9 de noviembre de 2025

Y DESPUÉS, ¿QUÉ? - Domingo XXXII del tiempo ordinario

 

Conocemos la curiosidad humana que quiere saber qué sucederá después, mucho antes de que suceda.

En este domingo tenemos una respuesta impresionante ya en el Antiguo Testamento. Meditemos con profundidad.

  • Libro de los Macabeos

Sabemos que la Ley (Torá) prohibía comer carne de cerdo.

Una madre y sus siete hijos fueron condenados a muerte. Las palabras de los cuatro primeros muchachos, antes de ser ejecutados, son impresionantes y aunque ahora con toda facilidad comemos carne de cerdo, entonces tuvieron que sufrir el martirio.

Después de azotarlos, hablaron de esta manera antes de ser martirizados:

El primero: «¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres…».

El segundo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente, pero cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del Universo nos resucitará para una vida eterna».

El tercero nos dejó este gran testimonio: «De Dios las recibí (la lengua y manos) y por sus leyes las desprecio. Espero recobrarlas del mismo Dios».

El cuarto, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará».

Cuatro pensamientos que nos tienen que ayudar a confirmar el futuro de nuestra vida, después de la muerte temporal.

  • Salmo 16

«Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor».

Es la seguridad de que, después de la muerte, viene la resurrección. De ahí, entre otras, estas palabras:

«Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme».

  • San Pablo

Meditamos las últimas palabras de este párrafo de su carta a los tesalonicenses:

«Por el Señor estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos enseñado.

Que el Señor dirija vuestro corazón para que améis a Dios y tengáis la constancia de Cristo».

  • Verso aleluyático

Toda la redención nos la ha merecido Jesucristo:

«Él es el primogénito de entre los muertos. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos».

Que toda nuestra vida en este tiempo que pasa sea apoyarnos en la salvación que nos ha merecido nuestro Redentor.

  • Evangelio

Se trata de una pequeña “trampa” que los saduceos, que no creían en la resurrección, le ponen públicamente a Jesús:

Una mujer se ha casado y su marido muere sin dejar descendencia. La ley de Moisés obliga a casarse al otro hermano con ella para darle descendencia a la mujer.

En este caso, fueron siete los hermanos que se casaron con ella y todos murieron sin dejar descendencia.

Ahora le presentan a Jesús esta pregunta capciosa: «¿De cuál de ellos será la mujer cuando llegue la resurrección?».

Aunque más parece un cuentito de mal gusto, Jesús se lo toma en serio y responde:

«En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán… Son como ángeles; son hijos de Dios porque participan en la resurrección».

A continuación, el Evangelio presenta a Jesús recordando las palabras de Moisés en el episodio de la zarza ardiendo donde llama al Señor:

«Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob».

El Evangelio concluye con esta expresión de Jesús: «No es Dios de muertos sino de vivos, porque para Él todos están vivos».

De esta manera confirma Jesucristo que después de la muerte temporal hay vida eterna. Por eso, será bueno vivir preparados para poder gozar de una felicidad eterna con Dios.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

2 de noviembre de 2025

LA CURIOSIDAD SALVÓ A ZAQUEO - Domingo XXXI del tiempo ordinario

 

Las lecturas del ciclo C de este domingo XXXI del tiempo ordinario hay que leerlas muy despacio porque tienen respuestas importantísimas para el momento en que estamos viviendo.

  • Libro de la Sabiduría

Nos explica que el mundo entero es para Dios como un granito de arena en la balanza. Todo lo que existe ha recibido de Dios la “vida”.

Dios lo ha creado todo y ama todo hasta el punto de que este libro de la Biblia llama a Dios «Amigo de la vida».

En el mundo hay pecadores, pero a todos los quiere el Señor y por eso les ha dado la vida y, de una manera muy pedagógica «corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes para que se conviertan y crean en ti, Señor».

No olvidemos que todo pecador en el plan de Dios es querido por su capacidad de salvación.

  • Salmo 144

Este salmo nos invita a glorificar al Señor como nuestro Dios y Rey verdadero. Es bueno que repitamos con el salmista:

«Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás».

El salmista se apoya en estas características del Señor:

«Es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas».

  • San Pablo

Dos cosas destaca el apóstol en este parrafito de su carta a los tesalonicenses. La primera es una oración por sus lectores pidiendo que «Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe».

La segunda, es un consejo importantísimo que quiere ayudarnos en este momento que para algunos es como el fin del mundo. Ya en aquel tiempo empezó a correrse la realidad de «distintas revelaciones, dichos o cartas nuestras (de Pablo) como si afirmásemos que el día del Señor está cerca».

Meditemos estas palabras de San Pablo cuando nos digan también que con tantas torrenciales lluvias, huracanes y terremotos se acerca el fin del mundo.

  • Verso aleluyático

Para algunos padres de familia de hoy puede sonar muy raro, pero tratándose del mejor padre de familia, el Padre Dios, entregar a su Hijo inocente para salvar a unos pecadores es inimaginable, pero ha sido una realidad:

«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único».

  • Evangelio

Es muy simpático y bajo ese atractivo tiene unas enseñanzas muy profundas:

Zaqueo, hombre rico y recaudador de impuestos, tenía tan mala fama como todos los que estaban al servicio de Roma, con lo que se enriquecían.

Zaqueo era pequeño de estatura. Se empeñó en ver a Jesús y se fue corriendo a un lugar por donde iba a pasar el Señor. Sin dejarse condicionar por la vergüenza se trepó en una higuera (sicomoro). Cuando Jesús llegó a donde estaba él, alzó los ojos y sin más, lo llamó por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

Pronto aparecieron los comentarios y críticas de los fariseos:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Lo que aconteció fue totalmente distinto porque mientras ofrecía su banquete, Zaqueo dijo delante de todos:

«Mira, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

La conclusión la saca Jesús y no los fariseos que siempre están en contra del Maestro:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa. También este es hijo de Abraham».

Cuántas enseñanzas podemos sacar de la liturgia de este día, lecturas que les invito a volver a leer y meditar en familia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista