la Divina Misericordia las palabras de santa Teresita del Niño Jesús al hermano redentorista Marcel Van:
“Nunca tengas miedo de Dios: no sabe más que amar”.
Y también este otro de san Hilario de Poitiers:
“Dios solo sabe ser amor y solo sabe ser Padre”.
Ten presente que Jesús resucitado es pura misericordia.


José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de abril de 2017

LA PASCUA DE JESÚS


Reflexión homilética para el Domingo de Resurrección, ciclo A
La Vigilia Pascual es la celebración más importante de toda la liturgia porque recoge el momento clave de la historia de salvación de la humanidad.
Supongo que has ido viviendo la Semana Santa con mucho amor y ahora ya has compartido o vas a compartir, esta ceremonia litúrgica con toda la comunidad a la que perteneces.
Te ofrezco esta sencilla reflexión con tiempo, para que puedas encontrar en ella una pequeña ayuda para vivir la noche santa.
La liturgia celebra el momento de la resurrección de Jesucristo. Lo hace mediante signos, lecturas, cantos y de una manera especial con la luz y el Pregón Pascual.
Recorramos las partes fundamentales de la ceremonia:
*        La bendición de la luz
En esta noche se bendice la luz nueva que, si se puede, se prende con la chispa que brota del golpe de dos piedras y si no simplemente de un fósforo.
Con esa luz se prende el cirio. Jesús dijo que Él era la luz del mundo. Lo enterraron y creyeron que lo habían apagado para siempre. Pero no fue así. De la oscuridad del sepulcro brotó una luz nueva que ya nadie podrá apagar.
Por eso ahora con la luz nueva del cirio prendemos todas nuestras velas, demostrando así que el fruto de la resurrección nos trajo a todos la luz, la fe, el amor.
Por eso cantamos felices a la “Luz” que es Cristo.
*        El Pregón Pascual
Después de la breve procesión de las luces que ha llenado de claridad la Iglesia, se entona el solemne “Pregón Pascual”.
Se atribuye a san Agustín. Es precioso. No te pierdas ningún detalle. Piensa que en él se canta a Jesús que pasó de la oscuridad del sepulcro a ser el “lucero matinal que no conoce ocaso”:
Cristo resucitado nunca se apagará.
Durante el pregón, se hacen varias alusiones a la historia de la salvación, que empieza con la salida de Egipto y nos habla de la columna de fuego que iluminó al pueblo de Dios:
“Qué noche tan dichosa:
Solo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos”.
También dice:
“Esta es la noche de la que estaba escrito: ‘la noche será clara como el día, la noche iluminada por mi gozo’”.
Todos, con las velas encendidas como un signo externo y luminoso de nuestra fe, rezamos y cantamos a Jesús vivo, Dios y hombre, Amigo verdadero y fiel, y de manera especial Luz, la única luz en nuestro caminar.
*        La historia de la salvación
Después del Pregón Pascual, viene un largo tiempo de meditación que, para algunos puede ser tiempo de “dormición”, pero para los espíritus inquietos un tiempo de recordar con gozo los hitos más importantes de la historia de la salvación.
La Iglesia quiere que nos demos cuenta de la grandeza del amor de Dios y cuánta misericordia ha habido desde el “protoevangelio” (“enemistades pondré entre ti y la mujer”) hasta la encarnación del Verbo, el Hijo de la Mujer que aplastó la cabeza de la serpiente con su muerte y resurrección.
Son siete lecturas, seguidas cada una de un salmo y una oración:
*La creación, principio de la obra amorosa de Dios para con el hombre.
*El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, en quien Dios nos bendijo a todos.
*Paso del mar rojo, el paso a la libertad definitiva.
*El amor de Dios a Israel manifestado como misericordia en Isaías.
*La alianza perpetua, también de Isaías.
*Baruc non invita a caminar en la claridad del Señor.
*”Os infundiré mi Espíritu para que caminéis según mis preceptos”, de Ezequiel.
*        La alegría pascual
A continuación la liturgia conduce a la comunidad cristiana que ha meditado con profundidad a un momento de expansión y alegría centrado en el canto del gloria y del aleluya, que no han sido cantados durante todo el tiempo cuaresmal.
Luego San Pablo nos anima a gozar con la resurrección de Cristo que es también la esperanza de nuestra propia resurrección.
*        El Evangelio
Nos relata la resurrección de Jesús contada por San Mateo:
El ángel que corrió la piedra del sepulcro se sentó encima de ella y dio a las mujeres el mensaje más importante de toda la historia:
“No está aquí. Ha resucitado como había dicho…”.
De vuelta a la ciudad Jesús mismo se aparece a las mujeres y les dice:
“Alégrense”.
Este, amigos todos, es el mensaje maravilloso de la Pascua de Jesús:
Si creemos, si somos de Jesús, la alegría debe llenar nuestro corazón y debemos darla a conocer a todos:
¡Alegría! ¡Jesús resucitó de verdad!
¡Feliz Pascua de resurrección para todos!

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de abril de 2017

LAS PALMAS TIEMBLAN EN NUESTRAS MANOS

Domingo de Ramos, "de la Pasión del Señor", Ciclo A
Hoy celebramos la glorificación pasajera de Jesús.
Tanto en el Evangelio de los ramos como en la pasión que leeremos en la Santa Misa, nos acompaña San Mateo como corresponde al ciclo A:
Un grupo de gente venía desde Galilea acompañando a Jesús. Entusiasmados al ver la preciosa ciudad, después de tanto tiempo de viaje, impresionados por la compañía de Jesús que había hecho tantos prodigios “la multitud extendió sus mantos por el camino mientras otros cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada” gritando:
“¡Hossana al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor!
“Toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿quién es éste?
La gente que venía con Él decía:
Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”.
¿Qué hicieron los de la ciudad con ese personaje tan maravilloso del cual el pueblo sencillo repetía: “todo lo ha hecho bien”?
Lo oiremos en la lectura de la pasión de hoy.
Tú camina junto al sacerdote, que representa a Jesús, en la procesión de ramos.
Lleva el tuyo y comprométete con Jesús gritando: “¡Hossana!”
Pero el viernes próximo no grites: “¡crucifícalo!”
Llevar ramos en las manos es un compromiso público con Jesús. Si te tiemblan las manos, que esté firme tu corazón.
El prefacio de hoy nos introduce en la Semana Santa con estas palabras:
“El cual siendo inocente se entregó a la muerte por los pecadores y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa y al resucitar fuimos resucitados”.
*       Isaías
La lectura del profeta nos presenta al siervo del Señor que viene a ser como la profecía de los sufrimientos de Jesucristo:
“Yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante los ultrajes ni salivazos…”
*       Salmo
El salmo 21 es el que Jesús, de una u otra forma, rezó desde la cruz:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Y al mismo tiempo describe las burlas que Jesús tuvo que soportar durante su pasión:
“Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos”.
El salmista llega hasta a profetizar el detalle de “se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica”.
*       Filipenses
El bellísimo párrafo de filipenses que la Iglesia reza semanalmente en vísperas por la importancia que tiene, nos presenta el misterio del Redentor que, siendo Dios, se humilla hasta hacerse esclavo y pasar por la muerte más infamante, la de cruz.
La Iglesia quiere que desde ahora nos fijemos en la resurrección y triunfo de Jesús y con San Pablo recordemos la glorificación del Padre que “le concedió el Nombre sobre todo nombre; de modo que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.
Recuerda estas palabras impresionantes durante todos los días de la Semana Santa, para gozar de manera especial en la Vigilia pascual.
*       El Evangelio
El sacerdote, a veces, para no alargarse, acorta el Evangelio de la pasión del Señor. La liturgia se lo permite, sobre todo si celebra la Santa Misa más de una vez en este domingo.
Tú no te pases nada del relato. Debemos leer la pasión de Jesús con frecuencia. Solo así aprenderemos cómo se ama de verdad y hasta qué punto Jesús quiso demostrarnos su amor.
Por mi parte quiero recordarte cómo termina la pasión de Mateo:
“Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro”.
De esta manera actuaron los hombres y con este acto de burla Dios hará que sea más conocida la resurrección de Jesús.     

José Ignacio Alemany Grau, obispo