30 de abril de 2015

V domingo de Pascua, ciclo B

FRUCTIFICAR EN EL AMOR

Hoy la liturgia continúa presentando la historia de la Iglesia primitiva, narrada por Lucas en los Hechos de los apóstoles.
*   Comienza presentándonos a Pablo llegando a Jerusalén y siendo un fuerte signo de contradicción.
Debió ser muy doloroso para él el ver cómo, por una parte sus hermanos judíos lo odiaban hasta buscar cómo darle muerte, y por otra parte la desconfianza de los discípulos de Jesús que recordaban las persecuciones del pasado.
El testimonio de Pablo que cuenta su propia conversión, su encuentro con Jesús y su predicación valiente en Damasco, hablando públicamente del nombre de Jesús a quien había perseguido, les hizo comprender la sinceridad de su conversión.
Durante un tiempo Pablo predica libremente en Jerusalén y discute con los judíos de lengua griega “que se propusieron suprimirlo”. Entonces los cristianos, para salvarle la vida, lo llevaron a Tarso.
San Lucas termina este párrafo de los Hechos diciéndonos cómo la Iglesia gozaba de paz en Judea, Galilea y Samaría.
Lo hermoso de aquella comunidad era la fidelidad al Señor y el fruto de esa fidelidad era multiplicarse debido a la presencia del Espíritu Santo.
La Iglesia es la misma hoy y ayer. La historia se repite con el paso de las personas. Tiene sabiduría el refrán que dice que “nadie escarmienta en cabeza ajena”.
Lo vemos en nuestro tiempo. Basta examinar el cambio que ha habido en la humanidad y en el Perú, en los últimos cincuenta o sesenta años. La mayoría ya no sabe nada del terrorismo y de la hambruna de los años noventa.
Lo que necesitamos todos, especialmente dentro de la Iglesia de Jesús, es la fidelidad y confiar tanto en el amor de Dios como en el de los hermanos.
*   El salmo responsorial nos invita a alabar a Dios:
“El Señor es mi alabanza en la gran asamblea”.
A continuación nos habla de la fidelidad, tanto la nuestra para con Dios, como la de Él para con nosotros:
“Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Volverán al Señor hasta de los confines del orbe…
Me hará vivir para Él. Mi descendencia le servirá. Contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor”.
*   La carta de San Juan nos hace ver cómo la primera comunidad amaba de verdad al Señor.
De todas maneras San Juan, ya anciano, tenía la experiencia de cómo los años se llevan mucho de nuestras promesas y fidelidad.
Por eso nos invita a todos a permanecer en el amor verdadero, que no consiste “en amar de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”.
El santo apóstol nos recuerda el mandamiento de siempre y que él repite continuamente, el amor:
“Este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos mandó.
El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él”.
Para conocer si realmente estamos o no en el amor tenemos al Espíritu Santo con nosotros.
*   Versículo aleluyático.
La carta de Juan que acabamos de leer, terminaba: “quien guarda sus mandamientos permanece en Dios”. Y a continuación, decía: “en esto reconocemos que permanece en nosotros…”
Ahora el verso aleluyático nos repite el mismo verbo:
“Permaneced en mí  y yo en vosotros. El que permanece en mí da fruto abundante”.
En el Evangelio leeremos también siete veces, en este pequeño párrafo, el mismo verbo permanecer.
(Te invito a meditar el gozo del verbo permanecer: nosotros en Dios y Dios en nosotros).
*   El Evangelio nos presenta la hermosa alegoría (parábola continuada) sobre la vid y los sarmientos, es decir, el árbol y las ramas.
Jesús explica y aplica:
“Yo soy la vid… el Padre es el agricultor”. Y podríamos completar diciendo: el Espíritu Santo es la savia.
Así entendemos el amoroso papel del Espíritu Santo en la Trinidad y en la Iglesia.
El papel del Padre es: si das fruto te poda para que puedas dar más fruto todavía. Si no lo das, porque no quieres permanecer unido a Cristo, te arranca y termina echándote al fuego como hacen los campesinos.
Como decíamos antes el verbo permanecer que se repite, nos habla de la unión con Cristo por la fe y por el amor.
Sin Cristo no podemos hacer nada. Con Jesús la fecundidad está garantizada.
Todos necesitamos hacer fecunda nuestra vida. Cuando tenemos fe, entendemos que la verdadera fecundidad, la que permanece para siempre, consiste en permanecer en Jesús y con Él.
No es tanto la preparación (aunque hace falta), ni los estudios (que son buenos). Lo más importante es permanecer en la fe, el amor y la fidelidad de Jesucristo.
Otro detalle que debemos tener presente es cómo purifica la Palabra de Dios:
“Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
Para Jesús lo importante es la gloria de su Padre y por eso nos dice también al final de esta hermosa alegoría:
“Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante y así seréis discípulos míos”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de abril de 2015

Reflexión dominical para el IV Domingo de Pascua, ciclo B


CADA UNO EN SU SITIO… Y JESÚS EL PRIMERO

*      Llamaron a Pedro para que declarara sobre Jesús.
Estaban reunidos los mismos que habían condenado a Jesús gritando: “¡reo es de muerte!”
Ahora quieren poner orden en Jerusalén pensando que el grupo de los seguidores de Jesús era fácil de asustar.
No olvidemos que después de predicar Pedro, explicando la curación del cojo de nacimiento, se habían convertido cinco mil personas.
Pero el que puso las cosas en su sitio fue Pedro que aprovechó la oportunidad para repetirles, una vez más, lo mismo que dijo al gran público, tanto el día de Pentecostés como después del milagro de la curación del paralítico.
El simple pescador del mar de Galilea los desconcierta a todos.
Este es el esquema de lo que les dijo, hablando de su Maestro:
- Ustedes lo crucificaron pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
- Hoy Jesús está vivo y está actuando.
- No hemos sido nosotros. Jesús ha curado al tullido.
- Han sido cinco mil personas las que se han convertido. Esta es la fuerza del Resucitado también en estos días.
- Está claro que ustedes rechazaron a Jesús pero ahora se ha convertido en la piedra angular.
- Desde ahora ningún otro puede salvar. “Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos”.
Está claro que Pedro, después de Pentecostés, quedó lleno del Espíritu Santo y no era fácil hacerle callar.
*      A este Jesús rechazado, lo proclamaremos en el salmo responsorial, repitiendo las hermosas palabras del salmo 117:
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular… Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”.
*      ¿Quién es tu padre?
“El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él”.
Por eso no debemos extrañarnos de que el mundo persiga a los seguidores de Jesús, como vemos dolorosamente en nuestros días.
San Juan en su carta nos habla de Dios y nos dice que, aunque no nos conozcan los demás, debemos meditar esta gran verdad:
“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos!”
Sí. Somos hijos de buen Padre.
Ya somos sus hijos adoptivos pero “aún no se ha manifestado lo que seremos”.
Medítalo, amigo. Que ayude en tu vida el pensar que “seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es”.
*      El verso aleluyático nos presenta a Jesús con el título que le da la Iglesia en este día:
“Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí”.
Él nos conoce, ¡es buen Pastor!
¿Nosotros lo conocemos de verdad?
No olvidemos que somos sus ovejas.
*      Juan nos habla de Jesús como Pastor bueno y muy especial entre todos los pastores.
Pero esto del buen pastor es un poco extraño.
Hasta ahora no he conocido ningún pastor que dé la vida por sus ovejas.
Sí conozco, en cambio, a muchos pastores que las trasquilan para aprovechar su lana; las venden en la feria o simplemente las matan para comer su carne.
Sin embargo Jesús se presenta como el Pastor bueno que sacrifica la vida por las ovejas.
Aunque se nos hace muy normal repetir que Jesús es el buen Pastor es algo inexplicable.
Él es Pastor que aprendió del Padre Dios a darse, en vez de aprovecharse de los demás:
“Conozco a las mías y las mías me conocen igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre. Yo doy mi vida por las ovejas”.
Jesús mismo explica que da la vida porque tiene el poder y la seguridad de recuperarla:
“Nadie me la quita sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y poder para recuperarla”.
Solo queda una pena en el corazón del Buen Pastor.
“Tengo además otras ovejas que no son de este redil. También a estas las tengo que traer y escucharán mi voz. Y habrá un solo rebaño y un solo pastor”.
Hoy recuerda la Iglesia al Buen Pastor y por lo mismo nos pide que oremos por las vocaciones.
Hagámoslo con mucho amor.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

16 de abril de 2015

III Domingo de Pascua, ciclo B

JESÚS, ¡ÁBRENOS EL ENTENDIMIENTO!
 *    Cuando llegó el Espíritu Santo, sin duda que fue Pedro el primero en tomar posesión de su “cargo”.
Es interesante ver cómo un pescador se pone frente a multitudes tan grandes para hablar.
Además, Pedro hablaba con valentía:
“El Dios de vuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato cuando había decidido soltarlo”.
Después de decir cómo fue el poder de Dios el que resucitó a Jesús de entre los muertos, hay una frase que nos hace pensar mucho a todos:
“Sé que lo hicisteis por ignorancia y vuestras autoridades lo mismo”.
Llama la atención que esta sea la misma frase que Jesús empleó para excusar y perdonar a los que lo estaban crucificando:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Jesús, mejor que nadie, sabía si eran o no conscientes del crimen que estaban cometiendo; pero de todas formas es claro que nunca pudieron llegar a descubrir la divinidad en Cristo.
La conclusión que saca Pedro es bien práctica:
“arrepentíos y convertíos para que se borren vuestros pecados”.
*    El salmo (4) nos invitará a repetir esta frase:
“Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor”.
El rostro de Dios es luz que nos da la paz.
“En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo”.
*    La carta de San Juan nos enseña que la única manera de demostrar a Dios nuestra gratitud y nuestro amor es cumplir los mandamientos.
En efecto, “quien dice yo lo conozco y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él”.
Y la conclusión que saca el discípulo amado para vivir en paz es ésta:
“Quien guarda su palabra ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en Él”.
*    El verso aleluyático nos invita a hacer esta bellísima petición que nos hará mucho bien:
“Señor Jesús, explícanos las Escrituras; haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas”.
No olvidemos que es Dios quien nos habla cuando leemos las Escrituras.
*    El Evangelio tiene diferentes puntos que es bueno meditar:
- Empieza la lectura de hoy con el final del relato de los discípulos de Emaús. Llegaron a Jerusalén y explicaron a todos cómo habían “reconocido a Jesús al partir el pan”.
Es una manera hermosa de reconocer al discípulo de Jesús: cuando parte el pan.
- Entra Jesús sin abrir las puertas. Es un regalo de Dios para el cuerpo glorificado. Jesús resucitado, en efecto, tiene unas dotes maravillosas que no posee el cuerpo mortal.
- Les muestra las llagas glorificadas en su cuerpo:
“Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona”. Es muy hermoso el pensar que Jesús glorificado mantiene sus llagas como signo del amor que le llevó a entregar su vida por nosotros.
- Aunque vieron a Jesús “no acababan de creer por la alegría y seguían atónitos”.
Es evidente que la mente de ninguno de ellos podía comprender la resurrección de Jesús a quien habían visto bien muerto.
- “¿Tienen algo de comer?”
Se trata de una petición sublime y muy humana al mismo tiempo. Para tranquilizarlos comió delante de ellos.
Después de esto Jesús quiere explicar, como ya les había adelantado proféticamente, sus sufrimientos y su muerte:
“Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”.
- Y ahora viene otro de los grandes regalos que Jesús resucitado hace a los suyos:
“Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras”.
Y lo primero que quiso Jesús que entendieran después de iluminar su entendimiento, fue la última parte del Evangelio de hoy, que es fundamental para comprender el misterio de Cristo, el hombre Dios: La resurrección:
“El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados en todos los pueblos, comenzando por Jerusalén”.
El párrafo del Evangelio de Lucas de hoy termina con esta petición y mandato al mismo tiempo:
“Vosotros sois testigos de esto”.
Lo cumplieron los apóstoles porque todos ellos derramaron su sangre en el martirio, que es el testimonio más fuerte que puede dar un seguidor de Cristo.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

10 de abril de 2015

II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, ciclo B


EL MISTERIO DE LA SANGRE Y EL AGUA
 “Al anochecer, estando yo en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica sobre el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor. Mi alma estaba llena de amor, pero también de gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: pinta una imagen según el modelo que ves y firma: Jesús, en ti confío.
Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y después en el mundo entero.
Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de resurrección; ese domingo debe ser la fiesta de la Divina Misericordia”.
Esto nos cuenta santa Faustina, acontecimiento que sucedió el 22 de febrero de 1931 en su celda.
Precisamente este domingo es el que pidió Jesús que se celebrara su fiesta.
Hoy, como una misericordia del Dios de la Misericordia, el Papa Francisco declarará Año Santo de la Divina Misericordia los días que van del 8 de diciembre de 2015 hasta la festividad de Cristo Rey de 2016.
¿Qué nos dice la liturgia de este domingo que desde antiguo recoge el tema de la misericordia e incluso la revelación del agua y sangre del costado de Cristo?
* La oración colecta del día comienza con estas palabras:
“Dios de misericordia infinita…  para que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido…”
* Esto lo comprendemos mejor con la enseñanza de la carta de San Juan que nos dice hoy, hablando de Jesucristo:
“Este es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No solo con agua sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio porque el Espíritu es la verdad”.
Es clara la conexión entre estas palabras y las de Jesús a santa Faustina. El agua representa el bautismo y la sangre la Eucaristía.
Siguiendo las enseñanzas de la carta de San Juan hoy, el apóstol nos pide la fe en Jesucristo quien nos ayudará a vencer al mundo. Nos pide también que como prueba de amor cumplamos los mandamientos:
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios; si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”.
* Por su parte San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles nos presenta una comunidad que vive del amor:
“En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía”.
La caridad en aquellos momentos era tan fuerte que “ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían… luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno”.
* El salmo responsorial es el 117 tan hermoso y que en estos días últimos hemos meditado frecuentemente, sobre todo la alegría de:
“Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
Por todo lo cual repetiremos felices:
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”.
* El Evangelio del día nos presenta las apariciones del Resucitado según San Juan.
Jesús entró, se puso en medio y dijo:
“Paz a vosotros”.
Es la paz de Jesús, el Príncipe de la paz, que la Iglesia repite continuamente. (Estas palabras exactamente son el saludo especial del Obispo a los fieles).
A continuación vienen los regalos pascuales del Maestro que debemos meditar porque la fe nos enseña que han llegado hasta cada uno de nosotros:
-          “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Cristo te quiere a ti como misionero.
-           Exhalando el aliento sobre los apóstoles les dijo:
“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Este es el gran regalo del sacramento del perdón y de la misericordia que debemos aprovechar.
-          A continuación San Juan, saltando 8 días, nos cuenta cómo Jesús vino a buscar al apóstol que se había negado a aceptar la resurrección. Simplemente le parecía imposible.
Y Jesús nos hace otro regalo puesto que después del acto de fe que hace Santo Tomás con aquellas hermosas palabras: “Señor mío y Dios mío”, nos anima a todos, diciendo:
“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.
Ésta es nuestra felicidad porque como dirá San Pedro (1P 1,8), hablándonos de Jesucristo:
“Sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en Él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas”.
Este es el gozo pascual que deseo a todos ustedes, mis amigos lectores.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

2 de abril de 2015

Homilía para el Triduo Pascual, ciclo B

LA SEMANA DE LA LUZ NUEVA



“¡No hay amor más grande!”
¿Cuál es? Ninguno pudo competir jamás.
¿Quién amó? Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
¿Cómo? Dando la vida por todos. Para Él todos somos sus amigos.
De todas formas un triduo santo te dará la respuesta.
A este triduo lo llamamos “pascual”.
Se trata de tres días en los que revivimos los momentos más importantes de nuestra Redención.
Y se llama “pascual” porque celebramos el “paso” (que eso significa pascua) de Jesucristo desde la vida temporal, a través de la muerte, pasó a la glorificación y la vida eterna.
Esto sucedió con Jesús porque, siendo verdadero Dios, al mismo tiempo era verdadero hombre.
De todo esto Dios nos ha dejado un testimonio nunca entendido hasta nuestros días, para que los ciegos que quieran ver, puedan descubrir las maravillas de la muerte y resurrección de Jesús.
Se trata de la “Síndone” (palabra que proviene del latín y significa sábana). La llamamos la “Sábana Santa”.
Los grandes científicos de hoy certifican la veracidad de que esta sábana fue la que envolvió el cuerpo de Jesús, tal como cuentan los Evangelios.
Será bueno que te intereses por conocer otros detalles que encontrarás en las redes sociales, en estos días. (Busca las fuentes avaladas por la Iglesia católica).

Pensamientos para celebrar el Triduo Pascual
(Me ciño únicamente a la liturgia del Misal, ya que aparte tenemos toda la liturgia del Oficio Divino, que el tiempo no me permite compartir).
*  JUEVES SANTO
Cuatro momentos de especial atención:
* Jesús lava los pies a los discípulos: todo empieza con un profundo acto de humildad. Dios en Cristo, de rodillas, lavando y besando los pies a sus discípulos. ¿Lo pensaste alguna vez?
* El “mandato” o “mandamiento nuevo” lo recalca Jesús varias veces durante la conversación en la Última cena. Se concreta en estas palabras:
“Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado”.
Recuerda que solo en el amor se reconoce a los verdaderos discípulos de Jesús:
“En esto conocerán todos que son mis discípulos”.
* Institución de la Eucaristía. Temblando de amor, Jesús toma el pan y lo consagra. Luego el vino: “Esto es mi cuerpo… esta es mi sangre”.
Es un misterio múltiple. Un detalle que meditar es también el hecho de que Jesús realiza la consagración del pan y el vino antes de morir en la cruz.
* Institución del sacerdocio: “Hagan esto en memoria mía”.
A partir de entonces los apóstoles celebrarán la fracción del pan y todos podremos comer el cuerpo de Cristo y beber su sangre.
Un día para agradecer a Dios por los sacerdotes que fortalecen nuestra fe.
*  VIERNES SANTO
En respetuoso silencio y sin instrumentos musicales, la Iglesia nos recuerda la muerte de Jesús.
(Ni el viernes ni el sábado se celebra la Santa Misa en todo el mundo.)
A través de las lecturas sobre el Siervo del Señor y sobre todo por la pasión de Jesús narrada por San Juan… a través de muchas oraciones por la Iglesia y distintos grupos humanos… la liturgia nos lleva a la adoración de la cruz de la que pende el crucificado: “Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo:
¡Venid a adorarlo!”
Unido a este acto de adoración y amor a Jesús, va un acto de caridad que consiste en colaborar económicamente para ayudar a los cristianos que, con mucho sacrificio, mantienen los lugares santos en la tierra de Jesús.
Finalmente, la Iglesia Madre, en el día en que Jesús dio la vida por nosotros, aunque no se celebra la Eucaristía, nos da la comunión de lo “pre-santificado”, es decir, de las hostias santas consagradas el día anterior.
*  SÁBADO SANTO - VIGILIA PASCUAL
Antes se llamaba “Sábado de gloria” porque se celebraba el sábado una fiesta de resurrección.
Ahora no hay nada para el gran público, aunque siempre está el rezo del Oficio Divino.
Ese día por la noche se recuerda la resurrección de Jesús (siempre después de que se ponga el sol y antes de que amanezca). ¿Cómo es la celebración?
* De una manera muy poética y profunda al mismo tiempo. Jesús había dicho:
“Yo soy la luz del mundo”.
En la oscuridad de la naturaleza se saca luz nueva del pedernal o de unos simples fósforos.
Con esa luz nueva se enciende un cirio que será durante cuarenta días el símbolo de la presencia de Cristo Resucitado (hasta la Ascensión). Ese cirio tiene grabadas una cruz, el número del año en curso y en las puntas de la cruz y en el centro de la misma se colocan cinco granos de incienso que  significan las “llagas santas y gloriosas”.
Todo el pueblo de Dios lleva este día en la mano una vela que se enciende con la luz del cirio pascual. Acto de gran simbolismo que al mismo tiempo nos compromete, porque públicamente confesamos que creemos en Cristo resucitado y también renovamos nuestras promesas del bautismo.
* Después se canta un famoso pregón pascual, que algunos atribuyen a San Agustín. Después de unas lecturas en las que se recuerda toda la historia de la salvación, la Iglesia canta por primera vez, después de la cuaresma, el himno “Gloria a Dios en el cielo”.
* En la oración colecta pedimos a Dios, “que ha iluminado esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, que avive en la Iglesia el espíritu de hijos, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a su servicio”.
* Pablo, con inmensa alegría, nos dice que Cristo, una vez resucitado, ya no puede morir. Este gozo nos lleva a exclamar, también después de bastantes días, el “aleluya”, palabra que significa “alabanza al Señor”.
* El Evangelio nos recuerda el encuentro de las buenas mujeres que iban a embalsamar el cuerpo de Cristo con un ángel del Señor que les da la gran noticia:
“¡No está aquí! ¡Ha resucitado! ¡Mirad el sitio donde lo pusieron!”.
Este es el gozo de la Iglesia primitiva y la Iglesia de hoy: Jesús está vivo entre nosotros y su Espíritu nos conduce al Padre, a través de la historia.

AMIGOS, LECTORES, GRACIAS POR SU CERCANÍA DURANTE TODO ESTE TIEMPO. EN ESTAS FIESTAS DEL TRIDUO PASCUAL LES DESEO EL GOZO DEL SEÑOR QUE COMPARTIMOS LOS CRISTIANOS AL SABER QUE CRISTO RESUCITÓ Y SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS.
PARA TODOS LES DESEO FELICES FIESTAS PASCUALES.

José Ignacio Alemany Grau, obispo