22 de noviembre de 2025

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

A veces la palabra “rey” no cae tan bien en este tiempo de la historia, pero hay algo que destacar: lo de menos es el título, lo importante es la realidad.

Por ser Dios y por ser el hombre más importante de la historia, la Iglesia dedica a Jesucristo este último domingo del año litúrgico, con el título de “Rey del Universo”. Profundicemos:

  • II Libro de Samuel

En el capitulo 5, nos dice: que «todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón».

Dos cosas importantes afirmaron:

- «Hueso tuyo y carne tuya somos».

Era una manera de explicar el parentesco de David con todos ellos.

A continuación, le dijeron al rey David:

«Tú pastorearás al pueblo de Israel. Tú serás el jefe de Israel».

De esta manera comenzó el reinado de David.

Los ancianos de Israel fueron a Hebrón y, en presencia del Señor, ungieron como rey a David:

«David tenía treinta años cuando comenzó a reinar» y reinó cuarenta años: siete años y seis meses sobre Judá y treinta y tres años en Jerusalén sobre todo Israel y Judá.

A este gran rey se le considera una especial figura de Cristo Rey, de ahí que el Ángel, en la anunciación, le dijo a María:

«El Señor le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

  • Salmo 121

Se trata de un breve salmo que nos invita a la alegría. Todo el pueblo de Dios cantaba: «Subamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: “vamos a la casa del Señor”!».

  • San Pablo

En su carta a los colosenses viene un precioso himno que es bueno meditar. Ante todo, dar gracias a Dios Padre, fuente de toda felicidad y que «nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz».

Dios nos sacó del dominio de las tinieblas «al reino de su Hijo querido».

La sangre de Cristo nos ha traído a todos «la redención y el perdón de los pecados».

Luego el apóstol canta la grandeza de Jesús con distintas imágenes:

«Jesús es imagen de Dios invisible, Primogénito de todas las criaturas…

En Él quiso Dios que residiera toda la plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:

Los del cielo y los de la tierra haciendo la paz por la sangre de su cruz».

Esta es la grandeza de nuestro Rey y Señor.

  • Verso aleluyático

Es una glorificación de Jesucristo enviado del Padre:

«Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David».

  • Evangelio

En el Evangelio encontramos una manera singular de Jesucristo Rey.

Mientras que las autoridades y los soldados se burlan de Jesús que está agonizando en la cruz, uno de los ladrones también se burla de Él diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

El otro ladrón canta el triunfo de Jesucristo Rey, después de hablar en contra de lo que piensa su compañero de cruz. Vuelto a Jesús dice al Señor:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le contestó: «Te lo aseguro: “hoy estarás conmigo en el paraíso”».

De esta manera el Rey de cielos y tierra termina su vida regalando el reino de los cielos a uno de los malhechores que moría arrepentido junto a Él.

Reconozcamos también hoy la realeza de nuestro Señor Jesucristo y por difícil que haya sido nuestra vida no dejemos de confiar en su gran misericordia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista


16 de noviembre de 2025

OCUPADOS EN NO HACER NADA - Domingo XXXIII del tiempo ordinario

 

Cuando se nos habla de alguna cosa que sucederá en el futuro, la reacción más frecuente es preguntar: ¿Cuándo será?

La otra gran pregunta: ¿Nos adelantas alguna señal?

Hoy lo pensaremos bien sobre todo en la lectura del Evangelio.

  • Malaquías

El gran profeta nos ofrece una pequeña señal del futuro que tendrá la humanidad, con estas palabras:

«Malvados y perversos serán la paja y los quemaré el día que ha de venir, pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas».

Es una alusión que hace Malaquías para que podamos mirar el porvenir con esperanza.

  • Salmo 97

El salmista habla de Dios como un gobernante justo que rige a los pueblos con rectitud.

En medio de la alegría de este Dios justo, exclama: «Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan. Aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor que llega para regir la tierra».

El salmista está seguro de que «el Señor regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud».

  • San Pablo

En su carta a los tesalonicenses San Pablo pone el ejemplo de su propia vida para que aprendamos también nosotros a vivir.

Él ha trabajado, «día y noche a fin de no ser carga para nadie».

Reconoce el apóstol que, dado el trabajo que se ha impuesto, merece una recompensa, pero la ha rechazado: «Nadie nos dio de balde el pan que comemos, sino que quisimos daros un ejemplo que imitar».

Según él, toda su vida ha procurado invitar a todos a ganarse el pan del día, hasta llegar a decir:

«El que no trabaja, que no coma».

A continuación, da a entender que hay algunos que no trabajan y están «muy ocupados en no hacer nada».

La conclusión del santo es esta:

«A esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan».

De esta manera, en el tiempo, con el esfuerzo personal, nos ganamos la eternidad feliz.

  • Verso aleluyático

Refiriéndose Jesucristo a su segunda venida, nos invita a mantener la alegría diciendo:

«Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación».

  •  Evangelio

Es una meditación muy importante, no por la pregunta de los apóstoles, sino por las afirmaciones y consejos de Jesucristo.

Comienza el Señor diciendo: «Eso que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».

La pregunta de los apóstoles es un tanto infantil: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?».

Y la segunda pregunta, también superficial, es: «¿Cuál será la señal de que todo eso va a suceder?».

La respuesta de Jesús es evasiva, pero quiere que entendamos que cuando suceda no será porque la gente anda diciendo que llega el fin del mundo, sino porque llega el tiempo del juicio de Dios.

De todas maneras, habrá unas señales muy difíciles de entender y no sirven como respuesta a la pregunta de los apóstoles. Creo que lo mejor es atenernos a las últimas palabras de este Evangelio:

«Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Una vez más, insiste Jesús en algo que nos cuesta bastante: perseverar fielmente hasta el final.


José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista