17 de abril de 2013

IV domingo de Pascua, Ciclo C

EL PERFUME DEL BUEN PASTOR 

Hoy, día del Buen Pastor, la Iglesia celebra “La Jornada mundial por las vocaciones”. 

Examinemos, brevemente, la figura del Buen Pastor y de las buenas ovejas en la liturgia del día. 

En el Antiguo Testamento tenemos muchas citas bellísimas que nos presentan a Dios como Pastor. 

Precisamente Jesús, al hablar de sí como el Buen Pastor, está recordándonos cómo Él mismo es el Pastor porque se identifica con Dios Padre. 

Recordemos algunas de esas citas para meditarlas: 

* “Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré” (Ez 34,11ss). 

* “Como un Pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho” (Is 40,11). 

* “Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño” (Sal 80,1). 

* “Porque Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía” (Sal 95,7). 

* Y de manera especial el salmo 23, tan conocido, y que rezamos con tanto cariño: 

“El Señor es mi pastor, nada me falta en verdes praderas me hace reposar…”. 

Rezando este salmo nos parece recorrer las praderas de Israel y encontrar a Jesús metido entre multitud de ovejas, alimentándolo con los mejores pastos y las aguas más frescas. 

Porque son todas estas las palabras que Jesús se aplica a sí mismo cuando dice: “Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas”. 

De esta manera queda claro lo que es el Buen Pastor… Pero, ¿cómo son sus ovejas? 

Esto es lo que nosotros mismos debemos pensar, meditar y responder. 

Jesús nos conoce, “Yo soy el buen pastor que conozco a las mías y las mías me conocen a mí…” 

En este momento sería bueno pensar que Jesús nos conoce porque es nuestro Dios y Redentor. 

Pero, ¿es verdad que nosotros escuchamos la voz de Jesús y que lo conocemos? 

¿Es verdad que lo seguimos con fidelidad apenas escuchamos sus silbos amorosos? 

El Papa Francisco pide a los sacerdotes que sean buenos pastores: 

“Al buen sacerdote se le conoce por cómo anda ungido su pueblo… hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora… Esto os pido: sed pastores con olor de oveja”. 

Ya se sabe que si el pastor se pasa el día metido entre su rebaño, se le pega el fuerte olor de las ovejas y esto es lo que pide el Papa. 

La unción y santidad del buen sacerdote es la unción sacerdotal que recibió y que debe llegar a las ovejas. Esto quiere decir el Papa: 

La santidad del sacerdote se conoce en el rebaño. 

Algo parecido quiere el Papa de sus sacerdotes cuando les dice: “en las iglesias y confesonarios ¡puertas abiertas!”. Sí, el pastor debe dejarse comer como Jesús. 

La primera lectura nos presenta a Pablo y Bernabé rechazados por los judíos. Pero no se arredran, sino que deciden ir a evangelizar a los gentiles con gran alegría de ellos. 

Es que el Evangelio no se puede detener: 

“Una gran alegría no se puede guardar para sí, hay que comunicarla”. 

Sacudieron el polvo de los pies y se fueron a evangelizar a otra parte y el fruto de su paso y evangelización era que “los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo”. No fue inútil el paso de aquellos grandes apóstoles de los primeros tiempos del cristianismo. 

Por su parte el Apocalipsis enseña que el pastor está metido entre las ovejas, “el que se sienta en el trono acampará entre ellos. No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. 

El Papa Francisco nos invita a acercarnos siempre a Dios que es el Buen Pastor lleno de misericordia: 

“Dios piensa siempre con misericordia… Dios piensa como el pastor que da su vida para defender y salvar a las ovejas”. 

Acerquémonos siempre a Jesús, el Buen Pastor, y nunca nos faltará lo necesario para vivir felices con Él porque Él nos alimenta con su Palabra y con la Eucaristía.