Reflexión homilética para la Fiesta de la
Epifanía del Señor, ciclo A
Lo sabían los de lejos y no los de cerca.
Los de lejos tienen preguntas a los de
cerca para conocer los detalles y así en la providencia de Dios se enteran
todos. Unos para bien y otros para mal.
Veamos.
Isaías
La belleza de este párrafo es
indescriptible.
Isaías, como lo hace con frecuencia,
personifica con una imaginación exuberante la ciudad de Jerusalén y la trata
como un gran personaje.
Hoy nos describe la llegada del Mesías como
una luz deslumbrante que no solo ilumina la ciudad sino que llena de luz los
caminos hasta atraer a los más lejanos al encuentro con el Redentor.
Disfruta amigo:
“¡Levántate, brilla,
Jerusalén que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: la tiniebla
cubre la tierra y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti”.
Este párrafo nos profetiza la gran epifanía
de todos los pueblos hacia Dios, comenzando por los Magos de oriente.
Salmo
97
La historia de Israel nos enseña que los reyes
eran quienes hacían justicia al pueblo.
Con el destierro se acabó la monarquía, la
población mermó y no era fácil hallar justicia, por lo cual el pueblo se fue
espiritualizando y volviendo a las promesas del Mesías de Dios.
Ahora solo le queda esperar la justicia que
hará el Mesías.
Algo de esto ofrece el salmo:
“Dios mío, confía tu
juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes para que rija a tu pueblo con
justicia, a los humildes con rectitud”.
Pidamos también para nuestros tiempos la
justicia verdadera que tantas veces nos falta y mientras tanto hay que rezar
muchos salmos.
Pablo
y la Epifanía
A Pablo le impresiona cómo todo aquello que
estuvo secreto durante el Antiguo Testamento ahora ha sido revelado.
La revelación no ha sido solo para el
pueblo de Dios, como antes, sino también para los gentiles. Estos ahora son
coherederos y miembros del mismo cuerpo de Cristo y partícipes del Evangelio.
¡Esto impresionó a Pablo!
Sin embargo lo ha recibido como revelación:
El Redentor ha llegado para toda la
humanidad.
Esta es la Epifanía que hoy celebramos.
Verso
aleluyático
“Hemos visto su
estrella y venimos a adorar al Señor”.
Este versículo pertenece al Evangelio de
hoy, en el que Mateo nos relata la llegada de los Magos a Belén.
Evangelio
de la Epifanía
Es evidente que el relato de Mateo nos
presenta el corazón de la fiesta de hoy.
Se trata de la manifestación (o Epifanía)
de Dios a los gentiles representados por los Magos de oriente.
La historia solemos conocerla muy bien.
Lo importante es descubrir cómo Dios, a
través de los siglos, ha ido manifestándose o haciéndose presente.
Unos Magos vienen de oriente. Han
descubierto señales especiales en el cielo y se han puesto en camino.
A ellos se les ha revelado que el Mesías
prometido ha venido a la tierra. Saben que es en Palestina y van a la capital.
Preguntan dónde está el rey de los judíos
que ha nacido. Cuando el corazón está sucio la noticia trae temor.
El mismo Herodes tiembla y cuando descubre
que, según las Escrituras, tiene que nacer en Belén, lo explica a los Magos. Pero
dentro de su rabia interior les pide detalles no para ir a adorarlo, como dice
falazmente, sino para acabar con Él.
Cuántas traiciones como ésta hemos
encontrado a través de la historia.
Los Magos, felices de conocer el lugar, se
van a Belén iluminados por la estrella que los llena de alegría.
Es el pueblo pagano que vivía en las
tinieblas que ha descubierto la luz:
“Entraron en la casa (que ya no era la cueva de Belén), vieron al Niño con María, su Madre, y
cayendo de rodillas lo adoraron. Después abriendo sus cofres le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra”.
Dones significativos en los que la Tradición
reconoce símbolos de la grandeza divina y humana de Jesucristo. Oro como a rey,
incienso como a Dios y mirra como a Redentor.
Amigo, Dios también a ti se te ha
manifestado distintas veces y bajo formas diferentes en tu vida.
¿Qué le traes a Dios oculto en tu corazón?
José Ignacio Alemany Grau, obispo