Reflexión
homilética para la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, ciclo C.
Hoy,
último domingo del año litúrgico celebramos la solemnidad de Jesucristo Rey del
universo.
En
este día por un don especial del Papa Francisco se termina el Año Santo de la
Misericordia.
De
hecho Jesucristo Rey es Él mismo, el resumen de la misericordia del Padre, “el
rostro de la misericordia del Padre”.
Sigamos
la liturgia para comprender mejor este día hermoso.
Empecemos
con una definición del Reino de Dios que da la Biblia Didajé de la CEE:
“El
Reino de Dios (Padre) está basado en la unión con Jesucristo por obra del
Espíritu Santo. Este Reino, que es espiritual, comienza aquí en la tierra y se
perfecciona al final de los tiempos.
Es
un Reino de paz, alegría, amor y libertad”.
Jesucristo
se presenta como Rey refiriéndose precisamente a este Reino de la Santísima
Trinidad.
El Prefacio
El
prefacio nos da una lección muy importante para este día.
Nos
dice que el Padre “consagró a Cristo sacerdote y Rey del universo ungiéndolo
con el óleo de la alegría… (Recordemos cómo en la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha
ungido”)
…
Para que ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el
altar de la cruz (recuerda que Cristo es sacerdote, víctima y altar),
…
consumara el misterio de la redención… y entregara a tu Majestad infinita
(medita bien las características de este Reino presentadas en este prefacio).
…
un Reino eterno y universal: el Reino de la verdad y la vida, el Reino de la
santidad y la gracia, el Reino de la justicia, el amor y la paz”.
Como
ves, tienes bastante para meditar las maravillas de Jesucristo Rey.
2 Samuel: Este
rey es pastor
El
hagiógrafo nos habla de David como pastor. David es imagen de Jesucristo, como
veremos en otro momento:
“Tú serás el pastor de mi pueblo Israel,
tú serás el jefe de Israel”.
Después
de pronunciar estas palabras los ancianos “ungieron
a David como rey de Israel”.
Salmo responsorial
121
Nos
recuerda la alegría del pueblo de Dios al acercarse a Jerusalén, donde está el
palacio de David el cual es figura de Jesucristo como le dirá el ángel a la
Virgen: “Dios le dará el trono de David,
su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”:
“¡Qué alegría cuando me dijeron: vamos a
la casa del Señor!”
San Pablo y
Jesucristo
Este
es un buen día para meditar las maravillas que encierra Jesucristo Dios y
hombre verdadero.
San
Pablo, que amaba apasionadamente a Jesús, nos dice de Él que todas las
maravillas que ha querido darnos Dios Padre, nos las ha dado por medio de
Jesucristo. Por todo esto Jesucristo es “el
primero en todo” para cada uno de nosotros.
Este
hermoso párrafo de la carta a los Colosenses nos hace ver su divinidad como
Creador de todas las cosas, porque “todo
fue creado por Él y para Él”.
También
nos manifiesta cómo Jesús es el Redentor ya que el Padre “por Él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los
de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”: ¡qué grande es
Jesucristo y qué poco sabemos apreciar y agradecer!
El verso
aleluyático
Nos
recuerda las palabras del pueblo cuando Jesús entraba en Jerusalén y que hacen
alusión al Rey que viene:
“Bendito el que viene en nombre del Señor.
Bendito el Reino que llega, el de nuestro Padre David”.
Evangelio: el
Rey crucificado
San
Lucas nos cuenta las distintas reacciones frente a Jesucristo Rey crucificado,
que ya estaba próximo a la muerte.
*Las
autoridades se burlan ante un crucificado: ¡qué bajo cayeron! ¡Qué odio! ¡Y
cuánta envidia!
*Los
soldados al ver la actitud de sus jefes, y posiblemente para ganárselos,
gritaban al moribundo: “¡si tú eres el
rey de los judíos, sálvate a ti mismo!”
*Pilato,
con ironía, y cómo no, también por inspiración divina, puso este letrero sobre
la cruz:
“Este es el rey de los judíos”.
*El
mal ladrón insulta al crucificado con él: “¿No
eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”.
*El
buen ladrón, primero corrige a su compañero y luego se vuelve al Señor
suplicando: “Jesús, acuérdate de mí
cuando llegues a tu reino”.
*Jesús
no se preocupa por todo lo que ve y oye pero sí regala de inmediato el Reino al
ladrón que hizo una bella súplica:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
*Y
tú, amigo, ¿te ves retratado en algún personaje de estos?
En
cualquier caso Jesús quiere regalarte su Reino.
Acércate
a la cruz.
Besa
los pies del crucificado… y la vida de Dios entrará por tus venas y purificará
tu corazón.
¡Viva
Cristo Rey!
José
Ignacio Alemany Grau, obispo