26 de julio de 2012

XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

¡SÍ HAY PAN!... ¡FALTA HAMBRE!

En nuestras reflexiones estamos en la fe. Desde ella compartimos las enseñanzas de hoy.

En la Biblia encontramos el regalo de Dios en el pan material (por pan se entiende los alimentos que necesitamos)y en el pan espiritual que nos regala la providencia divina.

Hoy vemos cómo Dios nos cuida a través del pan de cada día.

Comencemos recordando unos textos que nos hablan de cómo Dios cuida y alimenta a sus criaturas:

El salmo 145 nos dice: “Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente”.

En el 104, leemos: “Todos aguardan a que les eches comida a su tiempo. Se la echas y la atrapan; abres tu mano y se sacian de bienes”.

También en el salmo 110: “Él da alimento a sus fieles recordando su santa alianza”.

Por su parte San Mateo nos enseña: “No andéis agobiados pensando qué vais a comer o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso”.

Sin embargo, siempre hay momentos especiales en los que se hace patente esa providencia de Dios.

Hoy el II Libro de los Reyes nos cuenta cómo Eliseo, que a mi modo de ver es el profeta del Antiguo Testamento que hizo más milagros, multiplicó los panes.

Un buen día llega un hombre con las primicias que manda la ley. Trae veinte panes de cebada. El profeta le dice:

- “Dáselos a la gente, que coman.

El criado se asusta y le dice:

- ¿Qué hago yo con esto para cien personas?

Eliseo insiste:

- Dáselos a la gente, que coma. Porque así dice el Señor: comerá y sobrará”.

Comieron, se hartaron y sobró.

Seguramente que tú, amigo lector, estás pensando que Jesucristo hizo un milagro más grande. Precisamente éste es el milagro que nos va a contar hoy San Juan.

Conviene que adviertas que San Marcos, el compañero del ciclo B, se ha tomado unos días de vacaciones para dejar paso al cuarto evangelista, en su capítulo 6.

Hay una multitud.

Los apóstoles preguntan a Jesús qué van a hacer con ellos. Están hambrientos y en descampado.

Según los cálculos humanos, con doscientos denarios no habría ni un pedazo de pan para cada uno.

Andrés, un poco más práctico, le dice a Jesús:

“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?

Jesús manda: decid a la gente que se siente en el suelo”.

Precioso lugar, cerca del lago, en la fértil Galilea. Verdor y frescura en el atardecer.

Sólo hombres eran unos cinco mil los que se sentaron en el suelo.

“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron de lo que habían comido”.

Ante tanto regalo de Dios, el salmo nos invita a repetir: “abres tú la mano, Señor, y nos sacias”.

Por su parte el versículo del aleluya nos recuerda las palabras de San Lucas (7,16): “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”. Esto coincide exactamente con el comentario con el que San Juan termina el relato del Evangelio de hoy: “Éste sí que es el profeta que tenía que venir al mundo”.

San Pablo nos da unos consejos muy prácticos,para que vivamos la vocación bautismal que hemos recibido todos.

Será bueno que meditemos cómo llevamos sus palabras a nuestra vida:“Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor.

Esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo.

Un Dios, Padre de todos, que lo trasciende todo y lo penetra todo y lo invade todo”.

Jesús se va hoy con un secreto en el alma, un secreto de amor que se queda para la próxima semana.


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Termino deseándoles a todos lo mejor en estos días de Fiestas Patrias y enviándoles un gran abrazo:
¡FELIZ 28! ¡FELICES FIESTAS PATRIAS!

19 de julio de 2012

XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B


DIFERENCIA ENTRE PASTOR Y pastores
Comencemos aclarando quién es el Buen Pastor y quiénes son los pastores.
El Pastor es uno solo. Es el dueño del rebaño. A Él le pertenecen las ovejas por derecho, (porque es Dios) y por conquista (porque nos ha redimido con su sangre). ¡Es Jesucristo!
Es el Buen Pastor que nos presenta una vez más el salmo responsorial:
“El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”.
¡Cuánto le gusta al pueblo de Dios este hermoso desahogo del salmista que le ayuda a rezar!
Jesús, por su parte, en el capítulo 10 de San Juan, nos dará más detalles sobre este Buen Pastor. Él añade una gozosa afirmación que recuerda el versículo aleluyático: “Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen”.
¿Tú conoces a Jesús y le sigues de cerca, para que no te falte ni su amor ni tu alimento?
Por otra parte están los “pastores”. Estos se dividen en dos grandes grupos.
Los pastores buenos que se sacrifican por el rebaño, imitando en lo que pueden, al Buen Pastor y  con conciencia de que ellos nos son los dueños.
Y los malos pastores que, creyéndose los dueños, se aprovechan de las ovejas y las maltratan.
Habido esto en cuenta, vamos a ver cómo presenta resalta hoy la liturgiaa los malos pastores en la profecía de Jeremías y cómo nos presenta a Jesús, el Pastor de nuestras almas, según San Pablo en la carta a los Efesios y nuestro compañero Marcos en el Evangelio de hoy.
Meditemos en Jeremías la descripción y amenazas a los malos pastores de entonces y también a los de hoy (que por desgracia los hay):
“Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño…
Así dice el Señor:
A los pastores que pastorean a mi pueblo: vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones…”.
A continuación el Buen Pastor manifiesta su gran preocupación por las ovejas y se compromete a protegerlas reuniéndolas de nuevo y dándoles pastores buenos:
“Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas. De todos los países a donde las expulsé. Y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen”.
De esta manera las ovejas serán felices, estarán seguras y ya no tendrán miedo ni se espantarán y ninguna se perderá.
San Pablo, en la carta a los Efesios, nos dice que, gracias al sacrificio del Buen Pastor,“ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz… Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba y reconcilió a los dos pueblos uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz”.
Gracias a Él “unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu”.
El Evangelio de San Marcoses el mismo capítulo del domingo pasado en el que leímos cómo debían actuar los apóstoles en la misión.
Ahora regresan, se reúnen con Jesús, hacen una hermosa “evaluación” contándole el éxito de su trabajo apostólico. Después de esto el Buen Pastor les invita al descanso:
“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo para descansar un poco”.
Pero pronto volvió a reunirse la multitud y a Jesús “le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”.
Una de lascaracterísticas más bellas del Buen Pastor es, precisamente, este sentimiento que manifiesta San Marcos. Jesús, que cuida a los apóstoles para que se conviertan en sucesores suyos cuando se vaya al cielo, no descuida nunca a las multitudes hambrientas de Dios.
Su apreciación dolorosa es ésta: “andan como ovejas sin pastor”. Y como Él es el Pastor y el dueño del rebaño, se desvive por la multitud hasta dar la vida por todos.
Amigo, ¿te sientes feliz en el rebaño de Cristo? ¡Es su Iglesia!
¿Conoces y sigues siempre la voz de tu Pastor y la de los buenos pastores que lo representan?