2 de noviembre de 2025

LA CURIOSIDAD SALVÓ A ZAQUEO - Domingo XXXI del tiempo ordinario

 

Las lecturas del ciclo C de este domingo XXXI del tiempo ordinario hay que leerlas muy despacio porque tienen respuestas importantísimas para el momento en que estamos viviendo.

  • Libro de la Sabiduría

Nos explica que el mundo entero es para Dios como un granito de arena en la balanza. Todo lo que existe ha recibido de Dios la “vida”.

Dios lo ha creado todo y ama todo hasta el punto de que este libro de la Biblia llama a Dios «Amigo de la vida».

En el mundo hay pecadores, pero a todos los quiere el Señor y por eso les ha dado la vida y, de una manera muy pedagógica «corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes para que se conviertan y crean en ti, Señor».

No olvidemos que todo pecador en el plan de Dios es querido por su capacidad de salvación.

  • Salmo 144

Este salmo nos invita a glorificar al Señor como nuestro Dios y Rey verdadero. Es bueno que repitamos con el salmista:

«Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás».

El salmista se apoya en estas características del Señor:

«Es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas».

  • San Pablo

Dos cosas destaca el apóstol en este parrafito de su carta a los tesalonicenses. La primera es una oración por sus lectores pidiendo que «Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe».

La segunda, es un consejo importantísimo que quiere ayudarnos en este momento que para algunos es como el fin del mundo. Ya en aquel tiempo empezó a correrse la realidad de «distintas revelaciones, dichos o cartas nuestras (de Pablo) como si afirmásemos que el día del Señor está cerca».

Meditemos estas palabras de San Pablo cuando nos digan también que con tantas torrenciales lluvias, huracanes y terremotos se acerca el fin del mundo.

  • Verso aleluyático

Para algunos padres de familia de hoy puede sonar muy raro, pero tratándose del mejor padre de familia, el Padre Dios, entregar a su Hijo inocente para salvar a unos pecadores es inimaginable, pero ha sido una realidad:

«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único».

  • Evangelio

Es muy simpático y bajo ese atractivo tiene unas enseñanzas muy profundas:

Zaqueo, hombre rico y recaudador de impuestos, tenía tan mala fama como todos los que estaban al servicio de Roma, con lo que se enriquecían.

Zaqueo era pequeño de estatura. Se empeñó en ver a Jesús y se fue corriendo a un lugar por donde iba a pasar el Señor. Sin dejarse condicionar por la vergüenza se trepó en una higuera (sicomoro). Cuando Jesús llegó a donde estaba él, alzó los ojos y sin más, lo llamó por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

Pronto aparecieron los comentarios y críticas de los fariseos:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Lo que aconteció fue totalmente distinto porque mientras ofrecía su banquete, Zaqueo dijo delante de todos:

«Mira, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

La conclusión la saca Jesús y no los fariseos que siempre están en contra del Maestro:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa. También este es hijo de Abraham».

Cuántas enseñanzas podemos sacar de la liturgia de este día, lecturas que les invito a volver a leer y meditar en familia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

26 de octubre de 2025

SÍ HAY UN JUEZ JUSTO - Domingo XXX del tiempo ordinario

Resulta que sí hay un juez justo. Lo vamos a encontrar en las tres lecturas más importantes de la liturgia del día.

  • Eclesiástico

Empieza diciéndonos que el Dios verdadero es justo y no puede ser parcial con unos ni con otros. Ni se inclina por el oprimido, simplemente por serlo, ni por el huérfano ni por la viuda. La debilidad humana es la que goza de los privilegios de Dios. Por eso «los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa».

Según el Eclesiástico los gritos del pobre no cejan hasta que Dios los atiende porque Él es el justo Juez que hace justicia, sobre todo a los débiles.

Por eso la conclusión importante la encontramos al principio: «El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial».

  • Salmo 33

El salmo abunda en la misma idea de la primera lectura por lo cual el salmista se gloría en el Señor e invita «a los humildes (que) lo escuchen y se alegren».

De esta actitud nace la oración profunda: «Cuando uno grita el Señor lo escucha y lo libra de todas sus angustias».

Es más, la realidad del Dios bueno es que «está cerca de los atribulados y salva a los abatidos».

  • 2Timoteo

San Pablo, viéndose ya cerca a la muerte se confía a Dios y reconoce humildemente: «He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe».

Aunque los hombres no siempre lo han apoyado, el apóstol confía en el Señor proclamándolo: «Justo juez que me premiará en aquel día».

Después de hablar de todo el recorrido de su vida esforzándose por evangelizar, San Pablo reconoce que «el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles».

Reconoce también que el fruto de su esfuerzo será éste: «El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo».

Termina la carta el gran santo dando «gloria a Dios por los siglos de los siglos».

  • Verso aleluyático

El versículo escogido, tomado de la segunda Carta a los corintios, reconoce que Dios estaba en Cristo reconciliando con su vida y muerte a la humanidad entera y, al mismo tiempo, según el apóstol, el Señor ha confiado el fruto de la reconciliación a los apóstoles: «Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo y a nosotros nos ha confiado la palabra de reconciliación».

  •  Evangelio

El párrafo de este domingo es muy interesante porque presenta una dolorosa realidad: Se trata de un orgulloso fariseo que reza a Dios y, en vez de pedirle o adorarle, se glorifica a sí mismo: «Te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos adúlteros».

Incluso se burla de un publicano que toca el corazón de Dios con su humilde petición de perdón.

A continuación, nos trae San Lucas la oración humilde del publicano, «que se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo. Solo se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios, ten compasión de este pecador”».

La conclusión que todos sacamos es que el fariseo se volvió a su casa con todos sus pecados, más el orgullo; y el publicano, en cambio, volvió purificado.

De esta manera Jesús retrata dos formas frecuentes de orar: la del orgulloso cuya oración no va a llegar al cielo y la del publicano que llega al cielo y entra por la puerta grande de la misericordia divina.

Examinemos nuestra oración para que siempre llegue hasta Dios y no se quede en manos de nuestro propio orgullo, como la oración del fariseo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista